Cielo

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Yuri había aprendido dos cosas con el paso del tiempo: la primera, que no debía guiarse por la moral. Dejó de pensar si sus acciones eran buenas o malas, ya que, sin importar de qué lado estuviera, para la otra persona siempre serían malas. Esto se debe a que la moral es ambigua y depende de demasiadas cosas que él no podía controlar. Lo segundo era que Mori daba miedo y siempre conseguía lo que quería.

Había pasado una semana desde el extraño fallecimiento del jefe de la Port Mafia y Mori se había posicionado como el nuevo jefe de la organización.

Yuri sabía que Mori había hecho algo y también sabía que Dazai había participado de alguna manera. El mayor había estado actuando extraño tras la muerte del anterior jefe, obviamente no era algo notorio.

Pero Yuri lo sabía porque había aprendido a entender a Dazai. Porque lo consideraba su amigo.

Lástima que para Dazai era todo lo contrario; no solo consideraba al menor molesto, sino que lo culpaba de su más reciente desgracia.

Si Mori solo necesitaba un testigo para cometer su traición ¿Por qué no utilizó a Yuri? Este último estaba mucho más cerca del pequeño pelirrojo que Dazai.

Sabía que Mori tenía grandes expectativas sobre él, pero ¿Por qué debía mancharlo a él?

Convertirlo en cómplice.

Dazai entendía perfectamente que no era culpa de Yuri, pero no podía evitar sentirse enojado. Después de todo, él también era solo un niño. ¿Por qué tenía que cargar con esos recuerdos mientras Yuri entrenaba sin preocupaciones en las zonas bajas?

Desde entonces, Dazai construyó una barrera entre ellos. Sabía que era infantil y que no resolvería nada, pero estaba herido y destrozado.

Apenas tenía doce años, pero debía cargar con el peso de haber presenciado el asesinato del anterior jefe a manos de Mori, y con el sentimiento de complicidad en ese acto. Sentía una profunda rabia al ver cómo Yuri, aunque ocupaba casi la misma posición en la mafia que él, no había tenido que pasar por lo mismo.

Se sentía rechazado incluso en la Port Mafia, roto y que lo habían despojado aún más de su humanidad.

Dazai, a pesar de sentirse resentido y herido, comprendía la manipulabilidad e inocencia de Yuri. Con astucia, decidió adoptar un enfoque más amigable hacia él, sabiendo que sería útil tenerlo bajo su influencia cuando fuera necesario. Sin embargo, en su interior, ya no lo veía como un igual ni mucho menos como un amigo; para Dazai, Yuri era simplemente un recurso, un objeto del cual podía beneficiarse según sus conveniencias en la compleja danza de la mafia.

Así, Dazai comenzó a acercarse a Yuri con una sonrisa fingida y palabras suaves, tejiendo una tela de engaños y manipulaciones para mantenerlo cerca. Cada gesto amistoso, cada palabra de aliento, estaba cuidadosamente diseñado para fortalecer su control sobre el niño pelirrojo, sin importarle en lo más mínimo los sentimientos o la humanidad de Yuri.

Aunque exteriormente mostraba una actitud de camaradería, en su interior Dazai sabía que su relación con Yuri estaba marcada por la falsedad y la conveniencia. En la despiadada jerarquía de la Port Mafia, los lazos verdaderos de amistad eran una ilusión, y él estaba dispuesto a aprovecharse de esa ilusión para sus propios fines.

Yuri noto el cambio de actitud inmediatamente, lo normal era que Dazai lo ignorara pero le permitía estar cerca. Ahora, era extrañamente cercano y hasta hacía pláticas con él de vez en cuando y eso era sospechoso para Yuri.

Sabía que algo había pasado y no tenía que ser muy listo para entender que Dazai no se acercaría a él de la nada, sin motivos de peso. Intentó ignorar a sus instintos que le decían que Dazai actuaba raro y simplemente quiso disfrutar de la nueva amistad que estaba formando con el mayor.

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⏰ Última actualización: Mar 18 ⏰

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