CAPÍTULO 10. Convalecencia [+18]

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¡Contenido +18!

Law, sentado a horcajadas sobre el pelirrojo, lo miraba con ternura y perversión, —¿Puedo comenzar?— habló lleno de emoción el médico mientras repartía caricias por los hombros del otro.

Kid, quien estaba recostado en la mesa de operaciones del otro, solo asintió un poco dándole al otro la luz verde que necesitaba, y mientras Law lo miraba con aquella sonrisa perversa, Kid luchaba por mantenerse quieto y no salir corriendo por el miedo que le provocaba ver como el pelinegro poco a poco acercaba a la piel de su pecho el afilado instrumento de cirugía, su bisturí, que le ayudaría a trazar finos, y seguramente, profundos cortes en su piel. Law, antes de presionar con precisión la afilada cuchilla, suspiró pesadamente, pensando cómo aquella blanca piel pedía por ser marcada, pedía que Law dejará marcas permanentes ahí.

Se relamió los labios y presionó con delicadeza la cuchilla en la piel hasta hacer brotar la sangre y sin detenerse buscó trazar en grande, y de una profundidad considerable, dos únicas letras en esa parte del cuerpo del otro. Miró su trabajo terminado y sonrió, ahora y por siempre, quedaría grabado en la piel del otro las letras "L" y "T", sus iniciales por siempre estarían presentes en el pecho del otro, debajo de su clavícula, un lugar que fácilmente podría ser visto por cualquiera.

Sonrió y suspiró para después dejar a un lado su herramienta afilada y seguir, con lo que él creía, la mejor parte de esa sesión. Tomó sus siguientes herramientas médicas ante una mirada perdida de Kid; un portaagujas, hilo y la afilada aguja que le ayudarían con la tarea de cerrar los cortes recién hechos. Todo aquel teatrito tenía un objetivo para Law, suturar los cortes y garantizar que en aquella piel permaneciera el mayor tiempo posible las marcas de Law.

La grande, fuerte y temblorosa mano del pelirrojo de repente atrapó su pierna, haciendo que Law detuviera un momentos sus movimientos, creyendo en ese momento que el otro detendría su labor, pero erró, tal parecía que el pelirrojo buscaba algo de que aferrarse al no ser capaz de sobrellevar la sobreexcitación que ahora lo ahogaba.

—Law...— pronunció Kid apenas, con voz suplicante y llena de deseo.

—Ya casi termino— dijo el médico sonriéndole de forma comprensiva mientras terminaba de jalar el hilo de sutura y cerraba las heridas recién hechas. Suspiró y alejó sus manos del cuerpo del otro —Quedaste muy bonito, Kid-ya...

El pelirrojo miró sin creerse que hubiera aguantado semejantes heridas sin medicina alguna que aminorara su dolor, y lo peor, o mejor según lo viera, estaba más duro que una roca, necesitaba ya al pelinegro. Aún temblando, por la mezcla de miedo y excitación, tomó al pelinegro de las caderas, quien, siguiendo con su teatrito, solo traía encima su bata de médico y debajo de esta se encontraba completamente desnudo.

—¿Seguro que esta cosa nos aguanta a ambos?— preguntó en un susurro el pelirrojo refiriéndose a la mesa de operaciones donde planeaba tomar al otro hasta cansarse.

—Hay que descubrirlo— le dijo el moreno retirando lentamente su bata médica y la dejaba caer al suelo.

Kid entonces intercambió posiciones y dejaba tendido al otro en la fría superficie, le abría las piernas al máximo y se posicionaba en su necesitada y húmeda entrada. No se tomó el tiempo de prepararlo, esta vez no, y aunque escucho los quejidos de dolor cuando lo tomó de golpe, enterrándose lo más que podía en el interior del pelinegro.

Sujetó bien las caderas del peligro y comenzó los violentos movimientos sin detenerse, tomándolo con urgencia, con fuerza, mientras se deleitaba con cada grito y jadeo que lograba sacarle al otro. Kid no dejaba de preguntarse qué le estaba pasando, sentía que se volvía loco de tanto placer entre los brazos del moreno, intoxicandose de su cuerpo, de su calor, de su mirada, de él, al que aferraba con desespero a su cuerpo, clavándole las uñas mientras le mordía con fuerza su cuello.

Law jadeaba, mordiendo el hombro de Kid, mientras éste lo tomaba con ganas, a la vez que entrelazaba las manos de ambos con sus cuerpos perlados de sudor y rodeados del denso calor que ambos habían creado en aquella sala de operaciones.

Imagen de Law debajo de Kid, con los ojos perdidos, sus mejillas encendidas y su boca entreabierta buscando aire fue suficiente para que las fieras embestidas del pelirrojo se detuvieran al momento que llegaba al anhelado orgasmo y se enterraba en lo más profundo del otro para dejar su esencia y sentía al mismo tiempo como Law se derramaba entre el cuerpo de ambos.

Law no tuvo tiempo de recuperar el aliento cuando el pelirrojo, sin cuidado alguno bajó de la mesa de operaciones y arrastraba a Law fuera de esta para tomarlo del brazo y girarlo hasta dejarlo tendido con el pecho pegado sobre la mesa, le volvió a separar las piernas y le inmovilizaba tomándole uno de sus brazos y lo colocaba a su espalda.

—Eres delicioso Law, grita para mí— Susurró en su oído antes de embestirlo con ganas nuevamente.

Law arqueó su espalda y no le quedó de otra más que complacerlo con los sonoros gritos que no dejaban de salir de su garganta por aquellas fuertes y precisas embestidas en su próstata. Con esfuerzo se giró y alcanzó a besar la mejilla, momento en que Kid miró su rostro; aquellos ojos plateados con un par de pequeñas lágrimas, sus mejillas rojas y su mirada entrecerrada, estaba completamente loco por ese médico.

Kis estaba descontrolado, parecía una bestia en celo que no le importaba lastimar a su pareja, solo pensaba en darle más duro, metérsela más dentro, llevarle una y otra vez al orgasmo para que así nunca pensase siquiera en mirar a alguien más. Mordió su hombro hasta hacerle sangrar y degustar su cuello para marcarle con infinidad de moretones y salió de su interior observando el hilillo de semen que había derramado en su interior y como se escurría desde su trasero por una de sus piernas hasta casi llegar al suelo. Esa visión logró ponerlo más duro y se relamió los labios para volver a la calidez del interior del moreno.

A pesar de los gemidos y jadeos de ambos también se escuchaba el constante quejido de la mesa por tan dura acción sobre ella, cosa que a ambos excito y Law, arqueando su espalda llegó al tan ansiado orgasmo al igual que el pelirrojo quien por fin soltaba su brazo y esta vez lo tomaba de la cadera para que no cayera al suelo tras la pérdida de fuerza en las piernas.

Se quedaron un buen rato en esa posición, aún sin poder bajar de semejante orgasmo, con el moreno aferrado en la mesa y el pelirrojo recostado en su espalda. Cuando el pelirrojo recuperó la fuerza tomó en brazos al pelinegro y lo acomodó en la mesa de operaciones, dejando que se terminará de recuperar.

Kid miró curioso la mesa, tomó una esquina y la sacudió un poco, comprobando su estabilidad.

—¿Qué haces?— preguntó Law al sentir las pequeñas sacudidas. Kid no le respondió y Law esbozó aquella burlona y venenosa sonrisa que hacía enojar al otro —¿en serio te decepciona no haber roto la mesa?— el pelirrojo, con las mejillas ardiendo, evitó la mirada burlona del otro y se sonrojó aún más al escuchar las risas sarcásticas —tendrás que esforzarte si quieres lograrlo — le dijo y Law no tardó en acercar su mano a aquel atrayente cabello sangre.

—La próxima lo lograré— le aseguró mientras entrelaza sus manos —ya que me toca a mi llevar la sesión— le susurró sugerente y se aproximaba a sus labios.

—No puedo esperar— le sonrió feliz.

De vez en cuando, no era mala idea ceder el control.






F I N






C E D E R . E L . C O N T R O L

K I D L A W

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☼ A N N S O W I 80 ☼

CEDER EL CONTROL -KIDLAW-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora