❝Mi Jefe❞

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Cuando llego a casa, Jack; mi perro me recibe. Es un encanto. Leo la nota en que mi hermano me explica que le ha dado la medicación y sonrío.

Tras quitarme la ropa me pongo algo más cómodo y me preparo algo de comer. Cocino una rica pasta, me lleno el plato y me siento en el sofá a ver la tele mientras la devoro.

Cuando acabo con todo el plato, me recuesto en el sofá y, sin darme cuenta, me sumerjo en un sueño profundo hasta que un sonido fuerte me despierta de repente. Adormilada, me levanto y el pitido vuelve a sonar. Es la puerta principal.

-¿Quién es? -pregunté, frotándome los ojos.

-__________. Soy Carlos.

Entonces, me despierto rápidamente. Miro el reloj. Las seis en punto. ¡Por favor! Pero ¿Cuánto he dormido? Me pongo nerviosa. Mi casa está hecha un desastre. El plato con los restos de la comida sobre la mesa, la cocina en mal estado y yo tengo una pinta horrible.

-__________, ¿me abres? -insistió.

Quiero decirle que no. Pero no me atrevo.

¡Oh, ¡Dios, está todo sin lavar!

El timbre vuelve a sonar. Me miro en el espejo. Tengo el pelo desordenado. Lo arreglo como puedo y corro a abrir la puerta.

Cuando abro, jadeo por las carreras que me he metido y me sorprendo al ver a Carlos vestido con un pantalón negro ceñido al cuerpo y una camisa roja que marcaba sus músculos. Está hermoso.

Como si fuera tonta, me apoyo en la puerta. El me mira de arriba abajo. Estoy a punto de gritarle: «¡Ya lo sé! Estoy horrible». Pero me sorprende cuando me dice:

-Me encantan tus tenis.

Me pongo roja como un tomate al mirar mis tenis de Bob Esponja que mi sobrina me regaló. Carlos entra sin que yo lo invite. Jack se acerca. Carlos se agacha y lo acaricia. A partir de ese momento Jack se convierte en su aliado.

Cierro la puerta y me apoyo en ella. Carlos me mira, se levanta y me entrega una botella.

-Toma, preciosa. Ábrela, ponla en una cubeta con bastante hielo y toma dos copas.

Asiento sin rechistar. Ya está dando órdenes.

Al llegar a la cocina, saco la cubeta que me regaló mi hermano en mi cumpleaños, echo hielo en ella, abro la botella y, al meterla en el hielo, me fijo con curiosidad en las pegatinas rosas y leo «Moët Chandon Rosado».

-Dijiste que te gustaba la fresa -escuché mientras siento cómo me pasa la mano por la cintura para acercarme a el - En el aroma de ese champán domina el aroma de fresas silvestres. Te gustará.

Extasiada por su cercanía, cierro los ojos y asiento. De pronto, me da la vuelta y quedo apoyada entre el lavaplatos y el. Mi respiración se agita. El me mira y entonces hace eso que tanto me gusta. Se agacha, acerca su lengua a mi labio superior y lo repasa.

¡Dios, qué bien sabe!

Abro mi boca a la espera de que ahora me repase el labio de abajo, pero no. Me levanta entre sus brazos y luego mete su lengua directamente en mi boca con una pasión voraz.

Enrosco mis piernas en su cintura y, cuando el pega su entrepierna en el centro de mi deseo, me derrito. Sentir su excitación dura y caliente sobre mí me hace querer desnudarlo. Pero entonces separa su boca de la mía y me pregunta:

-¿Dónde está lo que te he regalado hoy?

Vuelvo a ponerme colorada.

-Ahí.

Carlos Belcast One Shots [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora