Pequeño bachecito II

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...

Bloqueé el móvil y lo tiré encima de la mesa, sin contestar, incapaz de tener mis ojos pegados a la foto ni un segundo más. Necesitaba darme una ducha. El día acababa de empezar y la distancia que había decidido mantener con la chica, colgaba de un solo hilo.

Afortunadamente, en relación a aquél tema, el día fluyó mejor de lo que pensaba. Directamente, a Chiara, ni la vi. Apenas vi a su padre, el director de hotel, que parecía emplear todo su día en hablar con clientes y dar vueltas supervisando, cerca de la recepción.

Tuvimos una breve conversación con él después de una reunión a pequeña escala, en la que le preguntó a Denna qué tal la habitación y si estaba a gusto. Comimos, dedicamos la tarde a realizar unas actividades formativas en grupo, y llegó la hora de volver a nuestras habitaciones y prepararnos para la cena de despedida.

Aunque la idea de Chiara se había mantenido presente en el fondo de mi mente todo el día, me había podido distraer con mil otras cosas. En aquél momento, sin embargo, y llegada la noche, su imagen empezaba a coger fuerza. Sabía que era el momento del día en que más posibilidades tenía de cruzarme con ella. Además, siendo el final del congreso, todo el mundo se lo iba a tomar con más calma y seguramente las copas se alargarían hasta tarde.

No iba a arriesgarme. Cenaría, me tomaría una copa para despedirme bien de todos mis compañeros, y me encerraría en la habitación. Y de hecho mantuve la intención hasta que llegó la hora de la verdad.

Después de la primera copa, viendo que Chiara no hacía acto de aparición y que la gente estaba muy animada, vino una segunda. Y una tercera. Y luego, vino Chiara.

Fue curioso, porque creí que llevaba todo el día en tensión, intentando evitarla, cuando en realidad, lo que me destensó fue verla sentarse en la barra, una noche más. En aquella ocasión, sin embargo, el bar estaba muchísimo más concurrido que en las noches anteriores.

—Ahí la tienes —indicó Denna, propinándome un codazo.

—Cállate —le ordené, desaprobando fuertemente aquél comentario.

Denna acercó su silla a la mía para poder hablar de una forma más discreta, no era necesario que Martin y el resto de compañeros de mesa se percataran de mis asuntos.

—No me puedo creer que esta chica haya conseguido tenerte comiendo de su mano en tan solo un par de días.

—¿De dónde sacas eso de que como de su mano? —fruncí el ceño, agarrando mi copa con ímpetu y dándole un largo trago.

—Ayer en el baño estabas fuera de sí, y mírate hoy. Te has vestido incluso más impresionante que de costumbre, y te ha cambiado la cara en cuanto la has visto sentarse.

¿Me había vestido mejor que de costumbre? Tal vez había sido de manera inconsciente, simplemente había elegido uno de los muchos vestidos que ya tenía planeados de antemano. Lo de mi expresión al vislumbrar a la morena, en realidad, me lo creía. Denna no era una persona exagerada, ni se inventaría aquello para hacerse la graciosa, cuando ya lo era de manera natural.

Chiara, por su parte, se sentaba en el taburete. Todavía no se había girado para buscarme con su mirada entre la multitud. Y sí, a mí me entraban todos los calores solo viendo la espalda abierta del vestido brillante que llevaba aquella noche.

—Joder. Vale. Puede que me ponga un poco nerviosa. Muy nerviosa, joder —repetí, moviéndome inquieta, en la silla.

Denna cabeceó, divertida.

—¿Ha habido novedades?

—No. Bueno, sí. Me ha mandado una foto esta mañana.

—¿Le diste tu número? —exclamó en voz baja, acercándose todavía más a mí.

Kivi- One shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora