Capítulo I: Crimen

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Las muertes crecen en toda la nación, una crisis peor que la del 1918 y 1987 ha crecido entre la población, ya que el miedo ha invadido a los ciudadanos creando caos y disturbios hacia el gobierno ruso, ya que los habitantes del país se sienten inseguros de salir de sus casas por miedo de ser brutalmente asesinados, culpan al gobierno por no brindarles seguridad en su propio país.

Protestantes de todo el país se ha reunido en las calles para parar el gobierno y exigirles que actúen de forma rápida para parar los homicidios que han azotado el presente año, la población busca un cambio necesario en estos tiempos turbulentos donde exigen nuevas normas y más seguridad.

Por parte del gobierno ruso no dan más que respuestas confusas que aumentan el enojo de la población, una de sus vagas escusas es que con ayuda del pacto temporal que tiene Rusia con Estados Unidos el FBI y la FSB podrán detener el causante de tal pánico que se hace llamar Jester.

La voz de la señora Kuznetsov quien era que daba las noticias matutinas, sonaba a través de la radio antigua que estaba en una pequeña mesa ratona en una esquina de la habitación junto a un viejo tocadiscos de 1950.

Una sombra se paró al lado de la radio antigua y una mano se dirigió a la radio apagándola, la persona dueña de la mano se encontraba irritado así que se giró tan solo un poco para encender el tocadiscos mientras soltaba el humo de su tabaco por la nariz y se dirigía a un sillón que estaba en medio de la habitación, sentándose en él, mientras sus manos se dirigían a la mesa de cristal que estaba al lado del sillón, tomo una botella de cristal que estaba en la mesa junto a una copa y vertió algo que parecía ser vino tinto en la copa.

We Belong Together de Ritchie Valens proveniente del tocadiscos sonaba en todo el lugar haciendo eco, estaba a todo volumen como era costumbre, ya había perdido la cuenta de cuantas veces la había reproducido en los últimos tres días.

Era su canción favorita.

Su vista se dirigió al frente viendo a la chica que yacía amarada en la pared.

Ella lloraba. Su vista siendo borrosa por las lágrimas que salían de sus ojos, los cuales estaban completamente cristalinos e irritados por el intenso llanto, sus ojos dolían y su garganta también, no había parado de llorar y gritar desde que se encontraba en ese lugar.

Se sentía débil y es que no había podido alimentarse desde hace dos o tres días, no tenía noción del tiempo y es que ya había perdido la cuenta de hace cuanto estaba ahí, dejo salir un pequeño alarido seguido de un sollozo, ya no se molestaba en callar su llanto o alaridos de dolor.

Pero sus lamentos fueron detenidos por un gélido viento que azoto su rostro a la hora de escuchar como la fuerte melodía estaba siendo acompañado por los constantes golpes de un fino calzado que resonaban por el tétrico lugar.

Un enorme grito desgarrador se logró escuchar por encima de la música, llegando hasta los oídos del hombre que estaba sentada a unos metros con un vaso de cristal que contenía un líquido rojo espeso, no era vino tinto, era sangre.

La mirada del hombre se oscureció y con una sonrisa de satisfacción su vista se clavó en el estómago de la chica, ya que de este caían pequeñas, pero constantes gotas de sangre que provoco un charco de bajo de sus pies, su otra víctima estaba desangrándose poco a poco.

La expresión de la chica detonaba dolor y eso no le gusto.

—Pon una sonrisa, no me gustan las caras largas, me hacen sentir... tristes —ordenó, su voz hizo eco por todo el gran sótano, la chica no le hizo caso y su rostro que reflejaba una mueca de falsa tristeza a la hora de decir lo último cambio abruptamente por una sonrisa aterradora que le causo escalofríos a la chica—. Yo puse una cara larga una vez y a mi mamá no le gusto y luego me arrepentí de haberla puesto ¿No quieres que eso te pase verdad? —añadió, mientras veía como su víctima levantaba su rostro lentamente con miedo y con las fuerzas que le quedaba intento sonreír.

Delirios de la locura [Kookv]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora