Desde sus primeros instantes de consciencia, Nagi Seishirou sabía que algo en él era diferente. No había nada en particular que llamara su atención, ni personas ni objetos, y tampoco ayudaba que sus padres se encontraran ausentes durante gran parte de su niñez y adolescencia. Nagi se preguntaba de vez en cuando (porque pensar era una molestia) si su forma de querer habría sido diferente de haber tenido el afecto pleno por parte de sus padres.
Al entrar en su etapa como estudiante de instituto – como durante sus anteriores etapas – no le dio mucha importancia a eso de hacer amigos, no le interesaba el pertenecer a un grupo específico o el tener a alguien con el que charlar, le bastaban las "amistades" que había hecho durante sus partidas online. Pero había algo en él que lo confundía. A pesar de haber conseguido entrar a un instituto de prestigio, sus compañeros (al no estar bajo la vigilancia de sus padres o profesores) dejaban salir sus perversiones mediante cotidianas conversaciones, normalmente hablando de manera cruda sobre sus compañeras de clase o de las aulas adyacentes. A cada una de las pobres chicas (Nagi puede que fuera malo con las emociones, pero sí sentía empatía) con números del uno al 10, enfocándose en el tamaño de diferentes partes de su cuerpo, pero Nagi – a pesar de haber intentado, en una ocasión, prestar atención a sus compañeras de clase – era incapaz de sentir de lo que aquellos pervertidos hablaban.
Nagi entendió de mala manera que sus compañeros masculinos eran peor de lo que imaginaba cuando empezaron a compartir entre ellos videos y revistas pornográficas (aunque de manera más clandestina), incluso en una instancia – a raíz de una apuesta supuso Nagi – se acercaron hasta su mesa para enseñarle uno de esos videos que veían mientras salivaban. Al principio, el albino no quiso seguirles el juego, manteniendo su cabeza tendida en la robusta madera de su mesa; pero al ver que no se cansaban, accedió a mirar las imágenes (siendo sincero, con algo de curiosidad), para acabar decepcionándose al no sentir ningún ápice de excitación, lo que hizo que aquellos compañeros se marcharan llamándolo "aguafiestas" pero que solo hizo que Nagi se sintiera más confuso.
Al llegar a casa, Nagi saludó con monotonía a su querido cactus y se tumbó en la cama, buscando encontrar algo que encendiera su interés entre los cientos de videos para adultos. Estaba por rendirse después de haber visitado unos cinco videos, pero algo le llamó la atención. Presionó una parte de la pantalla y aparecieron videos protagonizados exclusivamente por hombres. Sus ojos resplandecieron al ver entender que, si no le atraían las mujeres, pues lo harían los hombres, lo cual le ayudaría a entender más a cerca de su persona.
Pero sus esperanzas se desmoronaron al ver que aquellos videos tampoco infundían nada en él, lo que le hizo apagar el dispositivo y lanzarlo con cuidado a su lado (por mucho que estuviera irritado, sabía que el jugar juegos luego en el móvil le ayudaría a clamarse). El albino se conformó con el término "asexual" por lo que – ahora con una identidad propia – siguió navegando por la vida como de costumbre.
[...]
Era un día caluroso. La hora de clase se había cambiado por auto-estudio debido a la falta del profesor, por lo que decidió tumbarse sobre su mesa y descansar hasta que fuera la hora de marcharse, ya que hoy no le tocaba turno para limpiar la clase. Pero su plan fue frustrado cuando varios de sus compañeros se acercaron a él en busca de ayuda con algunas asignaturas. Entre sus compañeros era conocido como un "genio", ya que se dignaba a dormitar en todas las clases pero siempre acababa siendo el primero de la clase. Muchos se habían acercado a preguntar a cerca de su "secreto", como si de una criatura mística se tratase, pero lo único que hacía era que mientras dormitaba seguía escuchando las explicaciones de sus profesores y que – dada su brillante memoria – apuntaba las cosas importantes dichas durante el día a la hora de hacer los deberes.

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Boy meets luv
FanfictionReo Mikage tenía toda la vida planeada incluso antes de haber nacido. Todo el mundo pensaba que seguiría los pasos de su padre y que sería el hijo perfecto: diligente, inteligente, y obediente. Pero un viaje al extranjero le abre la verdad sobre sí...