Fobias.

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Un anillo de matrimonio. Alguien en el mundo ya se había llevado tan maravilloso regalo ¿Quien era? Y porque su lobo reaccionaba de esa manera que lo descolocaba, que lo hacía pensar de esa manera, hasta hacerlo sentir abrumado. Solo lo había visto dos veces. ¡Dos!, no días, no meses. Dos días solamente, y ya perdía la cabeza de esa manera.

El omega con olores tan diferentes, pero tan hermosos y exquisito tanto como él sin siquiera saber su nombre ya lo traia impregnado en la mente. No tenía sentido lógico para sentirte de aquella manera, no podía sentirse así solo por eso.

A él solo le llamo la atención ese aroma que nunca antes había olido en una misma combinación, nadie tenía un aroma así.

Su parte lobuna estaba casi al borde de un colapso, su corazón latía desenfrenado, su cabeza estaba martillando con el posible dolor que se aproximaba estaba siendo una tortura. Gruñó frustrado y tiro el bolígrafo lejos en su pequeña rabieta, no podía concentrase. Tenía toda la maldita mañana. ¡Estaba a punto de terminar la tarde!.

Se levantó molesto sacudiendo solo la luna sabe por cuanto tiempo lo llevaba haciendo en el día. Necesitaba una distracción, se acerco a la mesa de tragos de reserva que estaba junto a los muebles de su oficina, se sirvió de lo más fierte que había en la pequeña bandeja bebiendo todo el contenido de un solo trago, trato de ignorar el escozor en su garganta pero le fue imposible y termino torciendo sus facciones.

Levantó la botella viendo que era y hizo mueca de asco. Era el vodka que JaeHwan llevo a su oficina en la mañana y la vevio mientras celebraba quien sabe que, ni presto atención de lo conjeationada qur estaba su mente. Miro el reloj en una de las paredes laterales de la oficina viendo que eran las cinco y cincuenta.

Se sirvió otro trago aunque está vez un whisky, no bebería esa porquería de nuevo. Camino subiendo unos pequeños peldaños que estaban detrás de su escritorio para llegar a lo que era un pequeño living con unos sillones de cuero negro en forma de “L” dándole la espalda al resto de la oficina, a un lado había  la mesa donde llvaba a cabo sus reuniones o videoconferencias, y con una gran pantalla empotrada a la pared.

Dejándose deslumbrar por la gran vista que le regalaba el ventanal de vidrios completos se sentó en uno de los sillones individuales que combinaba a juego con lo demás. Tomó de un solo jalón su trago y dejó el vaso en un golpe en la mesa de vidrio que reposaba sobre la alfombra.

Ya casi llegaba la noche y ya algunas luces empezaban a adornar la ciudad rodó en muebre hasta quedar frente a la pared de vidrio. Su oficina era la presidencial y estaba en el último piso del segundo edificio más alto de Seul. Cerro los ojos y recostó la cabeza en el sofá, e inmediatamente sus pensamientos callejón en el omega casado.

—¡Mierda!

Gruñó. Ya estaba bueno de estar pensando en él. Estaba seguro de que no era sano, para nada sano. Pensar en alguien casado y del que ni siquiera sabía su nombre. ¡Patético! Una maldita mierda, la cual no necesitaba. El no quería a nadie por eso no había buscado a nadie. ¿Sería en la abstinencia en la que estaba viviendo? ¿Necesitaba sexo?. Jamás, ya no era ese que era antes de ser lo que es ahora, porque si fuera ese, que era antes de ser quien es ahora, ya no sería lo que es ahora y seguiría siendo el de antes…

¿Verdad?

Claro que ya no es el de antes.

Pero estaba en abstinencia desde hace dieciocho meses. Quisa por eso se fijó tan fácilmente en el lindo omega.

Si, quisa pensaría en buscar alguien para pasar su próximo celo…

Extraño.

BELLO OMEGA 🌼 KOOKMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora