Capítulo 08

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Con un bufido de cansancio, empujó el carrito vacío de vuelta al inicio de la hilera de libros, caminando con pesar hacía la caja donde una persona esperaba a ser atendida. Becky se encontraba en un turno de noche, a punto de cerrar la biblioteca, pero asegurándose que todo estuviera en lugar y echar a los estudiantes que iban a dormir hasta el cierre del lugar.

Pasó una mano por su cuello, haciéndolo tronar antes de tomar lugar detrás del mostrador y sonreírle a la chica que estaba esperándolo con unos libros en sus brazos.

—Buenas noches ¿Es devolución de libros?

—Sí, hoy fue mi último día de adquirirlos.

—¿Quieres que renueve la fecha de vencimiento, o quieres dejarlos? —Cuestionó recibiendo los libros, checando que estuvieran en buen estado.

—¿Podrías renovar la fecha? Aún los necesito para mis próximas clases.

—Por supuesto. —Asintió antes de teclear en la pantalla, haciendo todo el proceso de renovación. Pidió la credencial y en un par de minutos acabó el proceso, devolviéndole a la chica los libros junto con su credencial. —¿Algo más en lo que te pueda ayudar?

—Es todo, muchas gracias. —Le sonrió, abrazando los libros contra su pecho.

—Un placer, bonita noche. —La despidió con un asentimiento, viéndola dirigirse a la salida.

Al tiempo que la chica salía de la biblioteca, Freen entró en busca del mostrador mientras cargaba con los libros que anteriormente había pedido. Era su último día para devolverlos, agradeciendo internamente de aún encontrar la biblioteca abierta a esas horas de la noche. Caminó con paso decidido al mostrador, dejando los libros sobre la barra al tiempo que reconocía a la persona encargada de atenderle aquella noche.

—Te vuelvo a encontrar. —Sonrió con fascinación.

—Oh, buenas noches, Freen. —Saludó con sus mejillas ruborizadas, mirando a los libros. —¿Es devolución de libros?

—Así es. —Contestó de manera animada. —Dos veces en un solo día.

—En la cafetería, ¿Cierto? —Cuando asintió, sonrió. —¿Quieres renovar la fecha de vencimiento o devolución definitiva?

—Devolución definitiva, ya tuve suficiente de esos libros. —Fingió un gesto de horror, girándose para no tener que ver más a los libros.

Becky soltó una pequeña carcajada, sorprendiendo a Freen de ello. La había hecho reír, ya se sentía afortunada por ello.

—¿Me permites tu credencial? Por favor.

La azabache asintió, sacando su cartera donde su credencial guardaba y se la tendió, observando como Becky tecleaba en la pantalla en ese lapso de tiempo. Por la parte contraria, observó de reojo la credencial y se sorprendió de lo bien que había salido, ¿Cómo es que se podía salir bien en una credencial? Ella salía peor que todas sus fotografías juntas, despeinada, desarreglada, con un ojo más pequeño que el otro y con ojeras, si tenía suerte no tendría el ceño fruncido y su expresión no reflejaría enojo, caso contrario a Freen quien sonreía a la cámara mientras sus ojos se entornaban en la cámara sin que el flash lo hiciera ver mal y su cabello perfectamente peinado hacía atrás.

Le devolvió la credencial antes de poder seguir observándola con total indignación, aún creía imposible el poder salir bien en una credencial.

—¿Algo más en lo que te pueda ayudar?

—No, es todo.

—Entonces ten una bonita noche, Freen. —Le sonrió, saliendo detrás del mostrador para acomodar los libros en sus lugares.

Con una duda surgiendo en su mente, la llamó. —¡Becky!

La menor giró con sorpresa, esperando a que hablara. —¿Qué pasa?

—Uh, ¿Por qué ya no pides en el restaurante? Tengo... tenemos tiempo sin tener una llamada tuya.

Becky no esperaba tal cuestionamiento, aclarándose la garganta. —Últimamente no estoy en mi departamento, llego demasiado tarde y para esa hora ya cerraron el restaurante.

Asintió en comprensión, guardando las manos en sus bolsillos. —De ser así y tienes antojo de comer algo, puedes llamar. El número es de un celular que tiene Nam, así que siempre será contestado sin importar a qué hora del día sea.

No supo que contestar ante sus palabras, gesticulando con sus labios sin decir nada en realidad. Cuando la realidad golpeó a Freen, se sintió avergonzada ante sus palabras y con un gesto de mano, se despidió antes de salir de la biblioteca antes de evidenciar su sonrojo.

Por más extrañada que estaba con sus palabras, Becky sonrió ante lo dicho, tomándolo en cuenta mientras paseaba por los estantes de libros. No esperaba esa clase de trato, pero se sintió un tanto halagada por ello, dispuesta a considerarlo si no fuera porque la verdadera razón es que se sentía apenada al reconocer que sentía una clase de conexión con dicha repartidora, más allá de los de pedidos de comida.

Delivery girl「 Freenbecky 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora