No puedo creer que esté haciendo esto. Estaba sentada en el coche en la puerta de un agradable restaurante del centro de la ciudad, a punto de conocer a Sana en una cena. Estaba nerviosa, hecha un flan y sudando con el traje. Así no era como tenía previsto pasar el viernes por la noche. Jennie había estado algo apagada en clase ese día y no había participado en el debate. En todos los momentos en los que la había observado disimuladamente, la había pillado con la mirada perdida y, si no me equivoco, no había tomado ni un apunte, algo impropio de ella. Después de clase, al preguntarle si se encontraba bien, me había dedicado una leve sonrisa y me había dicho que tenía muchas cosas en la cabeza. No había dado más explicaciones y tampoco se las pedí; daba la impresión de que, fuera lo que fuera lo que la tenía distraída, deseaba guardárselo. Volví a preguntarle si tenía algún inconveniente en que saliera a cenar con Sana. Una sola palabra de Jennie habría bastado para que yo cancelase de buen grado mi cita y pasase la noche con ella. Pero no la pronunció. Repitió por segunda vez que no le importaba.
Reparé en que caminaba hacia la salida del aula sin su característico brillo, pero fui incapaz de dilucidar por qué parecía tan desanimada. Si no le hubiera parecido bien que yo saliese con Sana sin duda habría dicho algo. Jennie no era de las que se guardaban su opinión. Tenía ganas de verla esa noche, de asegurarme de que estuviera bien, pero sabía que sería de muy mal gusto quedar con ella tras pasar las primeras horas de la noche con otra mujer. Haciendo acopio de algo de arrojo, le envié un mensaje proponiéndole un encuentro, cosa que era una primicia para mí. Jennie, siempre y cuando no tengas planes, a lo mejor te apetece pasarte por mi casa mañana por la noche. Atentamente, Lisa. Miré la pantalla y releí el mensaje una y otra vez con la esperanza de que sonase bien. Inspiré hondo y rápidamente pulsé «Enviar» antes de arrepentirme. Automáticamente, sentí un aleteo en el estómago. ¿Y si decía que no? ¿Me encontraría repulsiva por desear verla justo la noche después de haber quedado con otra mujer para cenar? Basta. Ya te dijo que únicamente declinaría una invitación si tuviera algún otro compromiso. Y le da igual que quedes con alguien, así te lo aseguró.
Aun siendo consciente de todo ello, seguía sintiéndome fatal por haber decidido ver a Sana esa noche. Sin embargo, deseaba casarme y formar una familia algún día, y la única manera de materializar ese deseo era saliendo con las mujeres que me convenían. No podía seguir demorándolo si aspiraba a que ese deseo se hiciese realidad. Al fin y al cabo, tenía treinta y tres años y quería tener hijos, y tenía previsto pasar un tiempo casada antes de ser madre. Eso significaba que no tendría más remedio que conocer a alguien en un futuro a corto plazo, mientras aún fuera lo bastante joven como para hacer todas esas cosas. No quería acabar vieja y sola. Me aterrorizaba la idea. Inspiré profundamente de nuevo y salí del coche con la firme determinación de conocer a Sana. Me encantaba pasar el tiempo en compañía de Jennie, pero esa historia no tenía futuro.
Ella era demasiado joven y alocada, y no le interesaba lo más mínimo tener una relación en serio. Era preciosa, pero una aventura pasajera. Teniendo eso presente, tenía que darle una oportunidad a Sana, por mucho que me disgustara la idea de ver a dos mujeres al mismo tiempo. Al entrar al restaurante, vi a una mujer en la barra y deduje que era Sana, pues me había dicho que llevaría puesto un vestido verde. Me tomé unos segundos para examinarla. Era alta, de pelo castaño claro y buen tipo. Su vestido era discreto, pero realzaba sus piernas de una manera sutil y, como yo, llevaba gafas. En conjunto era una mujer atractiva que, sin ser despampanante, atraía alguna que otra mirada de los hombres que había en la barra. Respiré hondo de nuevo para serenarme y fui a su encuentro
-¿Sana? "pregunté. Ella asintió, risueña"
-Debes de ser Lisa "dijo, tendiéndome la mano" -Encantada de conocerte. He oído hablar mucho de ti
-Espero que bien "repliqué, y pensé «Tierra, trágame» por haber hecho ese mediocre comentario"
-Oh, sí "contestó con una risita" -Por lo visto mi madre lleva años deseando que conociera a la hija de Joanne
-Eso es muy halagador "señalé" -¿Te apetece beber algo?
-Cómo no. Tomaré vino blanco con soda "Pedí las bebidas para las dos con el ceño levemente fruncido por su elección. El motivo por el que alguien echaba a perder una buena copa de vino con agua con gas era algo que nunca lograría entender. Apuesto a que a Jennie no se le ocurriría pedir eso. Le gusta el vino tanto como a mí. Negué con la cabeza. No debía pensar en Jennie en presencia de Sana" -El maître me ha dicho que nuestra mesa está lista "dijo Sana cuando nos sirvieron las bebidas"
-De acuerdo, tú primero "Nos sentamos a la mesa y comenzamos a hablar. Sana me contó que había nacido y se había criado en San Francisco, pero que había vivido en la Costa Este unos años. Tenía ganas de volver a casa para estar cerca de su familia y, cuando surgió una oportunidad profesional, se presentó al puesto y llevaba poco tiempo en su nuevo trabajo. Daba clases de Historia y Política Norteamericana, aunque también era una ávida lectora en su tiempo libre. Yo la puse al corriente de mi trabajo en la universidad y de los diversos artículos en los que estaba trabajando en ese momento. El camarero se acercó a la mesa y pedimos la cena. Yo me animé por un bistec y Sana pidió lubina. Charlamos un poco más y seguidamente nos sirvieron los platos. En el transcurso de la cena, se disculpó para ir al baño. Yo me puse de pie y la observé mientras se alejaba. Cuando la perdí de vista, eché un vistazo con discreción a mi teléfono para ver si Jennie había contestado a mi mensaje.

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Tú y Yo nivel principiante / Avanzado (Jenlisa)
Romance-¿Cómo alguien puede ser tan hermosa y desesperante a la vez? Cada que la veo en clase me aturde, es demasiado bella e inteligente, pero su frescura y su pésima vestimenta son algo que me molestan demasiado. Deseo que el semestre termine lo antes po...