Bienvenido a la mafia

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El niño no entendía que estaba sucediendo, el edificio era muy lujoso y veía muchos adultos caminar por ahí con sus trajes elegantes. Se sintió un poco mal al llevar su ropa vieja y rota, sabía que no pertenecía ahí, de hecho, no pertenecía a ningún lugar.

Al ver tantos desconocidos, se acercó más a Mori. No entendió bien que era lo que pasaba, Mori hablo con un par de personas que parecían importantes y vio como una hermosa y elegante mujer le dió una mirada de arriba a bajo, se sintió algo intimidado.

Su ropa era vieja y desgastada, tenía vendajes en los pies porque sus zapatos ya no le entraban, estaba lleno de tierra y sangre.

La mujer le dijo algo a Mori por debajo de su abanico y luego se retiró, dandole una última mirada al pequeño.

La última parada fue en una grande oficina, dónde un señor ya de bastante edad se sentaba en la mitad de un ventanal, no prestó mucha atención a la que pasaba, pues los hombres con traje y grandes armas lo estaban asustando.

Fue feliz cuando salió de aquel lugar y de forma instintiva agarró la bata blanca del hombre, como buscando seguridad.

Lo llevo hasta una parte más alejada del lugar, una especie de edificio escondido entre las oficinas de la magia.

– Listo Yuri-kun. – Dijo Mori abriendo una puerta. – Ahora vivirás aquí y trabajaras para la Port Mafia.

– ¿Poto magia? ¿Que hacen aquí? ¿Yo realmente puedo hacer algo? – Pregunto con inocencia.

– No. – Dijo sonriendo. – Ahora eres un inútil para nosotros, pero... Tu habilidad tiene mucho potencial.

– ¿Habilidad? ¿Habla de la magia del agüita? – Respondió.

– Digamos que si, la magia del agua. – Suspiro. – Debes aprender a controlarla o matarás a otras personas como lo hiciste con tu madre.

Al decir esas palabras apretó con fuerza su pequeño hombro e hizo que el niño temblará de miedo.

– Ahora eres propiedad de la Port Mafia y harás lo que se te ordene ¿Entiendes? – Dijo. – A cambio te daremos comida, un techo y educación.

Sus ojitos se iluminaron cuando menciono comida, desde el incidente de la sopa no había comido nada más que algunos animales muertos que dejaban los depredadores del bosque.

– Ahora sígueme, te mostraré tu habitación. – Empezó a subir las escaleras y a guiar al niño hasta un tercer piso.

En el pasillo habían una cuatro puertas y solo una tenía algo escrito, intentó reconocer lo que decía pero solo sabía escribir su propio nombre.

– No tenemos muchos miembros de la mafia que vivan aquí. – Explicó. – Y los que viven aquí normalmente estan en misiones seguido, los únicos que se quedan permanentemente aquí son quienes están en entrenamiento.

Yuri asintió aunque no entendió bien lo que el señor le dijo, a veces usaba palabras muy complejas que él aún no conocía.

– Debes bañarte, hay un baño y ducha en la habitación. – Informó. – Kouyo, la señorita que viste hace poco, vendrá a traerte ropa más tarde. Debes estar limpio para cuando ella llegue.

Sin más, le abrió la puerta de la habitación, te entrego la llave y se fue.

Yuri ni siquiera tuvo la oportunidad de preguntar cómo funcionaba la ducha o si era similar a limpiarse en el río.

Entro a la habitación y todo le pareció fascinante. Había una cama y nunca había visto una, con su madre dormían en un futón que le había regalado el viejo Nijima hace unos meses, la mayoría de objetos que habían en su casa eran de madera y generalmente hecho a mano por su madre o desechados por quienes vivían en las zonas lindas de la ciudad.

Bungo stray dogs: El guardián de la lluvia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora