cheaters

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Charles no es el tipo de persona que guarda rencores, le es fácil aceptar una disculpa y dejar el pasado pisado, nunca ha sentido la supuesta "sed de venganza", hasta ahora.

Porque mientras observa las múltiples fotografías enviadas por un número anónimo a su teléfono, en las que Max, su pareja, tiene relaciones sexuales con otras personas, siente su sangre hervir, se siente humillado e irrespetado, y no hay nada que desea más que demostrar que él no es ningún idiota que siempre perdona.

Pero la puerta de su oficina abriéndose lo fuerza a apagar su pantalla de inmediato y dejar sus pensamientos de lado.

"Cariño, saldré con unos amigos, no me esperes despierto." El rubio avisa con una sonrisa descarada a los ojos del monegasco que se traga todo lo que tiene para decir y solo se levanta del sofá para caminar hasta él.

"Está bien, lindo, no bebas mucho, no sea que te confundas y beses a alguien más." Dice con gracia pero su mirada está llena de una ira que el neerlandés parece incapaz de notar.

"Claro que no, no hay nadie en este mundo que se compare contigo, teniendote a ti, es imposible para mí mirar a alguien más." Maldito hipócrita.

Charles sonríe falsamente, recibe asqueado un beso del rubio y le permite irse, cerrando la puerta tras él.

Inmediatamente toma su teléfono de nuevo y marca un número conocido, esperando recibir un consejo.

"Charlieee, amigo, estaba por invitarte a tomarnos un par de tragos." La voz animada del francés al otro lado de la línea hace eco en la habitación a pesar de no tener el altavoz activo.

"Max me fue infiel."

"Oh."

Y Charles se espera lo que viene después porque conoce a su amigo y sabe que su boca sincera no dudará en dejarlo saber lo que opina al respecto.

"Mierda, lo siento, pero debo decirlo, te lo dije. Pero como siempre, no me quisiste escuchar, llevo dos años, ¡dos!, advirtiéndote que esa arpía solo te quiere para que pagues por sus fiestas y sus carritos de lujo, ya es hora de que lo aceptes."

Y es que Pierre no exagera, comenzó a salir con Max un par de meses después de conocerse en un bar en Mónaco y cuando finalmente se lo presentó al francés, pues él muy directo y en el rostro de Max dio a entender que este era tan solo un caza fortunas y no le daba buenas vibras, e allí el porqué a Max no le gusta su amistad con Pierre ni un poco.

"Okay, tenías razón, lo siento. Ahora, ¿qué hago?"

El silencio a través de la línea dura un par de segundos, entonces la voz incrédula de su mejor amigo vuelve a escucharse.

"Pues romper con él, Charles, no seas idiota, ¿qué pregunta es esa?"

Charles rueda sus ojos como si el otro hombre pudiera verlo.

"No, idiota, ¿qué hago para vengarme de él?"

Ahora el silencio es incluso más largo.

"Increíble, el mismísimo Charles Leclerc, el ser humano más ingenuo del universo, me está pidiendo consejos para vengarse, estoy en el maldito paraíso." Habla, casi grita, emocionado.

"Pierre, concéntrate, maldita sea."

"Es fácil, tonto, bloqueas sus copias de tu tarjeta, cambias la cerradura de tu casa y finalmente te acuestas con otro y le envías una foto que lo demuestre pero que no se te vea la cara, obvio."

Charles no sabe si debe estar asustado de la clase de personas con las que se junta, pues Pierre fue estúpidamente rápido con su respuesta, como si fuera algo super casual.

Pero también piensa en la satisfacción de pagarle a Max con la misma moneda, es verdad que ya no lo quiere como antes y si aún no ha terminado su relación es para evitarse muchos problemas, además que tener compañía en casa es bonito.

Entonces se asusta porque cuando su mente le cuestiona a quién acudiría para llevar tal plan a cabo, la respuesta viene tan rápida que parece obvia.

"Okay, creo que puedo hacerlo. Gracias, P, y te dejo, debo hacer una llamada."

Se despide rápidamente y escucha la risa traviesa al otro lado de la línea.

"Provecho, Charlie, finalmente degustaras la comida española." Con esa frase termina la llamada y Charles niega con una sonrisa y mejor humor que minutos antes.

...

La verdad es que Charles no se culpa a sí mismo por caer en los trucos del bonito rubio neerlandés y es que él no fue criado para reconocer ese tipo de personas.

Charles nació en una familia normal de clase media, padre, madre, dos hermanos y de vez en cuando, problemas económicos. Al crecer y tras graduarse con mucho esfuerzo como ingeniero automotriz, le nace una idea, que podría llevarlo a la cima o dejarlo en la ruina.

Es entonces que con sólo 23 años y muchas deudas construye una pequeña empresa de repuestos para autos con apoyo de varios contactos que hizo en el camino, entre ellos, Pierre Gasly, su mejor amigo, socio y principal inversor.

Luego, recurrió a los contactos recogidos por su padre en muchos años de amor por las carreras y las apuestas, su empresa se volvería proveedora oficial de algunos equipos pequeños y en cuestión de tres años llegaron a oídos de la Fórmula 1 y pronto, se convirtieron en más que solo proveedores, sino en EL proveedor oficial de cientos de equipos en diferentes categorías del motosport.

Al igual que su empresa, su cuenta bancaria creció en poco tiempo, ahora con el título de CEO junto a su nombre, ha logrado realizarse como persona.

Entonces conoció a Max y no pudo evitar quedar encantado, al parecer el rubio también quedó encantado con él y su billetera.

El monegasco nunca ha sido de exagerar en lujos materiales incluso después de tener el dinero para hacerlo, con el tiempo pagó la hipoteca de la casa de sus padres, compró una casa espaciosa más no una mansión y un Mercedes para moverse en el día a día.

Pero nunca reparó en darle gusto a Max, le mantenía embobado el brillo en los ojos de su chico cada vez que le daba un regalo, empezó con flores, colonias, relojes y terminó convirtiéndose en varios vehículos de lujo, brillantes y blindados, un yate con su nombre y obviamente una copia de su tarjeta para que gastara lo que quisiera.

Suspira de tan solo pensar en lo estúpido que fue, dos años probablemente pagando por las cenas, los tragos y las habitaciones en las que su novio se revolcaba con otras personas, antes de que la ira lo carcoma de nuevo, toma su teléfono.

El mensaje que envía recibe una respuesta rápida que le genera una sonrisa tonta.

"Hey, necesito pedirte un pequeño favor, ¿estás libre mañana?"

"Sabes que siempre estoy libre para verte, Charlie, búscame en mi oficina, te estaré esperando."

Sería una larga noche de espera.

Entre Infieles Y Viejos Amores - Charlos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora