7. Lo Que Nunca Puedo Ser

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"Ha pasado un tiempo desde la muerte de mi padre, Adebowale Niff, y de Hasan Khan. Mi madre aún no se recupera por completo, pero gracias al apoyo de Sophia y Amir, pude hacerme cargo de las empresas de mi padre. Con el tiempo, fui comprendiendo la realidad del mundo: cómo unos pocos controlan el destino de muchos. Me acerqué cada vez más a Sophia, pero ya no con la intención de asesinarla. Ahora quería apoyar sus ideales, aunque chocaban directamente con los míos. Para ella, los daños colaterales y las muertes de inocentes eran simples efectos secundarios, mientras que para mí eran inaceptables. Me encontraba en una disyuntiva, queriendo apoyar a una amiga pero sin perder mis valores.

Hasta que llegó un hombre que marcaría un antes y un después en los conflictos y en mi vida. No era un amor físico como el de Paul; era un amor tierno, lleno de cariño, que poco a poco se fue infiltrando en los huecos vacíos de mi corazón. Compartía mis ideales; pensábamos lo mismo en cuanto a cómo podríamos abordar los conflictos minimizando los daños colaterales, y eso me cautivó profundamente.

Me encontraba en esa disyuntiva de confesar todo a Amir o continuar con mi juego. Opté por mentirle una vez más, manteniendo una relación aprobada por Simón, quien sabía y conocía a Amir. Aunque reconozco que lo que me encontraba haciendo estaba mal, debo confesar que se sentía bien. Después de todo, ¿Quién no ha pensado en tomar decisiones cuestionables en ciertas situaciones? Que tire la primera piedra quien esté libre de errores.

Sin embargo, cada mentira que tejía para mantener la fachada de mi relación con Amir pesaba cada vez más en mi conciencia. Sentía la presión de mis propias contradicciones: apoyar los ideales de minimizar daños colaterales mientras seguía ocultando la verdad a alguien que confiaba en mí. Cada paso en esta dirección me alejaba un poco más de la integridad que siempre había valorado.

A pesar de mis dudas y remordimientos, no podía negar la conexión que había surgido con Simón. Su comprensión, su apoyo y su visión alineada con la mía me atrapaban en un torbellino emocional. ¿Hasta dónde estaba dispuesta a llegar para mantener esta dualidad? ¿Podría seguir ocultando la verdad sin perderme a mí misma en el proceso?

A menudo, los sacrificios que hacemos en nombre de nuestros ideales o creencias pueden resultar difíciles de comprender para los demás. La moralidad, al igual que la libertad, es un concepto subjetivo que varía según la persona y su entorno. Lo que puede considerarse como bueno en una civilización, podría ser visto como malo en otra, y viceversa. Esta ambigüedad moral me lleva a cuestionarme constantemente: ¿Qué es realmente la moralidad? ¿Dónde están los límites entre lo bueno y lo malo?

En mis conversaciones con Simón y Sophia, estas preguntas han surgido una y otra vez. Cada uno tiene su propia visión de lo que es correcto e incorrecto, y a veces estas visiones chocan de manera desafiante. Por un lado, Simón defiende la idea de minimizar los daños colaterales y buscar soluciones pacíficas, mientras que Sophia adopta un enfoque más pragmático, donde el fin justifica los medios, incluso si eso implica sacrificar vidas inocentes.

Esta dicotomía moral me ha llevado a enfrentarme a mis propios dilemas internos. ¿Es aceptable sacrificar ciertos principios en pos de un bien mayor? ¿O debemos aferrarnos a nuestras convicciones, incluso si eso significa enfrentarnos a desafíos aún mayores? Estas preguntas me persiguen mientras intento navegar por un mundo donde las líneas entre el bien y el mal parecen cada vez más borrosas.

Quién define y reconoce la maldad es un tema que me inquieta profundamente. Con la pérdida de Hasan, me encuentro enfrentando estas cuestiones por mi cuenta, utilizando mi diario como un reflejo de mis pensamientos y dilemas éticos. Para mí, la maldad no es simplemente la realización de actos atroces, sino más bien la privación de los deseos humanos fundamentales.

En mi búsqueda por comprender la naturaleza de la maldad, he llegado a verla como la negación de la empatía, la compasión y la justicia. Es el acto de poner los intereses propios por encima de los demás, sin importar las consecuencias. La maldad se manifiesta en la crueldad, la manipulación y el desprecio por la vida y la dignidad de los demás.

Sin embargo, también me doy cuenta de que la línea entre el bien y el mal puede volverse difusa en situaciones complejas. A veces, las personas toman decisiones moralmente cuestionables en circunstancias extremas o bajo presiones abrumadoras. Esto plantea la pregunta de si la maldad es inherente a ciertos individuos o si es el resultado de circunstancias y contextos específicos.

En última instancia, sigo reflexionando sobre cómo identificar y enfrentar la maldad en un mundo donde los juicios morales a menudo se ven influenciados por la perspectiva y las circunstancias de cada individuo. Mi diario se convierte en mi aliado en este viaje de exploración y comprensión de lo que realmente significa ser moralmente íntegro en un mundo lleno de complejidades y ambigüedades.

Es así como la misma ambigüedad y complejidad que Simón enfrentaba se manifestó en Céline, su hermana, cuando se enfrentó al verdugo de sus padres. Con sed de venganza, emprendió su penúltimo viaje, pero desafortunadamente regresó en un ataúd. Esta pérdida me derrumbó por completo, sumiéndome en una depresión que traté de ocultar, guardando para mí los demonios que me acosaban. Aunque ahora me arrepiento de no haber insistido más en que no emprendiera ese viaje, entiendo que no puedo cambiar lo que sucedió.

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