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Los pájaros cantaban, Budo siempre se preguntaba porque y le parecía algo molesto, miro por su ventana y ahí vio al Omega que vivía al frente salir, llevaba algunos libros en sus manos.
Tarōu Yamada. Su mejor amigo desde la infancia y su último enamoramiento durante los últimos cinco años cuando solía tener sus miserables trece años.
Bajo las escaleras hasta el primer piso y agarro alguno de sus sacos, este era color gris, se lo puso y salió de la casa, el Yamada le sonrió y se acercó para abrazarlo.
—¡Tomodachi! Cuanto tiempo, ¿Acaso no te he visto hace unas siete horas?.
Le dijo el Omega con una linda sonrisa mientras desprendía su olor hasta donde pudiera, su felicidad estaba acumulada y su interior se sentía emocionado.
—Deja de llamarme así.
Esta vez respondió Budo, con fastidio y se separó del abrazo haciendo una imitación como si no tolerará las feromonas de naranja que soltaba el menor.
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—Deja de hablar mal de mí, solo un momento.
El Alfa volteo los ojos, luego se fijó en que el Omega traía el libro que el le había regalado de cumpleaños, sonrió ante eso.
