Karol Jamás Te Irás De Mi Lado©

Química En Nuestras Miradas

"Las personas son engañosas; pueden demostrar la parte más “sincera” y aun así, usar eso para su propósito."

Ya habían pasado varios días, estaba en shock, solo pensaba en escapar. La actitud de Manuel había cambiado, estaba más “estable”, si se puede decir así.

—Karol, Karol. No sé en qué estaba pensando desde que tuvo ese sueño… Ni siquiera sé qué soñó, pero estoy seguro de que está planeando algo. Lo veía en sus ojos.

—¡Karol! —dijo, en voz alta, girando mi cabeza y acercándose a mí.

—¿Qué te ocupa tanto? —pregunto él .

Mi corazón latía muy rápido. Yo… —dije, casi inaudible—. Nada —miré hacia una esquina—  Él acercó su mano a mi cara. Me levanté y lo miré con desesperación en todo mi ser.

—No me toques —dije, alterada.

—Karol, recuerda que estoy siendo muy paciente, no abuses —dijo, Manuel.

—¡Acércate! —recriminó casi gritando.

Ella se quedó ahí, no se inmuto ni parpadeó—. Acércate ahora, no te pasará nada.—mencione con una mirada retadora.

Esas palabras no me inspiraban nada de confianza. En sus ojos podía ver lo enojado que estaba, pero había algo que me llamaba mucho la atención. Tal vez era su cabello que caía de un lado o esos ojos que aún no puedo descifrar. ¿Qué tal su cara tan perfecta?

Se acercó violentamente hacia mí y lo único que pude decir fue:

—¡Lo prometiste! —me agaché un poco y coloqué mis manos en mi cabeza esperando el golpe.

—¿Qué? —dijo con una pizca de ironía—. ¿Crees que puedes manipularme? —Ella permaneció inmóvil. Podía ver cómo temblaba ligeramente; se veía tan tierna, tan frágil, tan mía. La abracé con fuerza y la levanté, colocando sus piernas a ambos lados de mi torso. Ella solo se tensó. La llevé a la habitación y la dejé allí; tenía muchas cosas que hacer.

Me sentía mal físicamente, pensaba mucho en mis padres, en lo que habría pasado si ellos no me hubieran vendido. Aún no entendía por qué las personas que se supone que te tienen que amar más que nada en el mundo te desechan como basura, te regalan por dinero, venden tu cuerpo, tu alma, tu ser. Pienso en esos momentos donde mamá me ayudaba a hacer tortas de chocolate, en su sonrisa, en papá llegando del trabajo y yo corriendo para abrazarlo. Todo eso fue mentira y pienso: ¿En qué momento dejaron de amarme?

Sentía un gran vacío dentro de mí y solo comencé a llorar. No niego que mi actitud no era la mejor, pero jamás los metí en problemas, mis calificaciones eran de un promedio alto. ¿Cuál fue la gota que derramó el vaso? Yo estoy aquí con un loco que de la noche a la mañana se obsesionó conmigo mientras ellos pueden estar disfrutando de su dinero. Ellos son lo único que tengo. Recordé a mi tío Carlos y salté de un brinco.

—¡Nana! …¿Nana? —llamó Manuel, a gritos.

—Ya voy, joven, aquí está —respondió la  Nana.

—Por fin le llevaré los exquisitos hotcakes a mi pequeña —dije, con un toque de estrés.

Entró a la habitación y me vio con las piernas recogidas contra el pecho. Al verlo, me reincorporé y miré los hotcakes.