[ Capítulo 8] Miedo al exito

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- ¿Y no piensas irte a tu casa? – Pregunto el peli naranja concentrado en la pantalla de la sala común, mientras relajado jugaba Mario Kart a mí lado. No podía entender cómo es que él podría ser tan bueno jugando y aun mantenerse tan sereno y calmado, sosteniendo el control incluso con pereza y con todo su cuerpo recargado en el sofá.

- Iba a irme, pero ya me dio flojera, además que ya es muy tarde – Eleonor sentada en el otro sofá restante que era mucho más pequeño, acostada solo mantenía la vista en su libro, con una luz tenue de la lampara a un lado de ella que le ayudaba a poder leer sin tener que lastimar sus ojos. - ¿Por qué me quieres correr? –

- Porque mi casera no permite visitas y menos nuestros compañeros, aunque eso ya lo sabes –
- Además de que tú no eres foránea –
- Y tienes una mansión por casa –
- Nosotros deberíamos de estar haya y que nos des de comer y poder soportar hasta el viernes – Hablamos enumerando cada cosa favorable que tenía nuestra amiga privilegiada.

- No sabía que en el contrato de amistad, estaba el darles un hogar y comida gratis – sin despegar la vista de su libro, al igual que nosotros de la televisión, ella con un gesto casi elegante cambiaba de hoja.

- Esta en las letras pequeñas – Finalizo Félix con una sonrisa triunfante al momento en el que él había cruzado la meta, ganando un primer lugar y yo un segundo. Él se levantó del asiento y camino hasta la cocina mientras yo me quejaba de mi segundo lugar desparramándome en el sillón.

- Pensé que los amigos no tenían reglas – Siguió la pelirosa con una sonrisa tranquila, incluso moviendo la punta de sus pies que colgaban de uno de los braceros del sofá.

- Lamento explotar tu burbujita de privilegio whitexican, pero así es, tienes unos amigos foráneos y necesitados de tu caridad – salió de la cocina y le tendió un vaso de vidrio con jugo de naranja, tomándolo Eleonor casi por inercia. Yo no pude evitar sonreír al ver la escena desde mi lugar. Pues desde el inicio siempre fueron así, eran discusiones, peleas el uno al otro pues amaban molestarse mutuamente, pero, aunque ellos no lo dijeran en voz alta, la verdad es que inconscientemente siempre se cuidaban las espaldas. Era como si en una llovizna, los dos estuvieran discutiendo bajo de ella, pero no podían darse cuenta qué entre los dos estaban sosteniendo un paraguas para que el otro no se mojara y enfermara.

Por esta interacción muchos de sus amigos o compañeros los shipeaban, decían que los dos estaban enamorados el uno del otro, pero la verdad es que ellos aunque se quisieran mucho, solo se tenían un amor de hermanos y cada vez que alguien los correlacionaba de una manera meramente romántica a los dos los incomodaba y podías ver en sus rostros una cantidad de asco inimaginable, por más que quisieran, no podían imaginarse como una pareja romántica, incluso la sola idea de un simple beso de peda, les daba arcadas. Incluso yo lo llegue a pensar en algún punto de nuestra amistad, pero nunca se los mencione, después de tiempo, fue que logre comprender que realmente ellos solo se miraban como hermanos. Era algo similar como cuando a mí me mencionaban que Félix y yo terminaríamos juntos, ese pensamiento, solo hace que se me revuelva el estómago.

- Pero ya en serio Eleonor, debes de irte antes de que se haga más tarde – Continuo Félix sentándose a un lado de mi con su respectiva bebida. – Nuestros compañeros no tardan en llegar y después de la última vez, no soporto verlos a la cara – Irritado puso su vaso sobre la mesita de madera frente a nosotros.

Félix y yo vivíamos en una casa compartida en una privada, no era tan cara ni tan fifi (expresión mexicana que da a entender que no era tan elegante, costosa o la gran cosa). La casa tenía un pequeño jardín delantero en donde a los perros de la vecina les encantaba ir cagar y miar, y sus dueñas ni siquiera se molestaban en recogerlo, por lo que nosotros teníamos que hacerlo al tener que limpiar la casa. Tenía una pequeña sala que se juntaba con el comedor y un pequeño ventanal que daba hacia un patio trasero, al cual le caían las hojas de un árbol que tenía otro vecino y este no tenía pasto, solo eran piedras. Después conectado con la sala y comedor, una cocina miniatura donde no podían estar más de tres personas reunidas ahí. Unas escaleras que daban a la planta de arriba, donde solo había dos habitaciones, una que la compartíamos Félix y yo y otra habitación mucho más grande que era compartida por otras dos personas... que eran pareja. No eran malas personas, de hecho, pasamos bastante tiempo siento roomies los 4, pero este último mes se habían vuelto algo... irritantes por no decir toda la lista de cosas que a mí y a Félix nos molestaban.

[DAME 5 RAZONES] El color de tus ojos. 《BL》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora