Capítulo 10.

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Llego a la oficina, tarareando al ritmo de The Taste Of Ink.

Y de inmediato subo a mi oficina, tras haber registrado mi entrada. Al entrar, me encuentro con Alan, y se le nota malhumorado. Veamos qué tiene preparado para hoy el infante.

Tomo asiento y enciendo la computadora, adentrándome al internet. Recién ayer había terminado todo mi trabajo de la semana, así que me tomo un respiro justo ahora. Después visitaré a James y Stan para ver en qué puedo ayudar, así terminan igual de pronto y podemos salir un rato y librarnos del trabajo extra.

Mientras tanto, busco la canción que todo el día he traído pegada a mi tímpano. El tono de la canción es bastante envolvente. Es relajado y de un sonido muy tranquilo. Pero para Alan es como si se le estuviesen desgarrando los oídos, pues en cuanto llega el coro, se queja y voltea a mirarme.

—¿Puedes apagar eso? —pide y yo me carcajeo.

—Podría...

—Es que es una orden.

Yo bufo y giro mi silla para poder cruzar miradas con él. Nos quedamos un rato observándonos y distingo que Alan baja su mirada a mis manos. Y después río, tratando de hacer relajado el ambiente. Alan suspira y destensa sus hombros, desviándome la mirada.

—Bien. ¿Cómo hago que apagues eso? —pregunta, curioso, como si le fuese a dar una sorpresa.

Y bien que sí. Sabe perfectamente que cada cosa explota de mi cabeza sin rienda y puedo decirle cualquier cosa que se me venga en mente.

—Salgamos esta noche —respondo, obteniendo satisfacción de su reacción.

Está boquiabierto y aturullándose entre sus respuestas. Yo me cachondeo por aquella expresión mientras él va recuperando su forma seria y niega con su cabeza, desilusionándome a mí.

—No... Prefiero que dejes tu música.

—Como gustes.

Sin decir más, me giro de nuevo, mirando hacia la computadora y apago la música. Recorro mi silla hacia atrás para levantarme y tomar mi celular del escritorio. Le doy una última mirada a Alan y me marcho a la oficina de Stan y James para ayudarles con cualquier cosa que sea necesaria.

Al parecer James y Stan sí necesitaban una mano para terminar algunos papeleos de códigos que tenían pendientes. Yo comienzo de inmediato a investigar, yendo al archivo del último piso, donde está Fanny. Una vez allí, la saludo, pero paso de largo. Tengo mucho papeleo que rebuscar y seguramente me voy a tardar un buen rato.

Ahora estoy comenzando sobre dejar el trabajo o no. A pesar de todo lo que ha pasado con Alan, debo ayudar a la empresa y a mis amigos. No importa que me tenga que partir el corazón todos los días. Quiero ayudarles para que esto sea menos pesado. Además, el señor Edward no tiene la culpa de que su hijo y yo hayamos tenido algo que ver. Tampoco tengo yo la culpa de que Alan no sepa tomar con seriedad su trabajo. Pero... Igual me pregunto qué sucede. Porque entre más tratamos de alejarnos, es como si sólo le diéramos la vuelta y comenzáramos todo de nuevo e incluso quedamos más cerca.

Suspiro, aliviado en cuanto encuentro los códigos y los tomo para marcharme directo a la oficina, no sin antes detenerme un momento para hablar con Fanny.

—Hola —murmuro, saludando y ella me sonríe.

—¿Qué tal va todo?

—Tranquilo —digo, separando un poco las letras—. ¿Algún plan para esta noche?

—No... Todo libre. ¿Vamos a salir? —pregunta, sonriente y yo asiento.

—Sólo si tú quieres. Pienso que podemos ir los cuatro. Tú, James, Stan y yo. ¿Te agrada la idea? —Fanny asiente y yo golpeteo ligeramente el escritorio, sonriendo—. Bien, entonces quedamos a las ocho. Yo voy por ti y que Stan y James nos vean allá.

—Me parece bien. Entonces esta noche a las ocho. ¿Algún otro dato?

—Con eso quedamos... Y ahora me voy, tengo que entregar estos datos.

Fanny asiente con su cabeza y yo le doy una última sonrisa. Entonces, bajo hasta el piso de la oficina y entro de inmediato, entregando los códigos a Stan.

—Gracias, hermano —agradece Stan, sonriente y de inmediato comienza a teclear.

—No hay de qué —yo sonrío observando todo el movimiento que hacen en la oficina y me cruzo de brazos, atento.

—¿A la noche sí iremos al Great High? —pregunta James y yo afirmo.

—Va a estar magnífico, hermano —habla Stan, emocionado.

En el momento en que Stan apaga la computadora, terminando su trabajo, me despido de ambos para salir de la oficina e ir a recoger mis cosas a la mía.

Podría jurar que no está tan lejos, pero esta vez el camino se me hizo muy extenso. Y al tiempo en que llego y tomo la perilla con mi mano, mi otra mano se estira y mi cuerpo también. Cuando reacciono, me doy cuenta que Alan está tirando de mi mano y guiándome a un sitio que es como un armario. Yo frunzo el ceño y río, dejándome llevar y Alan abre la puerta, entrando al armario y yo detrás de él, cierro la puerta. Una vez adentro, él suelta mi mano y aún con la poca luz, me mira directamente. Se le nota serio y severo, pero en cuanto pongo mis manos sobre las suyas, se calma. Después me desvía la mirada, pero yo sigo mirándolo. Un suspiro sale de sus labios y se queda cabizbajo, mientras yo espero a que me dé alguna explicación.

—Te... ha dado por invitar... a todos a salir, ¿no? —tartajea, entrecortando sus palabras y yo me vuelvo a reír.

—¿Has estado husmeando de nuevo, Ashby? —pregunto, mirándolo mantenerse cabizbajo y vuelve a suspirar, alzando su mirada y me penetra con su mirada.

—Sí. Y no me interesa lo que me vayas a decir —pronuncia, murmurando firme.

Aquella respuesta me toma por sorpresa. Me esperé todo, menos aquello. Pero lo que más me toma por sorpresa es el momento en que decide entrelazar lentamente nuestros dedos. Sin prisa, comienza a acariciar mi mano con su pulgar y siento que mi corazón se disparata, latiendo cada vez más fuerte. Son latidos incontables.

—¿Vas a jugar conmigo de nuevo, eh? —le pregunto, tratando de sonar serio y él niega, resaltando su garganta. Al parecer ha tragado saliva.

De un momento a otro, una de sus manos se zafa de la mía y la coloca sobre mi mejilla, mirándome fijamente. Yo me espero lo mejor y sonrío sobre sus labios, sintiéndolos cada vez más cerca. La distancia se acorta y él cierra sus ojos, como reflejo, al igual que yo. De pronto, Alan presiona sus labios contra los míos y yo pongo una de mis manos en su cintura. Y puedo jurar que siento también cómo las mariposas vuelan dentro de él. Ambos estamos disfrutando mucho del beso, moviendo y acompasando nuestros labios de manera dulce, a un ritmo tranquilo. Él me besa como si estuviera analizando mis labios. Como si los hubiera echado de menos y, oh... Se siente tan magnífico.

Finalmente, se separa de mí, abriendo sus ojos y mirándome fijo. Yo le sostengo la mirada y después lo miro sonreír. Se aferró a mi cuerpo, abrazándome. Su cabeza quedaba a la altura de mi barbilla. Lo envolví entre mis brazos y oí que suspiró.

—No renuncies, Austin... Por favor.


In These Veins.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora