𝗢𝗦𝗧𝗥𝗬𝗘 | 𝗔. 𝗧𝗔𝗥𝗚𝗔𝗥𝗬𝗘𝗡

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   𝗣𝗔𝗥𝗧 𝗜♡₊˚ 🦢・₊✧
ˢᵃᶰᵍʳᵉ ᵈᵉ ᶫᵃ ˢᵃᶰᵍʳᵉ

       ÉLAYNE ERA UNA COPIA DE su madre Alicent. Una hermosa princesa con aspecto de muñeca, pero muy llorona. Como niña de doce años, a Élayne no le gustaba estar sola, y la propia princesa nunca se quedaba sola. Tras un terrible incidente ocurrido diez años atrás, su padre y su madre hicieron que le asignaran uno de los mejores caballeros. Élayne era un koledoscopio de talentos: cantaba, bordaba, tocaba el arpa. Se esforzaba al máximo por superar a su hermana mayor, en cuya sombra se había convertido.

       Al principio Viserys adoraba a Élayne, a menudo le contaba historias de la antigua Valyria a la hora de dormir y la escuchaba tocar el arpa, pero pronto el rey se aburrió de ella. Le complacía más observar a los nietos bastardos de Rhaenyra. A Èlayne le caían mal, todos y cada uno de ellos. Demasiado ruidosos, pensaba la princesa. Además, no soportaba ver a los bastardos codiciosos que ya se habían apropiado de su hogar. Élayne era bondadosa e indulgente, pero algo que no podía perdonar era al traidor de su padre. Era el catalizador de su odio hacia sus sobrinos y su hermana.

- "Ser Lads", se dirigió la princesa a su caballero. - ¿Crees que los bastardos deben estar en el trono?

        La pregunta sonaba tan simple y despreocupada. Ser Lads ni siquiera se detuvo. En sus años con la princesa, estaba acostumbrado a sus dudas sobre los Velaryons. Sabía que no debía alentar a la princesa y darle algo en qué pensar. Los muros tienen oídos

- Cómo saberlo princesa -se dio la vuelta con una expresión seria en el rostro-.

- Tu respuesta es no, recuérdalo.

       Aceleró el paso hacia el lugar donde descansaba su hermano pequeño Daeron. Testigo de Semera, Èlayne adoraba a su hermano pequeño y no permitía que ningún extraño lo visitara.Los aposentos estaban silenciosos, su hermanito aún dormía. Tan pequeño.

      La puerta se abrió bruscamente y, con un fuerte golpe, entró su gemelo Aegon. Èlayne podía oír el olor a dragón a kilómetros de distancia. Su hermano despertó al pequeño Daeron y se dejó caer en el sofá.

- Dioses, Daeron -murmuró-. - No hace falta que hagas tanto ruido.

      Èlayna cogió a su hermano en brazos y empezó a arrullarlo suavemente para que se durmiera de nuevo.

- Es un niño -se limitó a tararear Aegon-.

     Su hermano solía pasar tiempo con ella. Claro que Aegon pensaba que su hermana era una tonta por soñar como decía su padre. Y eso era insoportable. Una hermana extraña es suficiente para un príncipe, dos son un dolor de cabeza. Pero, Aegon debe admitirlo, encuentra la compañía de Èlayne y el pequeño Daeron mucho más simpática que la de Helena y Aemond.

- He venido a decirte -los dioses ven que le produce placer verla acariciar a su hermano como si fuera su hijo-. - Nuestra hermana tiene otro hijo -Èlayne se quedó inmóvil, recuperando el aliento-. - Es un niño.

       Èlayne se paró frente a él.

- Bastardo, ¿verdad? - dijo en voz baja, a lo que su hermano se limitó a asentir.

      Èlayna lo odiaba. Su hermana acababa de conquistar su casa, su trono y su corona. Era una puta. Cómo podía alguien ser tan estúpida como para engañar así a sus propios hijos. Aunque no le gustaban, sentía lástima por los hijos de su hermana. Un día, a una de las criadas se le escapó lo que había pasado entre Rhaenyra y su tío. Su hermana se atrevió a cubrirse con el recuerdo de su madre. Vergonzoso.

- Sabes, Jace te esperó en el jardín todo el día.

- Dioses.

      Su sobrino estaba perdidamente enamorado de ella. A Rhaenyra se le metió en la cabeza que con el permiso del rey, podrían pedir la mano de Èlayne en matrimonio.

- Cuando yo sea rey, tú serás mi reina", dijo.

- Seré reina sin ti.

     Sólo la familia sabía que en cuanto nacieron los gemelos reales, su madre y su abuelo ya habían decidido su destino. Aegon y Èlayna seguramente se casarían, y como dijo Helena, ella sería una buena madre y esposa. Eso esperaba ella.

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        Durante la cena, los niños se enteran por su madre de la partida de Ser Harwin y su padre.

- ¿Así que el abuelo volverá al castillo? - preguntó Helena.

       Otto Hightower rara vez regresaba al castillo tras su jubilación. Sus nietas lo echaban mucho de menos, era una figura paterna en sus vidas. El abuelo escuchaba a menudo las divagaciones de sus hijas y fomentaba sus aficiones.

- Me temo que no -dijo Alicent con aire abatido-.- Su padre no aprobaba la renuncia de Ser Lionel.

        Así transcurrían sus veladas. Padre rara vez cenaba con ellos, prefería mucho más la compañía de los bastardos de Rhaenyra.

- Los Strong ya han empapado este castillo -dijo Aemond.

- ¡Aemond! - Alicent se horrorizó, y los niños callaron bajo su presión. - La princesa Rhaenyra propuso una alianza. Jace y Élayne.

           Aegon rió con todas sus fuerzas. Le hacía gracia pensar que el bastardo creía que tenía alguna posibilidad. Élayne le pertenecía. Eso era lo que los Dioses habían profetizado.

- Oí que se divirtió contigo, dulce hermano.

        Élayna aludió a la pelea que fue el catalizador de todo esto. La princesa no vio lo que pasó, pero las doncellas aún cuchichean.

- Lloró como una niña.

     Aegon estaba obviamente orgulloso de sí mismo.

- Seguro que lo estaba.

         Unos días después, terribles noticias llegaron a la capital. Ser Lionel y su hijo, Ser Harwin, habían muerto quemados. Élayne estaba conmocionada por esto. Ella no había escrito sentimientos cálidos por la Mano, pero él había sido un sirviente leal a su padre. Como dijo Aemond, su abuelo volvería como Mano y el hijo menor de Ser Lionel sería el heredero de sus tierras.

- ¿Había partido ya la princesa? - Èlayna estaba sentada a su mesa preparándose para un nuevo día.

- Todavía no, mi princesa", la criada le estaba trenzando el pelo. - ¿Qué vestido te pondrás?

- El verde", se miró en el espejo. - Quiero verlos salir.

           Después de recoger, la princesa fue a despedirse de sus parientes que se marchaban. Se alegró de que se hubieran ido. Tal vez su padre quisiera volver a oírla tocar el arpa o leerle antes de dormir. Ella lo deseaba. En el patio, las cohortes estaban listas para partir y Élayne las observaba.Rhaenyra subió la última y sus miradas se encontraron.

      Rhaenyra la consideraba débil y poco amenazadora.

    Sin valor.

- Sangre de sangre, querida hermana.

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Hola. De hecho, amo a Aegon como personaje, ¡es tan versátil!