EPISODIO 3

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[Lejos de casa]

Cradle of the Dragon



Aerea sintió cómo su corazón latía con fuerza en el pecho, un tambor resonante que parecía marcar el ritmo de su destino. Frente a ella, el dragón, imponente y majestuoso, la observaba con un aire de curiosidad y desafío, sus ojos brillantes como esmeraldas en medio de la penumbra. La voz de su padre seguía resonando en sus oídos, un eco de advertencia que competía con la fascinación que sentía por la criatura. En ese momento, el mundo exterior se desdibujaba; el miedo y la preocupación de su padre se desvanecían ante la presencia magnética del dragón. Todo lo que podía ver era la figura oscura y amenazante que tenía delante, pero también había algo fascinante en su majestuosidad.

La dragona, con su mirada penetrante, parecía entender la lucha interna de Aerea. Había un destello de inteligencia en sus ojos, como si evaluara no solo a la niña que se atrevía a acercarse, sino también la esencia del huevo que ella sostenía con tanto cuidado. Era un vínculo extraño, una conexión que desafiaba la lógica y la razón. ¿Qué significaba realmente ese huevo? ¿Era una amenaza o una oportunidad de forjar un nuevo camino?

-Aerea, retrocede y ven aquí -insistió su padre, acercándose con cautela, consciente del peligro que representaba el dragón. Su voz era firme, pero había un matiz de desesperación que Aerea no podía ignorar. La lealtad hacia su familia chocaba con la curiosidad y el deseo de entender a la criatura que tenía ante ella.

La dragona, sintiendo la tensión en el aire, emitió un suave y profundo susurro, un sonido que vibraba en el suelo y en el pecho de Aerea. Era como si estuviera tratando de comunicarse, de mostrar que no todo era lo que parecía. Aerea, con el corazón dividido, dio un paso hacia adelante, impulsada por una mezcla de valentía y compasión.

-No tengo miedo -murmuró, aunque sabía que no era del todo cierto. Pero en ese instante, algo dentro de ella se encendió, una chispa de valor que la impulsaba a avanzar.

La dragona inclinó la cabeza, observándola con atención, y Aerea sintió que el aire se cargaba de una energía palpable. Sin apartar la vista, levantó el huevo lentamente, mostrándoselo. En ese momento de vulnerabilidad, la niña comprendió que había un propósito más grande en juego.

-Este huevo... -comenzó a decir, su voz temblando-. No quiero que nadie más sufra. Solo quiero que todos estemos a salvo.

La dragona, en respuesta, se movió con gracia, sus alas extendiéndose como un manto oscuro sobre el paisaje. Aerea sintió que el miedo se desvanecía, reemplazado por una extraña calma. Era como si la criatura estuviera reconociendo su sinceridad, su deseo de proteger a los suyos.

Con un profundo suspiro y un último vistazo a su padre, Aerea dio un paso al frente, decidida a desafiar las expectativas. La dragona la observó, y en aquel instante, ambas comprendieron que el futuro estaba en sus manos. ¿Sería posible forjar un nuevo camino, uno donde el miedo no gobernara, sino la comprensión y el respeto? Era un riesgo, pero Aerea estaba dispuesta a enfrentarlo.

De repente, el profundo gruñido de la dragona resonó en el aire, haciendo que la joven princesa sobresaltara. En un instante, el precioso huevo que sostenía se le resbaló de las manos, pero, por fortuna, logró atraparlo justo a tiempo, dejando escapar un suspiro de alivio. Por un momento, la amenaza de la imponente bestia se desvaneció de su mente.

CUNA DEL DRAGÓN| El Reino De Un Solo Gobernante| A|L|ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora