CAPITULO 02: LEOPARD

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La primaria es un lugar donde se supone que los niños aprenden, ríen, juegan, hacen amistades sin embargo para mí era todo lo contrario, desde el momento en que puse un pie en el patio del recreo supe que no encajaba siendo el único niño en un mar de niñas.

Miradas curiosas y los susurros a mis espaldas pero conforme pasaban los días esas miradas se volvían más insistentes, más crueles, escuchaba sus risitas ahogadas cuando pasaba cerca sus comentarios susurrados me cortaban como cuchillos afilados.

Las chicas de la escuela eran crueles en sus burlas señalándome con dedos acusadores y riéndose a mis espaldas. "¿Por qué eres diferente?" "¿Ya vistes a ese ser extraño ?".

Me decían diferentes tipos de cosas crueles, al principio traté de ignorar los comentarios y seguir adelante pero por dentro algo se iba quebrando lentamente causando que me empezara a sentirme como un extraño en mi propio mundo como si no perteneciera a ese lugar.

Una tarde cuando un grupo de chicas estaba reunido en un rincón del patio, riendo y charlando animadamente me acerqué con curiosidad preguntándome qué era lo que las tenía tan entretenidas.

Pero cuando me vieron todo cambió ya que sus risas se convirtieron en susurros, sus sonrisas se tornaron en miradas frías y despectivas, era como si hubiera cruzado una línea invisible como si hubiera invadido su territorio sagrado.

Niña: ¿Qué haces aquí? Deberías irte y dejar de estorbarnos, no perteneces aquí anomalía.

¿Por qué me trataban así? ¿Qué había hecho para merecer su desprecio? Me alejé de ellas con la cabeza agachada sintiendo un nudo en la garganta y un ardor en los ojos, todos los días era la misma historia, siempre me alejaban, no encajaba, nunca pude hacer amistades en la primaria lo único que recibía era rechazo.

Fue en ese momento me empecé a identificar con los monstruos, con esas criaturas marginadas y aborrecidas. Así como ellos yo era diferente, una rareza en un mundo que no entendía y al igual que ellos me sentía solo y rechazado como si no hubiera lugar para mí.

Pero a diferencia de los monstruos yo no podía escapar ya que estaba atrapado en este lugar condenado a enfrentar la discriminación y el odio día tras día.

A medida que dejaba atrás la primaria también dejaba atrás las ilusiones y expectativas infantiles que una vez tuve sobre la vida y las relaciones.

Al ingresar a la secundaria me encontré rodeado de un mar de caras desconocidas pero curiosamente era como si estuviera más solo que nunca. Las risas y conversaciones alegres llenaban los pasillos pero para mí todo parecía distante como si estuviera viendo el mundo desde detrás de un cristal empañado.

Las chicas que una vez fueron simples compañeras de clase ahora parecían extrañas e inaccesibles como si hablarles fuera una tarea imposible. No es que no quisiera relacionarme con ellas pero algo dentro de mí se resistía a dar el primer paso, tal vez era el miedo al rechazo o la sensación de que nunca encajaría en su mundo de conversaciones animadas y amistades estrechas.

Los rechazos y las burlas que experimenté en la primaria ya no eran tan frecuentes pero dejaron una marca indeleble en mi corazón. Había aprendido a vivir con la sensación constante de ser un extraño en mi propio mundo y esa sensación solo se intensificó con el tiempo.

Pasaba mis días en silencio observando desde la distancia mientras mis compañeras de clase formaban amistades y compartían risas. A veces me preguntaba si alguna vez encontraría mi lugar en ese mundo, si alguna vez sería aceptado por aquellos a quienes deseaba llamar amigos.

El significa de mi vida  - Mahou shoujo ni akogareteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora