🌷Día Siete

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☆Amor de Infancia

Sin lugar a duda el amor más puro que puede existir es el de un niño, no importa de que tipo, ni a quien se dirige, un niño nunca va a amar con malicia, ni dobles intensiones. Un niño siempre va a entregarte todo su corazón esperando ser correspondido con el doble de aquello.

El pequeño pelimorado corrió rápidamente escaleras abajo, sus cortos diez años apenas y le permitían bajar de manera equilibrada, pero lo logró

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El pequeño pelimorado corrió rápidamente escaleras abajo, sus cortos diez años apenas y le permitían bajar de manera equilibrada, pero lo logró. Una vez estando en el piso que quería, con flores en mano, tocó la blanca puerta esperando por una respuesta, pero no llegó. Tocó un par de veces más, hasta que escuchó unos pasitos detrás y sonrió al saber quien era.

—¿Nagi?—Llamó sonriendo.

—¿Reo?—El pequeño de la misma edad que el pelimorado pegó su oreja a la puerta para asegurarse de que se trataba de su amigo.

—¡Nagi ábreme, soy Reo!

—Mamá y papá dicen que no le abra a extraños—Respondió con su voz floja como siempre.

Los padres del pequeño Seishiro trabajaban mucho, así que cuando él llegaba de la escuela o los fines de semana, se quedaba solo hasta que se dormía, había días en los que ni siquiera sabía si sus padres habían llegado a dormir aquella noche. Sin embargo, desde que se conocieron el pequeño de cabello morado siempre le hacía compañía sin importar la hora que fuera, sus padres lo invitaban a comer a su casa, a veces comían en la suya. Reo tenía una fascinación indescriptible con Nagi, y para Nagi era lo mismo, Reo le provocaba una sensación hogareña y cálida en su corazón.

—¡Bobo! Yo no soy un extraño—Rió pegándose a la puerta de igual modo.

—Oh, cierto—Y acto seguido el pequeño Reo estaba estampado contra el suelo debido a la puerta abierta por el otro—¿Te caíste Reo?

—¡No Nagi, me bajé a saludar el suelo!—Se quejó con sarcasmo. El nombrado se disculpó apenado y cerró la puerta luego de ayudarle a levantarse—Son para ti.

El menor extendió las manos entregándole aquellas magaritas con los pocos pétalos que le quedaban, pues con todo el ajetreo que Reo traía, fácil fue que algunos pétalos se cayeran. Aún así, Nagi las recibió con mucho, mucho gusto.

Era algo que apreciaba demasiado en Reo, por qué aunque el era un niño solitario, aunque nadie parecía interesado en él, ni sus mismos padres... Reo siempre lo vió con unos ojos sumamente brillantes y llenos de ilusión, veía algo que ni él mismo veía en sí mismo, le emocionaba ser la causa de la radiante sonrisa de su querido amigo.

—¿Quieres comer algo?—Preguntó Nagi por educación.

—Déjame ver que tienes en el refrigerador, por que de seguro me darás gelatinas—Se quejó emprendiendo su camino a la cocina. Mientras tanto Nagi lo vió perderse entre la separación de la cocina y la sala, fue apresurado a por un jarrón, lo llenó de agua y dejó las flores sobre la mesa. Recostó su cabeza en la mesa al estar sentado observando las margaritas que reposaban ahora más frescas y mientras podía escuchar el revuelo en la cocina y el sonido del microondas calentar algo.

NagiReo Week 2024 《🤍💜》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora