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Ambos japoneses caminaban por el pasillo de camino a su clase de Arte, Riki cargando la mayoría de materiales y la cartulina, mientras Mei andaba tranquilamente con el lienzo y un vaso plástico lleno de pinceles en la mano.

—Ya podrías llevar algo tú... —masculló el alto, a lo que la chica respondió mirándole desconcertada al no haberlo oído —Digo que podrías ayudarme un poco, apenas puedo caminar con todo esto —habló de nuevo, levantando levemente lo que llevaba en brazos para recalcar su molestia.

Ay, Nini, no te quejes tanto. Siendo tú alguien tan fuerte y grande, estás perfectamente hecho para cargar mercancías —respondió ella, resaltando los adjetivos con un tono irónico y riéndose a carcajadas cuando vio los ojos rasgados del chico mirarla con fastidio.

—Eres tan graciosa... —soltó él con sarcasmo.

—Lo sé —rio ella otra vez, para luego salir corriendo al interior de la clase antes de que Riki tomara su venganza en forma de una zancadilla.

Cuando él entró se sentó al lado de Mei, dejando las cosas sobre la mesa con una expresión de mal humor. La rubia se percató de ello y aprovechó el momento para molestarlo un poco más, pero esta vez de otra manera.

Recostó su cabeza sobre el hombro de Riki, cosa que solían hacer los dos, pero lo que hizo a continuación estaba fuera de la rutina de los amigos; la chica envolvió su mano lentamente alrededor del brazo contrario, sintiendo como el cuerpo se tensaba del nerviosismo.

—No te enfades, Nini, solo jugaba contigo —añadió ella a su pequeño intento de acelerar el corazón del japonés, cosa que claramente estaba consiguiendo.

Acarició el bicep sobre la chaqueta del uniforme con su pequeña mano y giró la cabeza para poder mirar al chico, apoyando ahora lo barbilla en su hombro.

La expresión de Riki fue digna de enmarcar, estaba sonrojado hasta las orejas, tratando de mantener la compostura y un rosto serio, aunque su mandíbula inquieta y respiración agitada delataban su verdadero estado.

Mei se cansó de buscarle la mirada y vagó su mirada por la clase, aún sosteniendo el brazo contrario con delicadeza. Hasta que su mano se apartó bruscamente y la falta de contacto entre los dos extrañó al más alto.

La miró el ahora, observando en su rostro una mezcla de vergüenza, rabia y fastidio, quizás algo que vio provocó ese repentino cambio de humor, así que pensó que lo mejor sería preguntar.

—¿Qué pasó? —dudó, y ella solo se limitó a girar la cabeza hacia él, mirándolo más tarde.

Uh... Nada, nada, ha sido sin querer —respondió ella con desinterés, volviendo a mirar al frente, aunque viendo de reojo a un grupo de chicas sentadas en diagonal a ellos.

Los ojos del japonés pasaron de la cara Mei a aquellas cuatro chicas que reían y miraban de vez en cuando a su dirección.

Se fijó especialmente en una de pelo negro, pálida y con un lunar en la mejilla derecha. Había escuchado que se llama Hyemin o algo así, pero nunca prestó mucha atención a su presencia.

Sin embargo, parecía que la chica si estaba bastante interesada en él, o ellos, porque no paraba de mirar a aquellos dos para después reír discretamente.

—¿Ha sido por ella? —se acercó a la rubia para susurrarle. Mei lo miró, la miró a ella y volvió a Riki, frunciendo el ceño.

Golpeó su frente con el dedo medio, mandándolo a callar con un rostro que reflejaba lo mismo que había notado él cuando se apartó de su brazo.

Es por ella.

El joven se quejó frotando su frente, preguntándose qué había pasado con Hyemin para que Mei reaccionara de esa manera.

—Hyemin es una estúpida, nada más —contestó de mala gana.

—Pues a mí no parece tan desagradable —dijo, volviendo a mirar a la pelinegra, devolviéndole la sonrisa cuando cruzaron miradas.

Mei, al ver la escena sintió como le hervía  la sangre, sin decidirse en si era mejor volver a pegarle a él o a aquella.

—Claro, porque intentar llevar al suicido a alguien es súper amable —soltó con sarcasmo, sonriéndole falsamente al chico.

—Espera, ¿ella fue la que...? —comenzó, sin atreverse a continuar la oración al ver a la pecosa asentir.

—Por su culpa, mis años de secundaria fueron un infierno así que, como comprenderás, la odio a ella y a la forma en la que nos mira, en la que te mira a ti —explicó, arrancando las pielecitas de su dedos.

Antes de hablar, Riki miró sus manos, girándose hacia la mochila de la chica para sacar alguno de sus pequeños cubos.

Le tendió el que había encontrado primero, y la chica lo agarró con desesperación, pulsando sus botones y moviendo las rueditas.

—Lo siento, si hubiera sabido que era una de esas no le hubiera sonreído —dijo él, mirando como el ceño fruncido de la chica se relajaba, pasando a una expresión más de pena que de rabia.

Al ver que no contestaba, el pelinegro se acercó rápidamente, dejando un beso fugaz en la mejilla contraria.

—Perdona, de nuevo.

Ella lo miró con los ojos aguados y más abiertos que nunca, lanzándose hacia él en un abrazo algo difícil al estar ambos sentados.

La envolvió con sus largos brazos, apoyando su barbilla sobre la cabecita dorada. Vio a Hyemin retorcerse de furia sobre su silla y, para molestarla más, besó la frente de la pequeña sabiendo que les estaba mirando, sosteniendo a Mei contra su pecho y dándole el confort que siempre estaba dispuesto a ofrecerle.

—Gracias, Nini.

—Voy a estar aquí para ti siempre, ya lo sabes.

₊˚ପ⊹ 𝗣𝗨𝗣𝗣𝗬 𝗟𝗨𝗩 ! 𖥻 𝘯𝘪𝘴𝘩𝘪𝘮𝘶𝘳𝘢 𝘳𝘪𝘬𝘪 ˖ ࣪☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora