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El suave sonido de la brisa chocando contra su ventana lo despertó, o quizá solo eran los gritos de Osana un lunes, ahí estaba afuera de su hogar junto a Budo en su celular.
Se preguntaba con quién hablaba.
De pronto el ruido de una notificación lo exaltó por completo notando la existencia de su propio celular, viendo mensajes del mismo Budo que ya estaba cansado de Osana allá abajo.
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Se arregló rápidamente y se despidió de su padre que lo abrazo y le dio un pequeño beso en la frente como despedida, salió y se encontró a los dos jóvenes afuera.
Osana caminaba al frente de ellos mientras gritaba quejándose del Omega que se había despertado tarde, Budo lo miro con una sonrisa y siguió caminando junto a la chica.
Se daban pequeñas miradas que no llevaban más a una que otra risita de parte del pelinegro, eso duro hasta que llegaron a la escuela y Budo se fue con los de su grupo.
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