ℂ𝔸ℙ𝕀𝕋𝕌𝕃𝕆 𝕀

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𝕯𝖎𝖔𝖘 𝖙𝖎𝖊𝖓𝖊 𝖘𝖚𝖘 𝖕𝖑𝖆𝖓𝖊𝖘 𝖊𝖓 𝖙𝖔𝖉𝖔 𝖞 𝖙𝖆𝖒𝖇𝖎𝖊𝖓 𝖊𝖓 𝖙𝖎. 𝕻𝖊𝖗𝖔, 𝖆 𝖕𝖊𝖘𝖆𝖗 𝖉𝖊 𝖓𝖔 𝖛𝖊𝖗𝖘𝖊 𝖇𝖎𝖊𝖓 𝖆𝖑 𝖕𝖗𝖎𝖓𝖈𝖎𝖕𝖎𝖔 𝖉𝖊𝖇𝖊𝖘 𝖘𝖊𝖌𝖚𝖎𝖗 𝖆𝖉𝖊𝖑𝖆𝖓𝖙𝖊 𝖕𝖔𝖗 𝖆𝖑𝖆𝖇𝖆𝖉𝖔 𝖉𝖊 𝖉𝖎𝖔𝖘 𝖔 𝖆𝖑𝖆𝖇𝖆𝖉𝖔 𝖊𝖓 𝖎𝖓𝖋𝖎𝖊𝖗𝖓𝖔.

𝙐𝙉 𝙈𝙊𝙍𝙏𝘼𝙇 𝘼 𝙄𝙉𝙈𝙊𝙍𝙏𝘼𝙇

Héctor Sánchez, nacido en la ciudad de México, Coyoacán. A la hora 6: 54 pm, su madre falleció cuando dio a luz. De su padre no había registro más que de una posible carta de fallecimiento. 

Había crecido en un orfanato hasta sus cinco años cuando fue adoptado. 

De sus padres biológicos no sabía mucho a que se dedicaron. Por otra parte, sus padres adoptivos, Mario Casillas quien se dedica de abogado federal y su madre a una maestra de medio tiempo. 

Cómo cualquier niño tenía su lado travieso, despistado y molesto. No importan cuántos regaños pacíficos pudo tener de sus padres adoptivos. Al entrar a la secundaria se dedicó a refugiarse en sus estudios, evitando como podía los inicios de discusión de sus padres, fue el inicio de la tensión en la familia.  

Al entrar a la universidad vivió con su padre adoptivo una vez que se dispuso el divorcio, quien alguna vez fue su madre ya no quería saber nada de él. Repitió tres años, no por malas notas si no por el estudio: Sistema de computación, criminalista, contabilidad y finanzas.

Su padre lo apoyó además de darle mucha información de leyes y pagarle por un tiempo su inscripción como policía. 

Tres años como policía y seis años como soldado del ejército, al final antes de que su padre falleciera, estuvo dos años en la marina. 

A la edad de veintiocho años se integró al F.B.I de los Estados Unidos. Fue un novato al principio pero era realmente bueno. Resolvió muchos casos y como su profesión indica, así mismo estuvo en peligro de muerte muchas veces, pero fue en el año 2054 del mes de septiembre que un temblor azotó a todo el mundo, varios edificios cayeron, la tierra se abrió y la mitad de cinco países desaparecieron de golpe. 

A Héctor también le afectó, todo su equipo murió juntos en el edificio, para ese entonces solo había cumplido diez años en el F. B. I como comandante y falleció. 

Para sus conocidos que lograron salvarse lo recordaron como un hombre de bien, luchó siempre con justicia, su vida era sencilla a pesar de nunca haberse casado. Tuvo relaciones cortas que terminaron mal de una manera u otra. A pesar de eso, Héctor Sánchez sería un buen ejemplo a seguir por su fuerte dedicación en el F.B.I de los Estados Unidos. 

Una persona que no sólo se merece el cielo, se merece más y con ello una segunda oportunidad. 

— ¿Q-que mierda? — Observó desconcertando unas manos pálidas enfrente de su rostro. 

No sentía mucho dolor al recordar la forma en como murió, pero recuerda que su piel era una casi morena con pequeñas cicatrices. 

Sabía muy bien que estas manos no eran las suyas, así que se levantó y corrió rápidamente al espejo que estaba a aún lado de la cama para verse de perfil. 

— E-esto… Es imposible — Murmuró para sí mismo, observando cada parte de su cuerpo. 

Todo era diferente, el cabello, los ojos, el cuerpo y su voz. Recordó una serie que salió cuando era joven con problemas de autoestima que pudo superar con el tiempo. 

Este era uno de sus personajes medio favoritos por la forma de expresarse, además de tener un gran poder tenía tantas teorías sobre él. 

— Soy el maldito lucifer — Sus ojos brillaron de enojo. 

La forma demoníaca apareció reflejada en el espejo y sus seis alas salieron alzadas por molestia. No lo pensó muy bien al sacar todo su enojo y destruir la habitación en pedazos.
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REX INFERORUMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora