Capitulo 12

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Agacho mi figura para poder tomar en mis brazos a aquel pequeño gato de color blanco con pintas grises que mantiene sus ojos verdes claros puestos en mí.

—¿Estás perdido pequeñín? —le hablo.

—¿Anneliese? ¿Estás bien? —escucho la voz se Stavros mientras corre hasta mi cerciorándose de que no me haya sucedido nada—. He escuchado un ruido.

—Está bien, ha sido obra de este pequeño amigo —le regreso una sonrisa y él parece aliviado al comprobar que solo se trata de un gato.

—Me he asustado bastante —responde dándome un abrazo.

—No ha pasado nada por fortuna —le regreso un beso en la mejilla ante su reacción.

—Estaré la próxima vez más atento, lo prometo.

—¿Puede quedarse? Al menos por esta noche. Se ve que la ha pasado muy mal, esta incluso temblando del frío.

—No lo sé —duda—. Nunca he tenido una mascota, es algo complicado ¿no lo crees?

—Me encargaré de cuidarlo, le buscaremos un hogar.

Él suspira.

—¿Por qué presiento que aquello solo es una excusa para que acepte que el gato se quede con nosotros?

—Porque lo más seguro es que alguien lo haya arrojado a la calle —se me arruga el corazón—. No puedo simplemente hacerlo a un lado, deja que se quede.

—Está bien —responde ante mi suplica.

—Gracias.

—Será temporal.

—Claro.

Él suelta una risa.

—¿Qué es tan gracioso? —pregunto.

—Es claro que no será temporal su estadía aquí.

Le regreso una sonrisa.

—Debemos conseguirle comida, y un lugar donde dormir, quizás también un arenero, y llevarlo con un veterinario...

—¿Te escuchas? ya lo has reclamado como tuyo —se cruza de brazos.

—¿Cómo mío? Te equivocas, es nuestro ahora.

**

—Anda come pequeño, te vas acostumbrar con el tiempo a tu cama nueva, y también a esta casa.

El pequeño gato que llegó a la casa se ha quedado los últimos cinco días con nosotros, lo hemos llevado a un veterinario quien nos ha dicho que todo marcha bien con él y que se trata de un macho de al menos un mes de nacido. Es un gatito demasiado tierno y calmado. Aunque haya tenido uno que otro problema con Stavros por el estado de las cortinas, pero aquello es otro tema aparte.

—Stavros ha dicho que no te dé un nombre, pero ya he pensado en uno, te llamarás humo. ¿Te gusta? —lo tomo en mis brazos—. Me recuerdas mucho a mi antigua mascota, era un gatito muy lindo al igual que tú, blanco como una mota de algodón. Mamá me lo dio para mi cumpleaños número seis, y fue el único regalo que no pude llevar conmigo al orfanato.

Me limpio una lágrima al recordar aquello, crecer sin mis padres fue una experiencia demasiado horrible.

—Pero no te preocupes humo, yo cuidaré de ti. Aunque a Stavros no le agrade mucho la idea de tenerte con nosotros.

—Yo no he dicho eso —se queja a mis espaldas—. He dicho que es una responsabilidad muy grande.

—Te has quejado de que ha arruinado las cortinas.

Guardián Oscuro (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora