Camino al departamento trataba de mantenerme serio, de disfrutar de la música de mis audífonos y mantener mi mente ocupada.
Pero por más que trataba, mis mejillas se tensaban y una sonrisa salía a relucir, podía sentir mis orejas calientes, mi estomago se sentía revuelto y tenía un cosquilleo en los brazos.Por más que quisiera mantenerme quieto, era como si alguien me estuviera haciendo cosquillas en mi interior, no podía dejar de sonreír y de reírme a un volumen bajo. Parecía un idiota a media calle, aunque podía fingir que estaba en llamada por mis audífonos, pero, aun así, aunque yo quisiera negarlo ... era un idiota enamorado.
Pude hablar con Joel, pude disculparme por lo que le había hecho. Estaba temblando en ese momento cuando estaba frente a él. Pero después de pensarlo tantas noches a solas en mi habitación, dándole vueltas una y otra vez, me jure que si lo volvía a ver le pediría perdón. Después de todo no sabía lo que él pensaba, no sabía si me había reconocido o no. Y me aferraría a la idea de que había cambiado tanto y tan drásticamente que él no me reconocería y fue así.
Cuando comenzó a preguntar por mí y a tener una conversación de lo más normal, pude respirar sin dificultad y mi ansiedad pudo largarse por fin. Pero me sentí tan cómodo con él como hace años atrás, que no me había dado cuenta.
No solo me había sentido cómodo, feliz y mi ansiedad se había esfumado... sino, que, con un solo pestañeo, con una sola sonrisa... había caído enamorado de él otra vez. Maldición.
Cuando llegue a mi departamento, ya había anochecido, pues me pasaba toda la semana trabajando de tiempo completo en la cafetería. Había tenido mucha suerte de poder encontrar un trabajo que me pagaba bien y que el ambiente en el mismo fuera tranquilo y agradable, además de que sorpresivamente el jefe fuera una muy buena persona. Y como yo no estudio, puedo trabajar ahí sin ningún problema todo el día de lunes a viernes. Yo no soy religioso ni mucho menos, de hecho, si tuviera que decirlo creo que más bien le tengo cierto odio a la religión...Pero inconscientemente siempre le agradecía a un todo poderoso por siempre cuidarme. Pues había logrado sobrevivir 4 años por mi propia cuenta. y no creía tener tanta suerte.
Subí las escaleras del pequeño edificio de 3 pisos, saqué las llaves y entre con cuidado al departamento, pues algunas veces mi compañero traía a alguna chica aquí aprovechando cuando yo iba al trabajo.
No me molestaba. Henri era una buena persona, podía ser algo desordenado, pero creo que todos a cierto grado lo hemos sido y él siempre cumplía con la fecha para el pago y para la limpieza del departamento. Sin mencionar, que algunas veces me compartía de la comida casera que le hacia su madre.
Cerré la puerta y me quité los audífonos para poder saber si aquella noche tenía que irme directo a mi habitación o podía ver algo en la pequeña sala improvisada. Pero no hubo ningún sonido extraño.
-Eh Dáire haz vuelto, ¿qué tal el trabajo? - Salió Henri del baño con una toalla en la cintura y con otra más pequeña secándose el cabello.
-Puta madre Henri- Maldije en un salto, sosteniendo mi pecho y cerrando con fuerza los ojos. - Siempre tienes que aparecer de la nada-
- Solo salí del baño jajaj tu eres muy fácil de espantar - Se acerco a mí y yo lo fulmine con la mirada.
-Bueno al menos haz algún tipo de ruido o de presencia aquí, no sabía si tendrías compañía hoy - nos saludamos chocando las manos para después dejar mis cosas sobre el sofá.
-No. Hoy más bien fui yo con Ann a ver nuestro departamento-
Iba a calentar algo para cenar, pero me quede confundido frente a la mesa del comedor.
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[DAME 5 RAZONES] El color de tus ojos. 《BL》
Teen FictionJoel, un joven que tuvo una adolescencia aburrida ahora está pasando lentamente a la vida adulta, estudiando artes en una ciudad lejana a su ciudad natal. Hasta que en una noche al salir con sus amigos a una cafetería presencia un pequeño concierto...