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❝𝐅𝐀𝐈𝐑𝐘 𝐓𝐀𝐋𝐄❞ •. ✶ ━ carl grimes & female oc
⊛ El nombre de la historia viene siento algo más irónico. Ya que significa "cuento de hadas" por claras razones esta historia no es un cuento de hadas ⊛
⊛Alaska: significa "t...
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˖ִ ࣪⚝₊ ⊹˚🪐
— ¿Qué estás haciendo? –alguien habló a mis espaldas.
— Intento arreglar el destrozo que hizo Glenn en mi cabeza –dije mientras casi me arranco un mechón de cabello con el peine. Era agobiante tener tantos nudos y las ganas de raparme estaban a punto de superarme.
Resulta que Glenn ofreció su ayuda con el tema del cabello, el cual estaba repleto de vómito, sudor, tierra y otras cosas de las cuáles no quiero recordar. Pero fue un error aceptarla, ya que aparte de casi ahogarme viva en el río, lo enredó todo dejándolo hecho un desastre.
Mientras reflexionaba el por qué de mi existencia y cuántos pecados tuve que haber cometido para terminar de esta manera, me di cuenta que no me había tomado el tiempo de saber quién me hablaba. Noté la voz chillona e infantil y volteé inmediatamente al darme cuenta de quién era.
Carl Grimes. No dejaba de ver una y otra vez mi rostro rojo de la vergüenza y luego el nido de pájaros que tenía en la cabeza.
Se hizo un silencio que pareció durar años en el cual solo nos observamos.
— ¿Qué es lo que tanto miras? –dije de mala gana cruzando los brazos en el pecho. El chico de inmediato abrió grande los ojos y desvío su vista hacía otro lado. Puede que haya sido un poco brusca al decirlo, pero me incomodaba que no parara de verme.
— Yo...yo te puedo ayudar –dijo al fin– Claro, si tú quieres obvio –dio unos pasos hacia atrás, casi tímido, aún negado a dirigir sus ojos nuevamente a mí.
— ¿Ah sí? ¡Me encantaría! –no pensé mucho en mi decisión, con una sonrisa de oreja a oreja le extendí el peine para que lo tomara, tardó un poco, pero finalmente lo hizo. Su rostro emanaba una felicidad inmensa, como si nunca lo hubieran dejado hacer nada más fabuloso que eso antes.
Me apresuré a sentarme en la tierra sobre mis tobillos ansiosa de que por fin alguien arreglara todo este desastre.
Carl Grimes tomaba mi cabello con suavidad y al peinarlo también lo hacía con la misma delicadeza.
Estaba empezando a anochecer, el frío era aún más fuerte estando cerca del lago y por las diferentes entradas del bosque no se podía ver nada salvo oscuridad.
Era aterrador.
Los dedos del menor de los Grimes, aunque pequeños, eran sigilosos y rápidos. No me había dado cuenta cuando soltó el peine de sus manos y solo se dedicó a observar el resultado final. Mi cabello por fin arreglado.
