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Ya había pasado el medio día. Su estómago agradeció la nueva adición y cambio en su estricta alimentación.

Las patatas y sopas verdes sin carnes como castigo la habían hecho echar mucho de menos los alimentos ricos en grasa y, lo peor de todo, los dulces postres que eran un lujo y proeza conseguir en esas cuatro paredes que no estaban muy lejos del prospecto de prisión.

–¿Te has saciado?– Pregunta Harvey.

Sentados a un lado de la puerta qué da al patio trasero.

La pareja tenía una vieja costumbre de tomar té luego del almuerzo. Algo muy británico de su parte.

–Suficiente. No te preocupes, ¿hay planes para hoy?– Consulta dejando su propia taza a un lado y oliendo vagamente un trozo de queso.

Arruga su nariz y lo deja.

–Nada nuevo hasta recibir instrucciones de arriba. Puede ser mañana, como también dentro de un mes: nada es seguro.–

Enola asiente ante la nueva información, fundiendola con ahínco.

–¿Cuál es su misión aquí?–

Fleur resopla divertida y la mira.

Insegura teme haber presionado demasiado en medio de su emoción.

–No tienes qué-– se apresura a excusar.

La mujer alza una mano y sonríe, frotando su dedo anular sobre el borde de la taza de porcelana de regreso.

–¿Conoces las nuevas armas de fuego o la era de la ley decretada: 'la era de la prohibición' hace un par de años?–

Enarca una ceja y asiente lentamente.

–Las armas de Asia, se vendieron y distribuyeron en Europa como dulces. Sin embargo, las consecuencias de su uso desenfrenado llevó a la corona a actuar en consecuencia, siendo reiterado qué su aplicación es exclusivo para uso militar. Reino Unido, hizo acoplo de estas medidas de seguridad antes de que lleguen a nuestras costas y sus ciudadanos, o peor, las mafias. Desde entonces, estamos limpios.–

Harvey parece satisfecho con su respuesta inmediata.

Fleur sonríe.

–Exacto, pero realmente no es tan dulce como les hacen creer a las grandes masas. La realidad es que se está volviéndo un poco más complicada. Lo que vamos a contarte a continuación es información confidencial, Enola, y su divulgación llevaría a la preocupación colectiva, .–

Enola entrecierra los ojos pero asiente sin más. Jurando no decir nada con absoluta sinceridad, no es como si tuviera alguien para hacerlo de todos modos.

Y después de todo, no es más que una prueba...

–No trabajamos para tu gobierno, es más, habíamos acordado nuestro retiro hacía un año. Sin embargo, surgieron movimientos sospechosos aquí en la propia cámara de lores en Londres y  actividades sospechosas en sus fronteras.– Relata. –Y nuestros superiores creen absolutamente en nuestro repertorio: suponiendo que somos los únicos aptos para resolver y desentramar quienes son los sospechosos detrás de aquellos cargamentos fantasmas en las costas.–

–Espera...– Su ceño se profundiza y se siente un poco lenta por solo detenerse en esa parte. –¿Dónde estamos?–

Harvey se detiene y la mira extrañado.

–¿No lo mencionamos?. Estamos en Wiltshire.–

Boquea levemente y luego su expresión se ilumina en reconocimiento.

–Maldición... Son al menos tres horas de viaje hasta la capital.–

Con un resoplido dramático y poco femenino, se desploma sin la menor delicadeza en la tumbona del jardín.

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⏰ Última actualización: Sep 22 ⏰

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The Warren ᴱⁿᵒˡᵃ ᴴᵒˡᵐᵉˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora