4 años antes...
Me miro en el espejo, asegurándome de que la máscara que he perfeccionado con los años esté intacta. Practico mi sonrisa una y otra vez, hasta sentirme satisfecha con lo real que se ve en mi reflejo y que transmita lo que quiero: verme diva, mimada, costosa, inalcanzable. Ah, y sobre todo, muy insoportable.
Muchos podrían preguntarse por qué quiero que la gente me vea de ese modo y la respuesta es sencilla: soy Montserrat Díaz, he crecido rodeada de hombres. Mi mamá me ha dejado el enorme peso de ser la única mujer de la familia y, para colmo, soy la hermana menor. Claro, no es lo único que me dejó mi madre.
También tengo un gran vacío en mi corazón, que nadie podrá llenar jamás. No tengo recuerdos de ella porque murió antes de que pudiera crear recuerdos conscientes de mi vida, cuando apenas tenía dos años.
Mejor dicho, mi padre la orilló a ese destino fatídico. No veía otra salida, quería librarse de Leonardo Díaz porque la hacía miserable. ¿Lo peor de todo? Que debo tenerlo comiendo de mi mano para lograr todo lo que quiero.
Las apariencias han sido mi pan de cada día, por ellas es que puedo soportar cada minuto de mi vida. No puedo mostrarle al mundo cuando algo me duele, cuando me siento decepcionada y triste. Porque si demuestro que también soy débil... me pisotearan.
Y yo jamás estaré bajo la suela de nadie. Todo lo contrario, prefiero ser yo la que pise a los demás antes de dejar que le abran un agujero más a mi corazón.
—Ay, mamita... —suspiro, mirando la fotografía que reposa en mi vanity. Ella me tiene cargada en brazos, con una sonrisa en el rostro—. ¿Sonará ilógico si digo que te extraño demasiado?
Se supone que no se puede extrañar algo que nunca tuviste, pero sí se puede anhelar y yo daría lo que fuera por tener a mi mamita un día conmigo. Solo un día, hablar con ella, conocerla, tener así sea un solo bendito recuerdo de ella.
Respiro hondo, sacudiendo mi cabeza para apartar todo este sentimentalismo. En este momento no lo necesito, sino todo lo contrario. Debo ser un muro, alto, inquebrantable e inalcanzable. No me importa cuán aislada me deje.
—Bueno ya, Montserrat. ¿Qué es está lloradera? —le pregunto a mi reflejo y me limpio las lágrimas del rostro—. Siempre diva y costosa, pendeja. ¿O eso no fue lo que aprendimos, uh?
Me rio porque debo parecer una loca hablando conmigo misma, pero a estas alturas de la vida... ¿qué importa, cierto?
Hoy inicio clases en la "Escuela de Gastronomía Mexicana", una de las mejores de Ciudad de México, y estoy feliz. Esto es solo un paso más que me llevará hasta lo que realmente quiero: crear la marca de vinos del negocio familiar.
Aunque mi padre dice que no me permitirá hacerlo, él cree que por ser mujer no puedo llevar una empresa y quiere dejarle ese proyecto a Mauricio, mi hermano mayor, quien es el próximo dueño de Fraga Restaurant. Este negocio es lo que nos ha hecho importantes en la ciudad, es nuestro reino y, por los momentos, está a manos de Leonardo Díaz.
Mi hermano, por supuesto, no aceptará el proyecto. De eso estoy segura, además cuando el negocio caiga en sus manos sé que hará grandes cambios y todo mejorará.
Al final, lo que en verdad quiero lo obtendré. Como todo. No acepto un "no" por parte de mi familia, menos de la vida. Mi marca de vinos no la podré crear ahora, pero lo haré más adelante.
Coloco 7 rings de Ariana Grande para motivarme, porque como dice ella: lo quiero, lo consigo. Y yo no seré la excepción.
Me termino de arreglar, enfocándome en perfeccionar la personalidad que le muestro al mundo aunque gane haters. Entonces, tocan la puerta y yo respiro hondo, pues sé quién es. Al fin de cuentas, solo somos él y yo en esta jodida mansión.

ESTÁS LEYENDO
Embriagarte de mí | Libro 3 | Trilogía "Gastronomía del placer". (+18)
RomanceMontserrat Díaz lo tiene casi todo. Como la única mujer en una familia de hombres, es la consentida por excelencia. Sin embargo, hay un deseo que la consume: tener su propia marca de vinos. La vida le presenta un desafío inesperado cuando Cristian F...