Capítulo 12

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Becky ni siquiera sabía qué decir o qué hacer mientras caminaba a un costado de Freen; se encontraban en un parque, después de ponerse de acuerdo y visitar dicho lugar ante la popularidad que tenía en los últimos días, habían decidido verse ahí para pasar la tarde juntas. Ahora, caminando tan juntas que sus hombros rozaban, separándose cada poco ante los nervios de estar solas.

La menor no había dicho nada después de un saludo un tanto incómodo donde no sabían si chocar las manos, abrazarse o mantener solo un saludo a la distancia, habían sido un par de extremidades chocando entre sí mientras se inclinaban para un beso en la mejilla de la contraria, logrando que se incomodaran por el torpe gesto de las dos.

Freen mantenía sus manos guardadas en los bolsillos de su chaqueta, a su lado Becky mantenía sus brazos detrás de su espalda mientras observaba a su alrededor, buscando algo interesante por hacer. La azabache tuvo una idea cuando visualizó un pequeño local de helados, por lo que señaló el lugar con una sonrisa.

—¿Qué te parece un helado? —Cuestionó con el afán de romper el hielo.

Un helado no se le negaba a nadie, podía ser un buen indicio para dejar la incomodidad a un lado, así que no desaprovecharía la oportunidad que se le estaba presentando.

—Claro. —Becky sonrió, siendo guiada hasta el local.

El lugar era pequeño, ni siquiera había mesas o compartimentos para comer ahí, tomándolo como un indicio que luego tendrían que buscar un lugar para comer. Freen fue la primera en ingresar, saludando al chico que estaba atendiendo, bajando la mirada para observar los diversos sabores que había por probar.

—¿De qué quieres tu helado, Bec? —El apodo salió de manera natural, sin percatarse de la expresión de sorpresa de la castaña.

La susodicha se recuperó con rapidez, inclinándose a un lado para observar de igual manera. —No estoy segura, no soy buena con los sabores.

—¿Cuál es el que pides siempre? —Arqueó una ceja en su dirección.

—Vainilla y fresa.

Freen bufó, divertida. —Tienes una pésima percepción para los sabores.

En lugar de que Becky pudiera estar indignada, Sarocha se adelantó en ordenar ambas helados, siendo el chico rápido para comenzar a preparar su pedido. Becky la observó aún con el ceño fruncido, siendo ignorada por Freen.

—¿Y el helado de galletas es mejor que el de vainilla? —Comentó, haciendo énfasis en el sabor que la contraria escogió.

—Créeme, cualquier sabor es superior sobre el de vainilla, fresa o chocolate. —Se cruzó de brazos, satisfecha con su pedido.

Becky fingió entender sus palabras, rodando los ojos mientras seguía observando los demás sabores. Ella misma se consideraba muy tradicional con las cosas, jamás experimentaba más allá de las opciones que le eran dadas, ¿Por qué experimentar y no irse por algo que ya conocía? Pero aquello de alguna manera la cerraba a nuevas cosas, algo que resentía a veces.

Cuando el joven entregó los dos conos de helado, Freen le agradeció antes de tenderle uno a Becky y salir del local, buscando una banca cercana para poder degustar del helado. Becky dio el primer bocado y se sorprendió ante el exquisito sabor, no al que ya estaba acostumbrada al comer helado, ese helado sabía a gloria por el simple hecho de no haberlo probado jamás.

Freen observó su expresión, satisfecha por verla sonreír mientras seguía comiendo del cono como si fuera interminable.

—Cuéntame, ¿Tienes mascotas? —Cuestionó, recargando su espalda contra el respaldo de la banca.

Rebecca asintió. —Tengo un bulldog francés, se llama Bon. ¿No te tocó verlo cuando hacías entregas en mi departamento?

Freen trató de recordarlo, pero su mala memoria falló. —No recuerdo, ¿Cuánto tiempo tienes con él?

—Demasiado, ya son años desde que lo adopté. Es un buen perro, probablemente es mi único amigo desde hace muchos años, él realmente me escucha en todo y sigue ahí sin quejarse.

Ambas sonrieron, la azabache escuchando encantada a Becky mientras esta seguía parloteando de su perro sin cesar, contando diversos experiencias divertidas desde que lo adoptó hasta la actualidad; Freen quiso poder entender aquella sensación que tenía la castaña por el perro, posiblemente debería de considerar en adoptar a uno en los próximos meses.

Estaba tan sumergida en observar a Rebecca, que notó como un mechón de su cabello se instaló sobre su frente y este parecía no importarle mientras seguía hablando, Freen sintió la necesidad de apartarlo de su rostro. Se inclinó sobre Becky, alzando su mano para recoger el mechón entre sus dedos y lo dejó detrás de su oreja, sorprendiendo a la mayor por su acción.

Becky se quedó en silencio, acostumbrándose a su cercanía hasta que se apartó, Freen volvió a su lugar sonriéndole y seguía degustando de su cono, desconcertándola. ¿Qué había sido aquello? Había sido tan repentino que aún no lograba adaptarse al hormigueo que sentía en la zona por el tacto ajeno.

—¿Qué pasa? —Cuestionó cuando ya no siguió hablando, esperando a que prosiguiera con su historia.

—¿Qué? Oh, claro...—Becky volvió a la realidad, sonrojándose ante su evidente silencio.

Sarocha retuvo una carcajada ante la reacción de Becky, prestándole atención a su nuevo relato hasta que sus conos terminaron y solo se quedaron con las servilletas entre sus manos. El rato había pasado volando, no se habían movido de ahí en toda la tarde hasta que el sol se había ido y el parque había quedado cada vez más desolado; era el momento de irse, pero estaban hablando tan animadamente que ninguna de las dos quería despedirse de aquella cita.

Se levantaron rumbo a la salida del parque, donde esperarían en la parada del autobús para dirigirse a su casa. El silencio apareció de nuevo entre ellas, pero ahora no resultaba incómodo como al inicio, solo estaban reacias a despedirse.

—Entonces, supongo que es momento de despedirse. —Mencionó Becky cuando pudo visualizar su autobús acercarse.

—Así es, espero que llegues segura a tu departamento, avísame cualquier cosa. —Señaló su propio celular.

—Claro. —Asintió, sin estar segura de cómo despedirse. Titubeó al principio, pero a diferencia de cuando se saludaron, ahora fue Freen quien tomó la iniciativa necesaria para inclinarse y depositar un beso sobre su mejilla.

No tuvo tiempo para procesar el acto, puesto que el autobús llegó y Freen la empujó por la espalda para que subiera, no fue hasta que tomó asiento y vio a su menor despedirla con un gesto de mano, el autobús dio marcha, alejándose por la calle.

La cita había concluido con éxito, ambas jóvenes regresando a sus hogares totalmente felices por haber compartido de su tiempo con la otra. Ahora, ansiaban poder saber lo que se avecinaría a partir de aquel momento

Delivery girl「 Freenbecky 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora