EPISODIO 2

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(Este episodio será algo corto)

[La bestia de ojos esmeralda]

Cradle of the Dragon...



Mientras caminaban apresuradamente hacia el Ala Oeste, donde se hallaban los aposentos de las princesas, una inquietante figura se dibujó en uno de los ventanales. En la lejanía, una imponente bestia se posaba majestuosamente sobre una de las torretas del Ala Este. La septa, con la mirada aterrorizada, observó la criatura con una mezcla de asombro y miedo. No era que nunca hubiera visto un dragón antes; de hecho, conocía bien a las criaturas que habitaban en Cradle. Sin embargo, esta no pertenecía a ninguno de los dragones que había conocido a lo largo de su vida. Era algo diferente, algo que desafiaba su comprensión.

Aceleraron el paso, el sonido de sus pasos resonando en los pasillos del castillo mientras la ansiedad se apoderaba de ellas. Finalmente, al llegar, se precipitaban en los aposentos de Aerea, el más cercano y, en ese momento, el refugio más seguro.

-Bien, quedémonos en silencio, ¿sí? -susurró la septa, notando el temblor de su voz. El temor la invadía; no sabía qué planes tenían sus reyes para hacer frente a aquella abominable criatura que, al parecer, era salvaje y errante.

Aerea, sintiendo la tensión en el aire, se apartó unos pasos y se acercó a su pequeño lobo, que dormía plácidamente en un corral junto a su cama. Con delicadeza, acarició su suave pelaje, intentando encontrar consuelo en su presencia. Sin embargo, su atención pronto se desvió hacia la chimenea, donde un huevo reposaba sobre las brasas, manteniéndose tibio en un entorno que parecía cada vez más amenazante. La calidez del fuego contrastaba con el frenesí que sentía en su pecho.

De repente, un fuerte rugido resonó en el aire, un sonido que reverberó en las paredes del aposento y llegó hasta los oídos de la joven. Sin embargo, en lugar de sentir miedo, Aerea se sumergió en sus pensamientos, su mirada fija en el huevo de dragón. La idea comenzó a formarse en su mente: tal vez, solo tal vez, aquella bestia airada que se alzaba en el horizonte era la madre de la criatura que se encontraba a su cuidado.

En un acto impulsivo, tomó el huevo hirviendo entre sus manos, ignorando el ardor que le provocaba el calor. Con sigilo, aprovechando que las otras dos estaban absortas en su temor, se escabulló fuera de la alcoba, dejando la puerta entreabierta tras de sí.

La septa, al percatarse del sonido de la puerta y de la ausencia de la menor, sintió que su respiración se cortaba en su garganta. Un pálpito de alarma recorrió su ser; deseó salir en su búsqueda, pero la preocupación por dejar a la más pequeña sola la detuvo en seco. En su desesperación, elevó una súplica a los dioses, rogando que Aerea se hallara a salvo y que, de alguna manera, alguien pudiera detenerla antes de que cometiera una locura que podría costarle la vida. Un frío sudor le recorrió la frente mientras el eco del rugido de la bestia resonaba en su mente, un recordatorio escalofriante del peligro que acechaba en la oscuridad.

 Un frío sudor le recorrió la frente mientras el eco del rugido de la bestia resonaba en su mente, un recordatorio escalofriante del peligro que acechaba en la oscuridad

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CUNA DEL DRAGÓN| El Reino De Un Solo Gobernante| A|L|ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora