Narrador.
La madrugada era inadvertida por todos aquellos que no tenían la noción del tiempo, parecía que no importaba cuando había asuntos más importantes y que la noche y día no había sido suficiente para arreglar el desastre de otros.
Sin embargo, para otros parecía ser una larga tortura.
Liz mordió todas sus uñas, se había cansado de intentar localizar a cierta morena, los mensajes de voz, las miles de llamadas, mensajes, ninguno eran respondidos hace horas.
— Majo aparece. — suplicó.
Era la única despierta en el departamento, nadie era consciente de lo que estaba pasando y estaba calando a la mujer.
Cansada de intentar sola, buscó ayuda sabiendo que la desaparición de María José ya no era normal.
Mientras una mujer buscaba el contacto de su mejor amiga, Daniela se había quedado en espera noticias de su padre luego de trasladarlo a una celda preventiva en el ministerio, su hermana por otro lado tuvo que irse al tener un hogar que atender.
La jinete estaba ansiosa, su mente era un torbellino donde buscaba encajar piezas valiosas.
Se puso de pie de golpe al ver a aquellas dos personas.
— ¿Lo consiguieron?— preguntó inquieta.
— Nada, no podrán verlo hasta dentro de unas horas. — explicó el abogado. — Sinceramente este asunto es muy grave.
La castaña suspiró.
— Joel, dijiste que debíamos prepararnos para algo, ¿qué es?
— Es sobre nuestro asunto. — murmuró llevándose a la castaña un poco lejos. — Tengo la sospecha de que Evelyn tuvo que ver con este asunto al igual que Samantha.
— ¿En serio?
— Samantha le dio mucho dinero a tu papá. — Daniela frunció el ceño. — Pero necesito que Maia este aquí, ella se está encargando de obtener la información que necesitamos para tener las pruebas.
— ¿Con eso mi padre podrá salir?— indagó la jinete.
— No sabría decirlo, tendríamos que ver qué tanto está metido en el asunto y con eso alegar sobre una libertad condicional o fianza.
— ¿Solo queda esperar entonces?— habló abatida, el abogado asintió.
— Serán solo unas horas.
Daniela asintió lentamente, tratando de obtener paciencia.
Buscó su teléfono en el bolsillo, encendió la pantalla pero el logo de batería baja fue lo que obtuvo de respuesta, suspiró guardandolo de nuevo.
— ¿Pasa algo?— se atrevió a preguntar Joel.
— Quería hablarle a María José, pero no tengo pila, ¿puedes prestarme tu celular?
— Claro.
El hombre comenzó a hurgar en sus bolsillos, frunció el ceño comenzando a buscar en su portafolio, negó ligeramente.
— Lo siento, por las prisas seguramente lo dejé en la oficina o en el auto.
— Está bien. — respondió tomando una bocanada de aire. — Después de ver a papá le llamaré a Poché.
Las horas pasaron, al igual que los cafés que entraron al sistema de Daniela, los claros del sol empezaron a colarse por la única ventana que había en el ministerio público, entretanto veía personas llegando a la jornada matutina para empezar a tramitar cualquier papeleo.
ESTÁS LEYENDO
Indeleble || Terminada
Hayran KurguEl amor no era algo que pueda borrarse o olvidarse de un gomazo, y descubrí que ella causaba el mismo efecto.