𓍢ִ໋🌷͙֒₊𝘭𝘪𝘷𝘪𝘯𝘨-i₊ʚ

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             ꒰ა the blue-eyed ☆ and goldilocks

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꒰ა the blue-eyed ☆ and goldilocks. ໒꒱ ‧₊
i. living dead.

𓍢ִ໋🌷͙֒₊𝘭𝘪𝘷𝘪𝘯𝘨-i₊ʚ

Carl observaba con atención a la rubia que llevaba dos días durmiendo desde que Dixon la había traído entre sus brazos. Se preguntaba cómo una chica tan hermosa podía estar en ese estado. Desde su llegada, lo único que la mantenía viva era el sonido de su voz mientras hablaba dormida, aunque su pulso seguía siendo débil. La rubia, cuyo nombre aún desconocían, llegó con una terrible fiebre, que la dejó inconsciente durante dos días. Aunque muchos temían que la fiebre pudiera contagiar al campamento, Carol se había encargado de cuidarla y monitorear su salud de cerca. Por otro lado, Carl estaba decidido a ser cauteloso, pero su obviedad era evidente; siempre quería estar al lado de Carol para asegurarse de que la chica estuviera bien.

Y aunque lo llamaran loco, Carl aseguraba que no estaba enamorado de la chica. Después de todo, ni siquiera había cruzado una sola palabra con ella, y no tenía intenciones de hacerlo. Se veía a sí mismo escapando de ella por una vergüenza que él tampoco entendía del todo.

Solo que algo era preocupante en la chica: parecía estar intacta. Sus rizos de oro ondulados caían delicadamente sobre su rostro, enmarcando unos ojos color avellana que transmitían una serenidad inexplicable. Sus labios rosados, ligeramente entreabiertos, sugerían un sueño profundo y tranquilo. Un leve lunar debajo del ojo izquierdo le daba un toque de singularidad a su apariencia. Todo eso parecía intacto, como si estuviera en perfecto estado, al menos a simple vista. Sin embargo, Carol había dicho que la niña tenía una mordida en su abdomen. Aunque a muchos les parecía imposible que estuviera contagiada porque no mostraba signos de convertirse en uno de ellos, y más considerando los dos días que llevaba con ellos. Habían entendido que una persona era capaz de resistir solo minutos o máximo un día, y ella ya llevaba más que eso.

Quizás era una obra de Dios.

Carl frunció el ceño mientras observaba aún más de cerca a la rubia, pero antes de que pudiera investigar más, su atención fue desviada por la entrada repentina de su madre en la caravana de Dale.

LIVING DEAD carl grimes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora