[Capítulo 4] Desde cero.

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Después de aquella platica nocturna paso una semana, donde no podía parar de pensar en ✶✶✶✶ y Dairé. Por eso mismo es que en mis clases me había atrasado considerablemente a comparación de mis compañeros. Eh incluso había olvidado algunos trabajos y tareas para entregar al día siguiente, comenzaba a estresarme.

- Eh Joel, ¿estas bien? – Sentí como me daban palmadas amistosas en mi hombro dándome cuenta de que me estaban hablando, sacándome de mi mundo.

- Milo... Si, estoy bien ¿Por qué? – Un chico se acercó a hablarme. Tenía mi estatura, de cabello largo, negro y ondulado que siempre se peinaba en un molote atado solamente por un pincel horroroso y desgastado, con las puntas manchadas de rosa fucsia, secas y tiesas, muchas veces los pigmentos de rosa caían sobre su cabello negro, dándole cierta personalidad.

-Wey has estado más callado de lo habitual, sueles ser el primero en entregar todo y ahora eres el ultimo, ¿Pasa algo? – No pude evitar soltar un suspiro mientras me tallaba uno de mis ojos con una sola mano para después mirar el lienzo que estaba en frente de mí. Apenas podía verse el inicio de unos brochazos para ver la dimensión o la posición de lo que quería pintar... pero el problema, es que no había nada que quisiera plasmar.

- Solo... tengo un bloqueo y eso me estresa y eso causa más bloqueo- Dije sin tratar de ocultar mi voz irritada y cansada.

- Chale, eso sí que es una mierda... - Se quedo pensativo - ¿Por qué no vas con nosotros? Algunos amigos iremos a comer algo después de clases, haremos una sesión de dibujo libre, ya sabes, para soltar la mano, la inspiración, tal vez eso ayude a tu mente a poder desenredar tu maraña de ideas – Milo me dio otros golpes en el hombro con la palma de su mano, esta vez con un poco más de fuerza. Tratando de que me animara.

- Tal vez sea una buena idea –

-Claro que sí, mis ideas siempre son geniales, por eso siempre te piso los talones en cada clase – Con una sonrisa casi cuadrada mostrando sus dientes volvió a su lugar, cuando toco la campana.

Todos comenzamos a ordenar nuestras cosas y a guardar nuestros materiales para poder seguir en casa y la siguiente clase solamente terminarlo, a veces me molestaba tener que estar tan cargado siempre, con bastidores, pinturas, pinceles y todo tipo de material experimental para todas las clases que tenía al día. Aunque siempre valía la pena al final, cuando estaba en la secundaria o incluso en la preparatoria vivía la vida de un día a día, en un pésimo sentido, porque nunca miraba más allá del mañana, realmente nunca tuve intensiones de vivir mucho tiempo. Después de la muerte de mi padre y de la llegada de mi padrastro y hermanastro las cosas se volvieron mucho más difusas, solo cumplía con lo que tenía que cumplir, comer y dormir a mis horas, hacer los trabajos y las tareas, pero... jamás imagine un futuro muy lejano.

Me pasaba las tardes y momentos tranquilos de mi vida dibujando, era divertido y me distraía, tampoco tenía muchos amigos, más bien, no tenía amigos, mi único amigo era Félix y él al ser siempre un alma extrovertida sí que tenía muchos amigos, así que no siempre podía estar conmigo, entonces al estar solo siempre podía distraerme de mi propia mente dibujando.

Y, aun así, nunca me imagine un futuro donde estudiara o me dedicara a ello. Dibujar siempre fue un hobby que nunca podría hacerme una vida. También tenía esa idea de que mi padrastro nunca me apoyaría para estudiar algo que tuviera que ver con el arte.

Al final... esa persona que trato todos los días de sepultar, me enseño tantas cosas que aplique con los días, con los años, porque, donde quiera que estuviera quería que al verme no se pusiera triste porque me deje caer. Y al parecer... fue algo que siguió haciendo, porque, aunque seguramente estuviera solo y tuviera que empezar su vida de cero había logrado sobrevivir y sonreír de esa forma, como aquella noche. Tuvo que haber luchado a cada segundo.

[DAME 5 RAZONES] El color de tus ojos. 《BL》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora