Capítulo 1.

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Pasaron tres años desde que traté de superar mi caso con Alan.

Lo dejé de lado para enfocarme en mi vida. No pensaba deprimirme por sus malos pensamientos. Tuve que aceptar que él enserio no me quería más en su vida... Siempre fue muy orgulloso y ahora hay motivos más fuertes para ya no estar juntos. Igual no fue mi culpa ese incidente...

No voy a negar que a veces extrañe su compañía. Extraño su mirada seria. Sus estupideces. Sus manos tocando la guitarra mientras yo cantaba hasta quedarnos dormidos. Todo. Extrañaba todo de él... De nosotros.

Poco a poco logré superar todo. Logré dejarlo pasar. Pero no se me olvida aquella promesa de volver a buscarlo y estar juntos algún día. Eso no. Ni en mis peores circunstancias olvidaría aquello.

Alan dejó una gran marca en mí. Pero ya es tiempo de decirle adiós tras tres años.

Y ahora me encuentro muy feliz en California, mi ciudad de origen. Y estoy trabajando para una empresa muy buena desde hace seis meses, aproximadamente.

He tenido que cambiar mi aspecto un poco, pero igual siempre le pongo mi toque flamante. Lo increíble es que no me discriminan por mis tatuajes. Según mis compañeros, es porque uno de los hijos del jefe mayor también está tatuado y, ése mismo muchacho, le pidió a su padre, el jefe mayor, que admitiera más gente tatuada; que lo que importa es la experiencia y cómo trabajan. Que discriminar a las personas por sus tatuajes es exactamente como discriminar a alguien por su color de piel. Le agradezco al muchacho. Si no fuera por él, no me habrían admitido aquí y no llevaría la buena vida que llevo ahora.

A pesar de tener seis meses trabajando aquí, desconozco al jefe mayor. Sólo conozco al sub-jefe de producciones y a un hombre que es algo así como un gerente. Y quién diría que pronto conoceré al mayor.

El horario es algo pesado, pero vale la pena porque, al fin del mes, la paga es una cantidad monetaria más que suficiente. Me encuentro, usualmente, de seis de la mañana hasta las ocho de la noche en compañía de mis seis compañeros laborales. Son agradables, demasiado. Son la chispa buena del lugar. Porque, en el otro lado de la empresa, hay unos amargados que ni un "Hola" les puede pasar por las narices, porque si no ya te tienen contra el suelo.

—¡Eh, Carlile! —escucho que alguien me llama y detengo lo que estoy haciendo para mirar a Stan, que me llama.

—Hola, Stan —saludo, volviendo mi mirada a lo que estaba haciendo—. ¿Pasa algo?

—¿Estás ocupado?

—No, recién termino —digo marcando algunos registros en una hoja de papel y luego lo miro de nuevo—. Luego los pasaré a un archivo de la computadora. Tal vez mañana... ¿Necesitas algo, Stan?

—¿Podemos ir a almorzar?

—Claro —le ofrecí una ligera sonrisa y salimos juntos hacia la cafetería.

Con Stan me llevo mejor que con los otros cinco. Tenemos casi la misma ideología y es el único que sabe acerca de mis asuntos más secretos y privados. La razón por la cual él es mejor, es porque siempre me apoya. Desde el primer día que llegué a la empresa me apoyó. De igual manera, yo lo apoyo a él. Confío mucho en él pese que hacía ya más de dos años que no confiaba en nadie como había confiado en Stan... o en Alan.

—Austin... Austin...

Escucho murmureos muy a lo lejos, pero en realidad están cerca. Stan está tratando de sacarme de mi trance, pero no lo logra. Estoy pensando en mi vida... Mi vida no está del todo mal. Pero tampoco está del todo bien. Y es que no puedo dejar de pensar en mi maldito pasado. Bueno... Básicamente, no puedo dejar... de pensar en... Alan.

In These Veins.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora