Daba vueltas en la habitación mordiéndose las uñas, caminaba de un lado al otro ansioso para que pronto el menor tocara su puerta, y como si estuviera llamando a la suerte. La puerta sonó.
Más en cambio su sonrisa se desvaneció cuando vió a Agustina tras el marco de la puerta. Sin tiempo a si quiera preguntar, recibió un golpe en su cara.
—¡¿Qué te pasa Agustina?!
—¡¿Qué me pasa a mí?! —pregunto indignada la chica— ¡¿Qué mierda te pasa a vos?! ¡Cagaste nuestra familia por ir a besarte con ese pelotudito bueno para nada!
—No hables así de él, no te hizo nada.
—¡Encima lo defendes! ¡Por supuesto que me hizo algo, me cagó la vida!
—¿Te cagué tu vida de mantenida? —la imagen de Montiel se hizo presente en la habitación.
A Lucas le brillaron los ojos cuando lo vió y las manos le picaban de las ganas de abrazarlo que se cargaba.
—Ah, encima viene a visitarte y todo mientras yo me estoy haciendo cargo de tus hijos ¡completamente sola!
—No mientas Agustina —volvió a hablar Gonzalo— si vos estás sola ¿por qué no están los nenes acá?
—No los voy a traer en el medio de una discusión.
—O, en realidad, nunca estuviste sola y tenés a las empleadas haciendo todo el trabajo que vos. jamás. hiciste.
Agustina, ofendida, quiso abalanzarse sobre el menor para intentar golpearlo pero Lucas la tomó de la cintura alejandola de su chico.
—¡Te voy a hacer la vida imposible Gonzalo! —gritaba furiosa— ¡Voy a hacer que te arrepientas por haberme robado a mí marido!
Gonzalo se echó a reír a carcajadas.
—Y yo soy más lindo que vos, obvio que te va a cambiar por mí.
Lucas solo fulminó con la mirada a Gonzalo, no podía decirle nada, el menor lo tenía dominado. Usando un poco de fuerza, logró sacar de la habitación a Agustina cerrando la puerta ignorando los gritos de la misma.
Se apoyó en la puerta y escaneó a Gonzalo, lo miró de pies a cabeza mientras se mordía el labio en el trayecto logrando que la piel de este se erice completamente.
—No le tenías que decir eso, dentro de una hora ya va a ser tendencia en twitter.
—Pero Chini, sabes que se lo merecía.
Lucas rodó los ojos y se fue acercando lentamente, Gonzalo se puso nervioso y miraba cualquier cosa menos al mayor. Sintió las manos de Lucas en su cintura y se puso colorado, después sintió como las manos pasaban a su espalda y apoyaba la cabeza en su hombro.
—Te necesitaba tanto Gonza.
—¿Por qué no me decís el apodo que me dijiste por llamada?