Me Importa

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-Wedns...-murmuró Enid sacando a la vidente de su ensimismamiento.

-¿Hmmm?

-¿Tienes un momento? -preguntó desde el centro de la habitación mientras se balanceaba sobre sus talones con nerviosismo.

-Estoy ocupada -comentó con una punzada de culpa.

-He tratado de respetar tu espacio y horario de escritura pero Thing me dijo que no estás bien y creo que necesitas hablar.

-Él no sabe como estoy -respondió la gótica mientras arrancaba con frustración otra página de su máquina de escribir y la arrojaba al cesto repleto de bollos de papel.

-La cuestión es que él no es el único que lo piensa... Vamos Wends, es obvio que te pasa algo.

-No me pasa nada -susurró luego de un largo suspiro.

-Hablemos ¿o prefieres hacer algo?

-Lo que prefiero es que cierres la boca de una vez y quizás cortarle los dedos a esa cosa cuándo se me acerque.

-Wow! ¿tomaste vinagre o algo así? Tu mal humor el día de hoy ha estado más allá de lo normal y a eso debo sumarle que estás distante últimamente.

-Tengo que soportarte a diario ¿qué esperas? -soltó bruscamente tratando de convencerse de que debía lograr que la rubia se alejara.

-Creí que esta fase odiosa había pasado, al menos conmigo -susurro cabizbaja.
-¿Qué te sucede?

-Nada, ahora cállate... quiero escribir.

-¿Tan difícil es confiar en mí y decirme qué está pasando?

-¿No tienes nada que hacer?¿prepararte para una cita con alguno de tus novios tal vez?

-¡Que un par de chicos me hayan dicho que quieren pasar San Valentin conmigo no los vuelve mi pareja!

-Si tu lo dices...

-No estoy saliendo con nadie Wends -agregó cansina.

-Cuando le coqueteas a medio instituto es difícil saberlo.

-Okey, esto ya se fue lejos ¿acaso estás celosa o a qué demonios quieres llegar? Tu estabas envuelta en una especie de triángulo amoroso cuando llegaste y jamás te juzgué por eso -gruñó la rubia mientras que giraba la silla de la gótica con un fuerte movimiento para quedar cara a cara.

La gótica no respondió nada, se limitó a desviar la mirada ya que la licántropa se encontraba a escasos centímetros de su rostro y es que si se veía hermosa habitualmente, ahora con esa actitud autoritaria lucía aún más atractiva.

-¿De verdad no vas a decir nada?

-No se que quieres escuchar.

-No lo sé, básicamente me has ignorado por días y de repente parece que tienes mucho qué decir respecto a mi vida amorosa así que tú dímelo.

...Okay, más silencios es lo que obtengo -murmuró la rubia tras hacer una pausa para inhalar una gran bocanada de aire. -No es la primera vez que haces ese tipo de comentarios y de verdad no se a que quieres llegar con todo esto ¿qué quieres Wednesday?¿qué sucede?

-Ya te dije que nada sucede Sinclair puedes salir con quien quieras.

-Escucha, no quiero pelear contigo, creí que tal vez necesitabas un tiempo a solas pero ya estamos en un punto en donde es bastante obvio que me evitas y necesito saber el por qué. ¿Qué hice mal? -preguntó la loba con voz quebrada.

-No has hecho nada mal, soy la única responsable de lo que me pasa.

-Entonces ¿por qué no estamos bien Wends? -cuestionó casi en súplica de una respuesta -Sabes que cualquier cosa que digas está a salvo conmigo, pero si no quieres contarme lo que sucede dime cómo puedo ayudarte.

-No puedes ayudarme Enid.

-Al menos déjame intentar dijo la licántropa mientras que con su mano guiaba el rostro de la vidente hacia el suyo para poder mirarla a los ojos.

El hilo de voz con el que hizo su demanda fue tan dulce que condujo a la vidente en lo que parecía una guerra interna acerca de qué o cómo decir lo que tenía qué decir, se sentía embobada, el toqué de su cálida piel, el aroma de su exquisito perfume, la corta distancia que las separaba, aquellos ojos añil demandantes, todo atentaba contra su cordura por lo que en varias ocasiones movió sus labios como si fuera a empezar a hablar pero no emitía ningún sonido y volvía a sellar su boca de nuevo.
Sus ojos ahora descansaban sobre los rosados labios de su compañera y podía sentir como una fuerza magnética la atraía hacia ellos acortando la distancia hasta que su mente la empujó nuevamente a la conciencia.

-Esto es estupido! -dijo finalmente mientras quitaba la mano de la otra con brusquedad -entiende que hablar no cambiará nada -sentenció al tiempo que saltaba de su silla y se desplazaba hacia la puerta.

-¡Huir como una cobarde seguro que cambia las cosas! -reclamó la licántropa con un nudo en la garganta mientras el golpe de la puerta al cerrarse hacía eco en la habitación.

Caminó hasta su cama con la vista nublada por las lágrimas y simplemente se dejó caer, estaba angustiada y se sentía terriblemente estúpida, por un instante llegó a pensar que la gótica tenía intención de besarla, pero obviamente no era más que su cabeza plantandole ideas erróneas de nuevo; si Wednesday se sintiera interesada en una chica definitivamente no iba a ser en alguien como ella, la simple idea era absurda.

Tal vez su madre tenía razón y la amistad de la vidente no era más que una obligada muestra de gratitud tras haberle salvado la vida, tal vez su actitud de cachorro necesitado de atención había logrado colmar la paciencia de su compañera, tal vez era momento de resignarse y simplemente dejar las cosas como estaban pensó entre sollozos.

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Para cuando Wednesday regresó a la habitación, la licántropa se hallaba en su escritorio aparentemente haciendo alguna actividad escolar, pero al verla entrar movió su mano rápidamente quitando unas lágrimas con la manga de su suéter. Su semblante era oscuro, tenía el rostro hinchado y su pelo revuelto pero aún así se veía terriblemente hermosa pensó la gótica mientras el pecho se le oprimía de solo imaginar que era la razón por la cual había estado derramando lágrimas.

-Tranquila, ya no voy a molestarte -afirmó la loba al ver a la pelinegra estática junto a la entrada del ventanal mirándola fijamente.

-Yo no...

-Quería aclararlo, por sí estabas considerando irte nuevamente -interrumpió casi en reproche.

-Yo no iba a ningún lado -susurro Wednesday.

-De igual manera no volveré a interferir en tu vida.

-¿Estás bien?

-Cómo si te importara -murmuró la rubia mientras se ponía los auriculares y seguía con sus actividades.

Me importa, pensó la morena en tanto caminaba a su escritorio. Se odiaba a sí misma por caer tan bajo y huir como cobarde en lugar de enfrentar la situación. Aunque reconocía sus limitaciones, hablar de lo que sentía era complicado sobre todo sí decir lo que le sucedía implicaba exponerse a nuevos niveles de humillación.

Wenclair - El Monstruo Al Que Le TemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora