6:- Salto en el Tiempo

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🍁 Omnisciente 🍁

- Nikol! ¡¿Pequeña traviesa donde estas?! - gritas con una cara de enojo bien fingida.

Habían pasado cuatro años desde el nacimiento de tu pequeña y revoltosa tormenta. Nikol una pequeña de cuatro años de edad de un liso cabello blanco muy desordenado y unos hermosos ojos de un tono azul verdoso.

Era idéntica a su padre, te decías siempre que la veías, Nikol era un pedacito de cielo que te había mandado Diosito, era tan ocurrente como única, era la razón por la que siempre despertabas.

- ¡Mami no fue mi culpa! - chillo, para ser una niña de cuatro años, se le entendía casi a la perfección lo que hablaba.

— ¡No mientas pequeña o te irá peor! – te quejas empezando a subir las escaleras de la casa.

Empiezas a caminar por el pequeño pasillo, deteniendo te en la habitación en la cual se escucharon los pequeños pasos apresurados y desesperados de tu pequeña tormenta.

En cuanto escuchaste sus susurros que no lograste entender, abriste la puerta de golpe escuchando el gritito que dio tu pequeña bendición, quién rápidamente escondió sus manos detrás de si y sonrió como un angelito caído del cielo.

Esa sonrisa encantadora hubiera hipnotizado a cualquiera, pero no a ti que conocías muy bien a tu pequeña.

— donde está? – preguntaste cruzandote de brazos mientras mantenidas tu mirada en su diminuta figura que a pocas penas alcanzaba los 80cm.

Ella se quedó callada un momento y luego negó con la cabeza.

— no sé – respondió apresuradamente pegando sus manitas a su espalda, donde se encontraba eso que tanto estabas buscando y que ella, inútilmente, intentaba esconder de ti.

— lo tenías tú, así que dámelo – entiendes tú mano hacia Nikol, pero ella niega con la cabeza haciendo pucheros.

— n-no lo tengo, n-no lo consigo – se quejó con voz temblorosa, no le gustaba ocultarle las cosas a su madre, pero sabía que recibiría un regaño en cuanto la descubieras.

— no lo consigue...? Y si yo lo encuentro ¿Que te hago? – en cuanto haces esa pregunta los hermosos ojos de tu hija se abren como dos platos y empieza a sudar frío.

Sabe que habrá castigo si no habla ahora.

Su pequeña boca se abre para soltar un lo siento mientras coloca sus manos frente a ti y deja ver el pequeño y delicado ramo de rosas que te habían regalado esta mañana.

Ramo el cual ahora está marchito y feo, con algunos pétalos de rosas arrancados, estás por regañarla por haber tomado el ramo sin permiso, pero te detienes al escuchar su quejido.

De su dedo pulgar empezaba a caer una gotita de sangre, ya que se había pinchado el dedo con una de las espinas de la rosa.

— auch... Manita – se quejó con ojos llorosos, sabias lo que pasaría, empezaría a llorar a mares asustada por la sangre.

Te inclinas poniéndote en cuclillas para estar a su altura y tomas su dedito pasando tu dedo por allí para limpiar la sangre que había salido.

— mira, ya está – sonríes presionando levemente para parar la sangre – no llores – besaste su cabecita, mientras ella soltaba algunos sollozos y estiraba sus manitas hacia ti en indicación que la cargaras.

La cargas en tus brazos con algo de esfuerzo, después de todo ya no era la bebita de meses y ahora pesaba mucho más que hace algunos meses, había crecido grande y fuerte.

— abu... Abu! – dijo señalando hacia abajo, indicándote que ya era casi la hora en la que tu abuela llegaba de hacer sus baile-terapia.

Razón por la que seguía viéndose como una mujer de 45 años y no como la señora de 68 que era.

Bajaste las escaleras mientras las tenías en brazos, caminado a la cocina para ver cómo estaba quedando el pastel que habías metido al horno hace un rato.

— quédate aquí – la dejas sentada en una de las sillas del comedor mientras vas a la cocina a revisar el horno.

— ¡Ya llegueeeeee! – grito tu abuela María, entrando escandalosamente a la cocina, donde tu hija rápidamente se bajó de la silla y corrió a pasos torpes hacia su abuela a darle abracitos y pedir que la cargará.

— abuela no grites tanto... – te quejas cerrando el horno después de haber corroborado que al pastel le faltaba un poco.

— oye oye, no te amargues la vida cariño – tu abuela camino hacia ti, teniendo guindada a Nikol de una de sus piernas y pellizco una de tus mejillas.

— María – empiezas a quejarte nuevamente cuando la anciana no para de jalar tus mejillas.

— abuela Maria! ¡Más respeto! – te dio un sape en la cabeza y empezaste a sobarte después de soltar unos quejidos.

— usted nunca cambia – murmuras sobando tu cabecita adolorida, mientras tu bebé no paraba de reír, pero en cuanto la viste mal se quedó callada.

— abu-abu! – entendió sus manitas hacia su abuela para esconderse de tu mirada, por lo que recibiste un juego regaño por parte de la madre de tu madre.

— pequeña traidora – ella se ríe en tu cara para luego esconder su rostro entre los pechos de su bisabuela, ganando unas risas de su parte.

— bien, dejando de lado la razón por la que corres a los brazos de tu hermosísima abuela, ¿Que te paso en el dedito mi pequeña tormenta? – pregunto dejando a la niña en sobre el mesón y revisando su dedo.

— se ha cortado cuando tomo las rosas que me ha dejado Marco está mañana, se ha vuelto una niña celosa – te burlas un poco de tu hija quién hace un puchero y se cruza de brazos.

— ooooh que adorable, destruyendo las flores que el enamorado de tu madre le deja, que pequeña tan traviesa, eso es malo – María le pellizca la mejilla a Nikol quien empieza a quejarse.

— vez, Nikol? Tu abuela también me apoya, debes dejar de esconder todas las cosas que me trae Marco – le regañas pero la pequeña ni caso te hace mirando a otro lado – aaaaah que rebelde! – te quejas pero rápidamente recuerda el pastel por lo que corres a la cocina para ver cómo está.

— no te preocupes mi pequeña tormenta, a mi tampoco me cae ese Marco, y si yo no quiero que el sea tu papá, no lo va a ser, también te ayudaré en tus travesuras... Pero no le digas a mami okey? – pregunto alzando su dedo meñique para hacer una promesa con su nieta.

— Okey – dijo la pequeña entrelazando su dedo meñique con el de su abuela.


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Nikol Gogol <3

Espero que les guste o si no podemos cambiarla apariencia de la Wawa

Ocultando a la Hija de un Payaso Terrorista [Nikolai Gogol y Tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora