I Won't Say I'm in Love [BAKUDEKU]

5. La verdad sale a la luz

Aizawa buscó al joven de ojos verdes, el cual se encontraba en un campo de entrenamiento. Estaba haciendo ejercicio de forma animada.

Su tonta sonrisa denotaba la felicidad que sentía.

El sátiro se aproximó a él. Odiaba tener que romper sus ilusiones acerca de Bakugo, pero el muchacho merecía saber la verdad.

—Tenemos que hablar —comentó.

Izuku se alegró de verlo y comenzó a explicarle lo maravilloso que había sido aquel día. Le contó los lugares a los que fueron.

Sobre todo habló del rubio y de lo genial que era este último. Cada vez que Aizawa abría la boca, Deku lo interrumpía emocionado. Aquello parecía un monólogo.

Mientras trataban de conversar, Pegaso se vio atraído por la presencia de una hermosa yegua. Trotó hacia ella y ambos entraron a un establo.

Sin embargo, se trataba de una vil trampa orquestada por All For One. La yegua se desvaneció en una especie de humo negro.

Aparecieron los secuaces del dios y apresaron al caballo sin que nadie se diera cuenta.

—Debo agradecerte esto, Aizawa. Jamás lo hubiera conocido de no haber sido por ti.

Izuku seguía en su mundo, por lo que el sátiro, ya harto de la situación, le gritó:

—¡Es un engaño! ¡Un timador! Te ha estado tomando el pelo.

El pecoso arqueó una ceja y le quitó importancia al asunto.

—No digas tonterías. Él no sería capaz de hacer algo así.

—No son tonterías, chico.

—Sé que estás disgustado porque me salté el entrenamiento, pero...

—No sabes nada. De hecho, dudo que entiendas lo que está pasando.

—Lo único que entiendo es que lo quiero —confesó avergonzado.

—Pues te aseguro que él a ti no.

—Eso no es cierto.

Comenzaron a discutir hasta que finalmente Aizawa desistió.

—De acuerdo, si no quieres afrontar la verdad, allá tú.

Aquellas palabras resonaron por todo el lugar en forma de eco. El sátiro se alejó decidido y un poco cabizbajo.

—Espera, ¿a dónde vas? —cuestionó incrédulo.

—A subirme a la primera barca que zarpe. Me vuelvo a casa.

Izuku lo miró con tristeza, abrió la boca, pero sus labios parecían estar sellados.

Se le erizó la piel al notar que alguien lo observaba desde la distancia.

Un ser que emanaba oscuridad y maldad hasta por los ojos, se le apareció como por arte de magia y empezó a hablar con él, alegando que era el dios de los muertos.

—Sea lo que sea que quieras, no estoy interesado —reclamó. La verdad es que no estaba de humor para estupideces.

—Créeme, lo estarás —susurró y continuó con su discurso—. Verás, por alguna molesta razón, no dejas de interponerte en mi camino.

—Se ha equivocado de hombre —respondió confuso. Aquel tipo no le brindaba confianza.

—Escúchame —espetó furioso y lo agarró con fuerza del brazo. Trató de calmarse, ya que estaba a punto de sacarle los ojos—. Te estaría eternamente agradecido si te tomaras un día libre como héroe.