❝Hay música de fondo, te estoy mirando. Eres como una bonita melodía.❞
No hay nada tan intenso y caótico como amar por primera vez. Puede ser torpe, loco, inmaduro, pero también es libre, puro y sincero.
Ryuwon ha estado enamorada de Taehyun desde l...
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Esa noche se convirtió en su noche. El hogar de Ryuwon tenía una peculiar decoración que le recordaba a ella y sí parecía tener su huella en todo. No había rastro de sus premios, nada sobre su trabajo en la música o algo por el estilo, solo era un espacio acogedor como cualquier casa familiar. Le gustaba esa sensación porque era algo que no encontraba en la suya desde que se mudó de la casa de sus padres. Le encantaba la idea de ver un refugio en ella y que, aunque él era mayor, podía tener un lugar seguro en alguien que era más fuerte que él en ese momento.
Ryuwon le presentó su casa, le enseñó cada rincón para quemar tiempo y le extendió una habitación por si quería quedarse. El nerviosismo en su voz al señalar la puerta no lo pasó por alto.
—¿Quieres que me quede? —preguntó él. Su rostro mostraba interés y un claro «quiero que digas que sí».
—Quédate.
Taehyun sonrió.
—Está bien, de todos modos no tengo energías para irme.
Ryuwon asintió y repasó en su mente lo que tenía que hacer después. La habitación que le había sugerido era siempre usada por su hermano menor y tenía mucho tiempo sin visitarla. Debía preparar la cama, mostrarle la ubicación de los productos de higiene en el baño, tomar un cepillo nuevo, tomar ropa prestada del armario y preparar té antes de dormir.
Taehyun decidió tomar una ducha por el viaje. Le daba vergüenza pedir las indicaciones para el baño, pero se sorprendió cuando ella misma lo llevó, le enseñó el lugar y le preguntó si le parecía bien usar la ropa nueva de su hermano. Ropa que era un obsequio que ella le daba de vez en cuando y lo guardaba en su armario. Fue un alivio verla explicar con entusiasmo y tratando de hacerlo sentir cómodo.
Tomó la ducha y todos sus músculos se relajaron con el agua caliente. Sus pensamientos también se ordenaron un poco después de lamentarse. Al salir, Ryuwon le recibió con una taza de té en la cocina.
—Es acogedora, me gusta —se refirió a su casa.
El cumplido le llegó directo a su humildad para derrumbarla.
—Tengo buen gusto, lo sé —afirmó orgullosa—. ¿Y sabes qué fue lo mejor? Que todo lo conseguí en descuento.
—Esto también sabe bien.
—Es una receta de la abuela. Siempre me tranquiliza cuando tengo ansiedad.
Miró el líquido amarillo y respiró profundo por el olor embriagante a hojas aromáticas. De verdad parecía bajar la guardia su mente ante él.
—¿Qué hora es? —le susurró a ella.
—Las doce. ¿Quieres descansar?
Las doce, repitió en su cabeza. Eso significaba que estuvieron alrededor de diez minutos fuera de sus autos, abrazados. Miró por la ventana que daba una vista a la ciudad y los edificios a lo lejos vecinos, con una impresionante nevada. Habían tardado demasiado bajo la nieve, con frío y ni siquiera se había percatado por su dolor. Eso también significaba que estuvieron a la vista de la gente por mucho tiempo.
