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No pasó mucho tiempo desde aquel día en que conocí a Bill, y nos volvimos inseparables, él me pasó su contacto y hablábamos día, tarde y noche, hablarnos era lo primero que hacíamos al despertar y lo último que hacíamos antes de dormir. No sé si él sentía lo mismo, pero yo me sentía muy cómodo cuando hablábamos, nos entendíamos perfectamente, desgraciadamente corríamos los mismos riesgos y sabíamos lo que se sentía, pero nos teníamos el uno a el otro.

Estaba aburrido en mi habitación escuchando música, hasta que me llegó un mensaje, era de Bill.

– ¿puedo ir a tu casa? Estoy aburrido. – sonreí al ver su mensaje y empecé a teclear.

– no preguntes, ven cuando tú quieras, siempre estoy aquí. – Bill dejó en visto mi mensaje por varios minutos, hasta que logré escuchar el sonido de la troca de Gordon, después escuché el portón abrirse y a mi papá hablar, había otra voz, ¡era la de Bill! Rápidamente salí de mi habitación y bajé las escaleras casi corriendo para ver a Bill.

– ¡Bill! – lo saludé dándole los 5.

– hola, Tom. – sonrió.

– vamos a mi habitación. – asintió y subimos las escaleras para después entrar a mi habitación.

– me han pasado muchas cosas que sólo podría hablar contigo en persona. – dijo con su voz suave mientras me miraba con una sonrisa, la cual le devolví.

– cuéntamelo todo. – estuvimos hablando por mucho tiempo de tantas cosas que nos han pasado en tan poco tiempo, cosas que solo nosotros podíamos entender.

– es difícil esta vida, a pesar de no demostrarlo, yo vivo con el miedo constante de que vengan a atacar a mi padre y de paso a nosotros, su familia. – expresé con notable cansancio de esta situación mientras él asentía.

— si, a veces no me gusta esta vida...

– a mi me gusta mucho. – él me miró con curiosidad.

– ¿por qué?

– nuestros padres lo tienen todo en la vida, son más ventajas que desventajas, ¿cuando sea aún mas grande, quiero ser como mi padre, quiero seguir sus ejemplos. – Bill abrió los ojos con mucha sorpresa.

– yo no quiero ser como mi padre, no quiero arriesgar mi vida.

– probablemente termines siguiendo sus pasos, probablemente no, no lo sabemos, pero cada quién.

– si, ya eso es de cada quién. – sonreímos.

– ¿sabes? A mi me gustaría que salgamos a algún lugar. – volteé a verlo de inmediato con notable preocupación.

– no podemos salir, nos van a matar... – solté y bajé la mirada, él se rió. – ¿de qué te ríes?

– no lo harán, Tom, he salido muchísimas veces y no pasa nada, ¿te das cuenta de lo pesados que son nuestros padres en esto de la mafia? Nadie puede con ellos ni con nosotros. – trató de tranquilizarme.

– pues si, pero... yo desde pequeño me la he pasado encerrado, y no estoy nada acostumbrado a salir.

– ¿y así quieres ser como tu papá? – reímos.

– está bien, salgamos.

– ¡muy bien! – sonrió. – el día de la fiesta me di cuenta que hablas con Gustav y Georg.

– si, son mis amigos. ¿Los conoces? – asintió con la cabeza.

– si, también son los míos.

– entonces hay que salir los 4 juntos. – sonreí entusiasmado.

– ¡claro que si! Pero, ¿a dónde? – ambos nos quedamos pensando por un momento.

– ¿a algún centro comercial?

– me parece perfecto, solo falta avisarles. – asentí con la cabeza.

– está bien, tú me avisas. – sonrió y asintió, al igual que yo.

– bien. – nos quedamos en silencio por un momento. – tengo hambre.

– yo también, ¿comemos algo?

– sip.

– ¿qué quieres comer?

– no lo sé, lo que tú quieras. – pensé por un momento, yo era muy indeciso, siempre quería comer lo mejor de lo mejor, ¿que tal si era la última vez que comería? – mhmm, ¿pizza?

– si, lo que sea está bien.

– bien, espera la pido. – tomé mi teléfono pedí la pizza, no tardaron mucho en llegar, así que les di una buena propina.

– llegó la pizza. – entré a mi habitación con la pizza en las manos, platos y refrescos, Bill estaba a punto de agarrar una rebanada, pero no lo dejé y yo lo hice por él.

– muchas gracias. – sonreímos y empezamos a comer.

– ya quiero tener 18. – Bill levantó una ceja, lo sé, era un deseo raro.

– ¿por qué?

– me convertiré en un adulto, y estaré cada vez más cerca de llegar a ser como mi papá. – sonreí orgulloso y él soltó una carcajada.

– pero si hasta te da miedo salir. ¿No que muy sácalepuntas? – me reí y le di un codazo.

– íralo eres bien quien sabe como. – nos reímos.

*5 días después*

Nos pusimos de acuerdo con Gustav y Georg, ellos aceptaron salir con nosotros y les dió gusto que ahora nosotros nos conociéramos y nos lleváramos bien. Finalmente había llegado el día de salir, y ahora estábamos los 4 en el centro comercial, todas las personas nos miraban raro y los vendedores en la tiendas nos contestaban con muchísimo respeto.

– muero de hambre. – se quejó Georg con una expresión de sufrimiento, cosa que nos pareció graciosa.

– ¿qué comemos? – preguntó Bill.

– hay muchos locales de comida en el piso de arriba, ¿vamos? – dijo Gustav y todos asentimos. Subimos al siguiente piso y habían varios locales, finalmente nos decidimos por uno donde vendían hamburguesas, y nos sentamos en una mesa a esperar la comida.

– ¿por qué tan callado, Tom? – preguntó Bill.

– no estoy acostumbrado a salir, pero me está gustando. – reí.

– ¿soy yo o Tom y Bill se parecen? – dijo Gustav mientras nos miraba detalladamente.

– ¡es verdad! Sus ojos son iguales. – exclamó Georg con mucha sorpresa.

– bueno, si ustedes dicen. – me reí.

– me doy cuenta que si... pero debe ser casualidad. – dijo Bill sin tomarle mucha importancia al tema.

Vínculos prohibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora