Capítulo 7: Una vez fui como vos.

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Una vez más, Amado se encontró con la noche oscura del Escorial, pero esta vez se dio cuenta de que estaba solo al notar que su amigo ya no estaba con él. A lo lejos vio a su objetivo: Alai, Mora, Nina y él mismo observaban todo lo que pasaba expectantes. No entendía por qué Bruno no estaba ahí con él, pero estaba bien, él podía resolver esto solo. Era un adulto después de todo.

¿Qué había salido mal? Jazmín tenía que ser descubierta por las alarmas, pero Alai había hecho que se activaran antes de tiempo, causando que la descubrieran cuando Joselo aún estaba ahí. Tenía que evitar que eso pasara. Así que se escabulló por el murallón hasta que encontró lo que buscaba y logró desconectar la luz. Eso le compraría algo de tiempo.

Observó como los cuatro chicos contemplaban como Jazmín se colaba dentro del Escorial, estuvo ahí un tiempo hasta que las luces se encendieron y dos guardias la descubrieron. Todo parecía normal.

-¡Mamá!-Escuchó gritar a Alai, asustada. Él mismo se asustó, pensando que todo el plan se había arruinado, pero se alivió cuando se asomó y no vio nada. Ellos habían desaparecido y los guardias no habían visto nada. O al menos eso creía.

Sintió como una persona lo tomó del pelo. Luchó con todas sus fuerzas, pero no pudo zafarse. Lo arrastraron hasta el interior del lugar, que era incluso más horrible que sus jardines. Lo ataron a una silla para controlarlo hasta saber qué hacer con él.

-Bruno.-Susurró Amado llamando a su amigo para que lo sacara.

-¿No viniste solo pibito?

-Tuvimos un intento de fuga.-Informó otro guardia. -Parece que los rebeldes de Bedoya prefieren estar acá.

-¿Y este vino con ellos?

-No es de Bedoya.-El guardia levantó la cabeza agachada de Amado halándole el pelo. -¿Sos mudito? -El guardia lo levantó con excesiva fuerza de la silla y lo empujó. Amado era  difícil de controlar, pero lo agarraron entre cuatro guardias y uno le dio un fuerte golpe en el estómago para que se quedara tranquilo. Dos guardias lo tomaron de los brazos y lo hicieron caminar. Pasaron por un cuartito donde vio a Tacho atado de ambas manos.

-Tío...-Susurró.

-Así que podés hablar.-Rio el guardia y lo empujó a una celda cercana. No había ni siquiera una cama, solo el suelo frío, olor a humedad y un aislamiento completo. -Quedáte acá. Mañana veremos que hacemos con vos.

Amado miró a su alrededor. El frío era insoportable, el silencio era abrumador y las ratas y las cucarachas abundaban. Él se hacía el rudo, el rebelde, pero no podría sobrevivir mucho tiempo en un lugar así. Hubo un tiempo en que su tío Tacho era su héroe y ni siquiera sabía todo lo que tuvo que pasar, era su héroe porque siempre podía contar con él. Ahora tenía otra razón para admirarlo.

De pronto, otro guardia entró al lugar. Amado se alejó de la puerta.

-Te vengo a rapar.-Informó el guardia.

-No pará, yo no tengo piojos.-Dijo Amado, a la defensiva. El guardia se comenzó a reír y de repente su rostro cambió. Amado tuvo muchas ganas de matarlo. -Sos un tarado.

-Y vos un salame.-Se rio Bruno.

-¿Ya está? ¿Cambió el futuro?

-Alai está a salvo. Las chicas también cumplieron su parte.

-¿Y por qué carajos sigo acá? Sacáme de esta pocilga.

-¿Vos entendés por qué te dejé acá?

-¿Sos tonto? ¿Vos me dejaste?-Bruno lo miró y Amado comprendió. Desde que eran muy chicos aprendieron a entenderse solo con la mirada. Cuando eran niños y estaban por hacer una travesura, o cuando querían hacer trampa en el colegio, o cuando querían escaparse a un boliche. Una mirada y listo. -Sé que tomé malas decisiones cuando te fuiste.

Una breve historia de viajes en el tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora