No puedo estar enamorada de Jennie! Es un disparate. ¡No tiene ningún sentido! Tiré el teléfono al sofá y me puse a caminar de un lado a otro de la sala de estar. Debería haberme sentido horrorizada ante el caos reinante, pero de momento me importaba un bledo; tenía cosas más importantes sobre las que reflexionar. No podía estar enamorada de Jennie. Nuestro acuerdo no lo contemplaba. Se trataba de sexo y nada más. Ambas habíamos acordado eso cuando empezamos a vernos. No puede ser amor. De ninguna de las maneras. No tenía ningún marco de referencia en ese asunto en particular. Que yo supiera, nunca había estado enamorada. Me había encaprichado alguna que otra vez, claro, y siempre había sentido afecto por las mujeres con las que había salido, pero no había experimentado nada que pudiera definirse como amor. No tenía ni idea de lo que significaba estar enamorado y, por lo tanto, no podía saber si eso era lo que sentía por Jennie. Debía llegar a alguna conclusión antes deque ella se presentara. ¿Cómo podía averiguarlo? Preguntar a Rosé quedaba descartado.
Ella nunca había abrigado sentimientos profundos hacia una mujer, de eso no me cabía la menor duda. Además, por nada del mundo se tragaría que le estaba planteando una pregunta inocente y se olería que había gato encerrado. Era preciso abordar el tema con lógica. ¿Qué haría si se tratase de una pregunta académica? Enseguida encontré la respuesta. Investigaría. Encendí el ordenador y, mientras encendía, me vestí a toda prisa y cogí una botella de agua de la nevera. Investigación. Eso se me da bien. Soy buena en investigación. Daré con la respuesta. Pero no podía utilizar ninguno de mis motores de búsqueda habituales. El concepto del amor en la literatura y la poesía era demasiado vago y había que tener en cuenta un sinfín de variables. Yo necesitaba hechos. Aunque casi nunca consultaba Google en mis investigaciones académicas, en ese momento vi que no tenía elección y tecleé «Señales de que estás enamorado». Solté un fuerte gruñido y me froté la cara al ver los resultados. Trescientos millones de resultados. Encontré cierto consuelo ante el hecho de que al parecer no era la única que tenía dificultades en esta faceta concreta de la vida. «Señales de que estás enamorado... para tontos» leí en voz alta. Eso parecía curiosamente apropiado, dado que en lo tocante al amor era una tonta de remate.
Pinché en la página web y empecé a leer con el alma en vilo. Sientes mariposas en el estómago al ver a esa persona. Eso era cierto. Sí que notaba un aleteo en el estómago cuando Jennie me sonreía, pero lo relacionaba a una simple indigestión. Estás dispuesto a ir a algún sitio que odias. ¡Línea! Odiaba en lo más profundo su apartamento, pero iba allí con tal de verla. Renuncias a los encuentros esporádicos con otras mujeres. Bueno, yo no había tenido más que una cita, pero había decidido no salir con ninguna otra mujer. De momento coincidían tres de tres. Esto no tenía buena pinta. Te pasas todo el tiempo fantaseando con esa persona. ¡Bingo! Fantaseaba y soñaba con ella. Te comportas como una idiota. Efectivamente. Para ser alguien que en teoría era inteligente, me asombraba mi propia estupidez siempre que estaba en compañía de ella. Deseas que cada llamada que recibas sea de esa persona. ¡No, eso no era cierto! Menos mal. Nos mandábamos mensajes, no hablábamos por teléfono. Pero sí que deseaba que cada mensaje fuera de ella. ¡Maldita sea! Tragué saliva un par de veces con los ojos clavados en la pantalla.
Era imposible negar la evidencia. Todas las respuestas apuntaban en la misma dirección: era una tonta, y por lo visto estaba enamorada. Pero... ¡es que no quiero estar enamorada de Jennie! Esta revelación no traía nada bueno. Ella no me convenía para nada: una juerguista alocada cuyas prioridades en la vida eran totalmente diferentes a las mías. Ni siquiera podíamos vernos en público porque seguía siendo alumna mía, y yo seguía siendo su profesora. Además, no quiere salir contigo. ¿Acaso se te ha olvidado? Jennie no salía con nadie ni quería tener pareja. Era partidaria del sexo esporádico y nada más. Pero, entonces, ¿por qué habría sugerido ir a mi casa a pasar el rato ese día? Seguramente el sexo no se encontraba entre sus expectativas, en vista de que yo tenía resaca. Si hubiera tenido ganas de sexo habría esperado a verme cuando me encontrara mejor. Meneé la cabeza y lo lamenté al instante. Mi dolor de cabeza me atenazó con más fuerza, de modo que fui hacia el sofá despacio y me tendí con los ojos cerrados. Inhalé y exhalé profundamente. Puede que efectivamente estuviera enamorada, pero no podía decírselo. Si le confesase que buscaba algo más ella echaría a correr despavorida; no podía arriesgarme a eso.

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Tú y Yo nivel principiante / Avanzado (Jenlisa)
Romance-¿Cómo alguien puede ser tan hermosa y desesperante a la vez? Cada que la veo en clase me aturde, es demasiado bella e inteligente, pero su frescura y su pésima vestimenta son algo que me molestan demasiado. Deseo que el semestre termine lo antes po...