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Por mucho que intentara cerrar los ojos y contar ovejas, el joven heredero del imperio Mikage era incapaz de conciliar el sueño sabiendo que el protagonista tanto de sus pesadillas como de sus más profundas fantasías se encontraba a tan solo centímetros de él. El brillo de la consola de Nagi llevaba apagada un buen rato, y los sonidos de disparos habían sido sustituidos por la suave respiración del albino.

Gracias a la insistencia de Reo se encontraban espalda contra espalda, tenía miedo de hacer alguna locura al ver su plácido rostro durmiente. El agitado hombre había empezado a sentir los efectos del sueño cuando el tacto con la espalda de Nagi volvió a despertarle. Por un momento se tensó, temiendo que su amigo estuviera despierto y dispuesto a iniciar una conversación. Nunca antes deseó estar tan equivocado.

- Reo... ¿estás despierto?

- Ahh... sí.

Nagi no respondió, pero Reo pudo notar como se giraba para posar su intensa mirada en su figura. El Mikage imitó la acción, sentía como los ojos del albino le rogaban que mostrara la cara. El rostro del más alto se suavizó y - por costumbre - se acercó a su amigo, lo que hizo que Reo se sonrojara. Daba gracias que su enrojecido rostro fuese escondido por la oscuridad de la noche.

- Hacía mucho tiempo que no dormíamos juntos, añoraba esto.

A pesar de que Reo deseaba con todas sus fuerzas responder con un "yo también", sus labios siguieron sellados, esperando a que el otro continuara. Nagi odiaba con todas sus fuerzas la falta de comentarios por parte del Mikage, normalmente era él el encargado de liderar sus conversaciones hasta que la saliva en su garganta dejaba de fluir. Alargó el brazo para quitar de en medio el pelo frontal de Reo, que le estaba tapando mitad del rostro, pero desistió en su acción al notar la incomodidad del hombre.

- Reo... yo... lo siento...

El susodicho pudo ver el esfuerzo que estaba haciendo Seishirou por expresar sus pensamientos y emociones, pero seguía siendo igual de malo en ello, y él seguía queriendo indultarlo de tal carga.

- Presiento que vas a pasarte toda mi estadía en Manchester pidiendo perdón - Nagi hizo un puchero como respuesta. Reo nunca pudo desear más probar aquellos labios - en cambio, podrías demostrar como te sientes con actos...

El joven heredero pudo observar como los profundos orbes de Nagi brillaron ante lo dicho por su amigo (también podía ser porque había encendido la lamparita que estaba al lado de la cama), era como si todos sus problemas se hubieran aclarado con aquellas pocas palabras. Por primera vez en el día, Reo se permitió sonreír pensando en las tonterías que le haría hacer Nagi con tal de hacerle entender su arrepentimiento.

Pero lo último que se esperaba era que Nagi lo postrara en la cama y se posicionara entre sus piernas.

- ¿Nagi?

- ¿Mhm?

- ¿Qué estás haciendo?

- Lo que me dijiste que haga.

Sin más que decir, Nagi se acercó al rostro de Reo para unir sus labios. El beso empezó siendo inocente, una simple presión entre los dos pares de labios; pero el momento en el que Reo los abrió ligeramente para poder replicar, la hambrienta lengua de Nagi empezó a trazar el interior de la boca del menor.

- ¡N-Nagi! ¡Espera un momento!

Los intentos del joven heredero por separarlos fueron inútiles, el más alto empezó a ejercer más presión para apresarlo entre la cama y él, incluso la cintura de Nagi empezó a moverse levemente en busca de mayor fricción en su entrepierna. Lo único que pudo hacer Reo fe dejar escapar pequeños gemidos mientras su mente empezaba a derretirse por el placer. Después de un rato de puro contacto, Nagi se separó para poder mirar a su amigo a los ojos.

Boy meets luvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora