Capítulo 17

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Supongo que las personas no se contentan con nada. Son totalmente imprevisibles y ambiciosas, siempre pidiendo más, siempre exigiendo más de sí y sobretodo, de las personas que les rodean. Quiero esto, quiero lo otro, no descansaré hasta que lo tenga... lo sé. La naturaleza del ser humano. Ambicioso, competitivo y a veces, ruin incluso.



Lo sé porque yo soy así.



Solían llamarme diva, sí, lo recuerdo. Uno de mis putos motes de adolescencia. La diva del instituto, Bill, y era un mote merecido, ciertamente. Iba por ahí vestido con ropa de marca, de mi marca extravagante, maquillado y peinado marcando mi propio estilo. Me creía un modelo de pasarela, sí, lo creía. Nadie sabía más de moda que yo y tenía las ideas muy claras. Siempre las he tenido claras.



Me peleaba a menudo. Con profesores, con compañeros de clase, con cada persona que me tomaba por idiota, maricón, anormal, un tío que seguramente iría poniendo culo a todo el mundo... eso decían. Eso me hacía destacable. Nunca me ha importado lo que la gente piense de mí o eso hacía creer. La verdad es que por dentro, dolía. Dolía mucho... claro, que luego recordaba que tenía dinero que gastarme en una chaqueta nueva y el dolor desaparecía fácilmente.



Yo tenía mucha suerte. Aunque la gente me mirara como si fuera un bicho raro, tenía suerte. Tenía los dos mejores amigos que una persona puede llegar a tener. Una madre comprensiva y atenta, un posible padrastro que era simplemente guay, una casa enorme y limpia, mucho dinero y con eso, todo lo que pudiera desear.



Entonces, un día la conocí a ella. La otra diva del instituto, Natalie. Guapa, popular, simpática, dulce y amable. Fue durante el último curso de secundaria cuando me dijo, Bill, me gustas mucho, así de rápido y simple y... empezamos a salir. Oh, Natalie era todo lo que yo buscaba en una chica, me encantaba y enseguida me enamoré de ella.



Natalie era muy popular y al ser su novio, yo también me hice popular enseguida, cosa que no me hacía mucha gracia. Las personas a las que llamaban populares eran idiotas y sumamente creídas. Más de una vez me peleé con alguien del entorno de Natalie por ser insufrible y eso, tarde o temprano, me pasaría factura.



Natalie y yo estuvimos un año y doce días juntos. El último mes pasamos un fin de semana en su casa de verano, en la playa, solos y... acabó pasando lo que tarde o temprano tenía que pasar. Allí me quité la virginidad, con ella. Inolvidable y perfecto para mí. Lo hicimos después tres veces más antes de romper. ¿Por qué? No estoy seguro. Natalie lo quiso así, me lo pidió llorando y yo no pude hacer nada para impedirlo. Amigos, solo amigos. Ahí descubrí lo que es llorar por una chica, lo que es sentir el corazón roto de verdad y me costó, me costó superarlo.



De hecho, aún no lo tenía del todo superado cuando apareció él.



Recuerdo que una corriente eléctrica me recorrió el cuerpo la primera vez que me tocó, un calambrazo que me dejó extasiado y entonces, empezamos a hablar guiados por ese extraño suceso. Conexión enseguida, verbal y física... Luego supe porqué, demasiado tarde como para rectificar.



Mi hermano gemelo, Tom. Sin saberlo, sin saber quien era ese tío de mi edad, me acosté con él y, al día siguiente, lo conocí de verdad. Mi hermano gemelo, Tom.



Había cometido un acto incestuoso e inmoral, depravado y enfermo sin saberlo en absoluto. Lo peor es que el cabrón de mi hermano sí lo sabía, desde el principio y me utilizó para jugar a joder al hermano pequeño, simplemente eso, muy consciente de nuestros actos depravados.



Desde entonces... no hemos parado de jugar.



-El maltrato genera maltrato. Es así, estás psicológicamente demostrado, no le des más vueltas Bill.

Muñeco By SaraeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora