La llamada

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Llego al hotel  bastante cansada, las entrevistas de hoy me han dejado agotada y supongo que toda la situación en general me está consumiendo.
Entro en mi habitación para coger ropa cómoda y ducharme, pero antes me siento en la cama para pensar, porque cuando he entrado en la habitación he visto la maleta abierta y un viejo y roto colgante que mi padre me regaló cuando era pequeña y que nunca me he atrevido a tirar, ha sido el momento en el que me he dado cuenta que desde que conozco a Violeta prácticamente no he pensado en el tema de su desaparición, esa granadina se está quedando con casi todos mis pensamientos. Sonrío incrédula y a la vez me siento agradecida por haberla conocido, no solo por todo lo que siento por ella, sino porque gracias a ella esa otra parte me está resultando mucho más fácil de llevar que nunca, aunque tengo ansiedad solo aparece en determinados momentos.

Entro en el baño y mientras me desnudo no puedo dejar de pensar en lo mucho que me gustaría que fuese Violeta la que estuviese en este momento quitándome la ropa, siento un pinchazo de placer entre las piernas y rápido las cierro asustada. Me ducho rápidamente intentando no pensar en la necesidad que siento de satisfacer mis instintos más primitivos, no pensé que me iba a costar tanto.

Como algo rápido y decido trabajar con el portátil desde la cama para estar preparada cuando el sueño se apodere de mí, pero me es imposible concentrarme, no puedo dejar de pensar en ella. Mi cuerpo reclama algo con una urgencia cada vez mayor y me avergüenza pensar en lo que dirá Violeta si llega a enterarse de lo que estoy deseando hacer, de lo que voy a hacer, de lo que he hecho sin poder apartarla de mi pensamiento.

No estoy mucho rato con el portátil, el cansancio que tengo sumado a la relajación que me ha provocado Violeta sin saberlo, hacen que caiga rendida en un sueño profundo del que no me despierto hasta las nueve de la mañana.

Lo primero que hago al despertarme es mirar el móvil para ver si Violeta me ha dicho algo, cualquier señal que me indique que ya está despierta y que puedo llamarla, porque eso es lo único que deseo hacer, hablar con ella. Siento una decepción enorme cuando veo que no hay nada, su última conexión es de hace una hora, así que supongo que estará ocupada.

Intento componer durante unas  dos horas en las que no dejo de mirar el teléfono cada pocos minutos, me siento nerviosa e inquieta, todo tipo de pensamientos se me pasan por la mente intentando buscar un motivo por el que Violeta no me haya dicho nada todavía, pero el que más me atormenta es pensar que se haya cansado de mí, que de pronto haya recapacitado y se haya dado cuenta de que todo esto que nos pasa es absurdo y no puede ir a ninguna parte.

El solo hecho de pensar en eso como en algo real hace que cada vez me sienta más triste y angustiada, tengo un nudo enorme en el estómago y poco a poco se me sube a la garganta.

Considerar la opción de no volver a estar con ella es simplemente impensable para mí, de pronto no concibo mis días si ella no está a mi lado, aunque sea al otro lado del teléfono. Decido enviarle un mensaje, me paso un buen rato escribiendo y borrando porque no quiero escribir nada que pueda agobiarla o que me haga parecer una desesperada, al fin y al cabo yo le había pedido que cuando saliera me buscara y no lo ha hecho. Pero tampoco quiero que piense que me es indiferente que no me haya dicho nada.¿Se habrá arrepentido de lo que paso?

Yo: Hola Vio. Supongo que debes estar ocupada con tus cosas, pero te he echado de menos...

Ese es el mensaje que decido enviarle, no añado ningún emoticono, no hay ninguno que describa lo mucho que la echo de menos y lo vacía que me siento sin ella. Me contesta quince minutos después.

Vio 💜: Te llamo en un rato.

Puede que yo esté demasiado sensible o que ya me esté afectando demasiado su ausencia, pero cuando recibo ese mensaje algo se me encoje por dentro y no es precisamente por algo positivo, me parece tan frío y seco que simplemente empiezo a llorar. No puedo dejar de pensar en que me va a llamar por compromiso, porque yo le he enviado ese mensaje y ahora se ve obligada a decirme algo para no quedar mal. Salgo al balcón con el móvil en una mano y un paquete de pañuelos de papel en la otra, me siento en el suelo igual que el otro día y lloro hasta que me canso. De vez en cuando tengo un espasmo respiratorio y la cabeza me duele horrores, lo único bueno es que al menos estoy cómoda sentada en el suelo.

Kivi- One shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora