Celos de papá

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La situación en vez de mejorar iba empeorando, un día solamente despertó y vio que Weimar se veía mucho más joven, pero solo él. Con horror se dio cuenta que el mayor ahora tenía la misma edad de su hijo menor, teniendo ahora ambos 3 años de edad.

Ahora parecían más escasos los tiempos donde tenían una edad mental madura, siendo más los momentos en los que se comportaban como niños de su edad. Esto ha llevado a que ponga más amenazas a la organización, desempolvando sus antiguos planos de armas que no llegó a usar por lo poco humanas que pudieron haber sido, pero carajo, si sus hijos desaparecían de la faz de la tierra usaría el prototipo de uno de sus tanques e iría personalmente por la cabeza de la organización de la paz, no estaba jugando cuando dijo que pondría al mundo de rodillas.

Pero bueno, pondría manos a la obra con ello después. Justamente el día de hoy su nieto había invitado a Rusia a almorzar, lo que no le había dicho es que también venían otros invitados más.

— Agradecería que fueras más sincero la próxima vez Ale ¿que tal que hubiera cocinado poco? Menos mal se que todos aquí comen como marranos – comenta Second cruzándose de brazos, viendo fijamente a los 3 eslavos que estaban sentados en su sala: URSS, Zarato y Rusia.

— Pero si te dije como 5 veces que venían ellos. ¡es tu culpa por pensar que estaba bromeando! – alega el alemán a su abuelo, no mentía, de verdad le dijo con bastante tiempo de anticipación.

— En todo caso ¿que los trae a todos ustedes por aquí? No suelen venir como en tan conjunto por estos lados –  pregunta Prusia quien estaba sentado al lado de su hermano menor

— Oh nada, solo queríamos venir a ver como están... los niños – comenta URSS — ¿Donde están por cierto?

— Están muy callados abuelo – dice Alemania mirando al mayor

Se escuchaban unos pasitos viniendo desde la cocina; ambos hermanos venían con varias galletas en sus manos, las habían agarrado "a escondidas" pues a su papá no le gustaba darles dulces antes del almuerzo. Ambos niños levantaron la vista notando a todos los mayores en la sala viéndolos detenidamente, luego miraron a su papá y se miraron entre ellos.

—¡¿Ustedes dos que les dije?! – exclama el Kaiser levantándose de su asiento.

Ambos chicos con pánico corrieron lo máximo que sus pies les daba, Weimar se refugio en las piernas del Zarato y Third se devolvió a la cocina, mala idea pues allá su padre lo acorralo, quitandole las galletas dándole un pequeño regaño, algo así como: <¡pero vaya y fuera las verduras ahí si no se las comen!>

El mayor regreso por su hijo mayor, dandose cuenta que las galletas estaban sobre la mesa del centro. Estaría bien con la idea, si tan solo Weimar no estuviera abrazando al eslavo mayor, ocultando su rostro en el pecho de este como si de alguna manera esto evitará que su padre lo viera.

— Dame a mi hijo – habla, con tic en su ojo izquierdo

— ¡No seas celoso! Sientate carajo – habla su hermano mayor jalandolo de la camisa para que vuelva a tomar asiento — Te recuerdo que Zarato es hermano de tu enamorado – susurra a su oído

Resopla, tenía razón, debía al menos tratarlo bien pero ¡vamos! Su hijo lo abrazaba como si quisiera morirse en sus brazos, y no parecía tener intención alguna de soltarse.

— ¿Y el... joven Third no va a salir? – pregunta Rusia, preguntándose mentalmente si era correcto decirle señor o joven.

— Awww esta trayendo jugo – comenta con ternura Alemania

Todos los de la sala, incluyendo a Weimar, vieron enternecidos como el dictador llevaba en sus manos un vaso con jugo de naranja, estaba casi a rebosar por lo cual caminaba muy despacio, viendo fijamente el objeto por si se regaba algo de líquido. Second río con suavidad, extendiendo su mano para recibir aquel vaso pero su hijo inmediatamente lo aparto.

Sangre de mi sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora