El Atuendo De Enid

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Habían pasado unos meses desde la confesión de Wednesday, se podría decir que las cosas funcionaban a la perfección hasta el momento; ella había sido correspondida, las voces en su cabeza se habían silenciado al igual ese molesto sentimiento que oprimía su pecho buscando salir, había logrado reanudar su escritura y no tenía ninguna duda que su elección de pareja había sido totalmente acertada; Enid había sido comprensiva y cautelosa con las demostraciones de afecto, sobretodo en público, siempre anteponiendo los tiempos de la gótica a sus propios deseos.

Habían hablado y mucho sobre cómo iban a ser las cosas ahora que sus etiquetas habían cambiado de amigas a novias, Enid quería asegurarse de no cometer ningún error que terminara incomodando a la pelinegra y fue muy meticulosa en cada detalle con respecto a la intimidad, Wednesday había reconocido no sentirse preparada para el siguiente paso por lo que la rubia aceptó el límite sin cuestionar y se disculpó por haberse excedido aquella noche donde sus labios hicieron contacto por primera vez.

Desde entonces lo hablado fue cumplido a rajatabla, sus encuentros habían sido casi castos, cargados de amor y romanticismo pero en cuanto las cosas comenzaban a tomar un tinte pasional Enid tomaba distancia y proponía una actividad diferente, la cosa era que lo que en un principio estaba más que bien para la morena, últimamente no era suficiente y se estaba tornando algo frustrante. Lo que estaban haciendo la dejaba con ganas de más y lo sabía por la manera en que el hormigueo en sus entrañas se había transformado en un violento nido de avispas que la llevaban constantemente a pensar en Enid y en aquella noche en la que el cuerpo de la licántropa estaba sobre el suyo, en sus respiraciones agitadas, en la forma que se estremeció cuando los dedos de la loba se habían colado bajo la tela de su camisa y sobre todo cómo se hubiera sentido de haber otorgado el permiso a la rubia de ir más allá.

Estaba hambrienta de alguna manera pero le resultaba indecoroso admitir sus pensamientos obscenos. Sin embargo sus necesidades de cercanía con Enid habían logrado convertirse en algo medianamente llevadero, o por lo menos así lo era hasta hace solo un par de horas. Cuando la licántropa lució su nuevo look para la fiesta de cumpleaños de Yoko.

-Y bien ¿cómo me veo? -consultó la rubia. Wednesday movió levemente su cabeza, casi sin interés pero al notar a su novia toda de negro no puede evitar girar totalmente y observarla con una expresión que la ojiazul no conocía ¿Sorpresa tal vez?

Enid había reemplazado sus coloridas zapatillas por unas oscuras botas, sus clásicas faldas por una falda corta en color negro con un estampado de pequeñas lunas y a juego un crop top con cuello de camisa que dejaba expuesto su ombligo plano; sus labios estaban pintados de negro y ademas llevaba un sombrero que le daba un tinte elegante a todo su atuendo. Wednesday simplemente se quedó sin palabras, el calor que creció en su abdomen parecía haber llegado hasta su rostro cubriendo de tono rojizo su pálida tez.

-¿Se me ve muy mal? -cuestionó Enid a la gótica que aun seguía inmóvil por lo que sólo respondió negando con su cabeza mientras su corazón golpeaba con fuerza su pecho.

-Estas de negro -fue todo lo que logró decir luego de un largo silencio.

-¿No te gusta? -preguntó la rubia sintiéndose insegura ante la extraña reacción de Wednesday.

-Por el contrario -soltó la pelinegra al notar que su falta de respuesta generaba incertidumbre a su novia -tú estás... tú te ves... tú luces hermosa. Es decir, eres hermosa, siempre, pero luces deslumbrante esta noche -aclaró con nerviosismo sin poder dejar de observar a la rubia que le devolvía una cálida sonrisa.

-Tú eres hermosa Wends -susurró la loba mientras se acercaba a dejar un cálido beso en los labios de la más baja para luego retirarse nuevamente hacia el espejo.

Wenclair - El Monstruo Al Que Le TemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora