Creo que la gran mayoría entre los Gamers y fans del terror de antaño, recordamos con cariño, temor y algo de incomodidad a la gran saga de videojuegos de Silent Hill. Yo soy uno de ellos; recuerdo como de niño, esos títulos me producían una nueva sensación que hasta ese momento, no había experimentado: el miedo a mis miedos. No necesito explicarlo, si me estás leyendo, es porque sabes a lo que me refiero; pocos videojuegos, películas, libros y hasta situaciones de la vida real, te harán experimentar lo que es el terror psicológico en esencia. Siempre me había preguntado (aunque nunca querido), ¿Cómo sería la experiencia si yo estuviera en Silent Hill? ¿Qué clases de criaturas crearía la ciudad para mí? Tengo muchos demonios internos e historias oscuras que me hacen afirmar, que si yo estuviera ahí, sufriría un calvario que superaría a cualquier historia contada por el maestro (me pongo de pie) Stephen King. Pero jamás me he preocupado, solo son videojuegos, cosas ficticias, ¿Cierto?
Soy una persona que disfruta estar solo, que aborrece sobremanera el contacto humano, salvo lo necesario, claro está. Me gusta estar solo, o eso creía.
Hace tres días (creo, he perdido la orientación del tiempo) por la tarde sentado en la cafetería de la escuela, me encontraba leyendo un libro; no era particularmente interesante, narraba la historia de una chica amiga de una princesa, una historia muy absurda, pero estaba comprometido a terminarla, tanto que perdí noción del tiempo. Cuando volví en mí, la cafetería se hallaba vacía, solo estaba la mujer detrás de la barra. Le grité desde mi asiento si sabía a qué hora se habían ido todos, pero ella no respondió. Salí de ahí sin más, esperando ver gente en los pasillos y áreas verdes, pero no había nadie. No lo voy a negar, entré un poco en pánico, pues jamás me había pasado algo igual, así que caminé a paso veloz hasta la primer aula que tenía cerca y me asomé con cuidado; ahí estaban, los estudiantes recibiendo clase. Respiré de alivió y asumí que, aunque fuera extremadamente raro, el horario de toda la escuela había coincidido para tener clases a esa hora, salvo yo y mis compañeros del curso. No me preocupé en saber donde estaban ellos, pues no hablo mucho con ninguno, así que esperé en el jardín hasta mi siguiente clase.
Había transcurrido todo normal, hasta el siguiente día, que decidí ir al Mall por unos audífonos para mi computador. Bajé del bus, me adentré entre los pasillos y locales, pensando en qué marca compraría. Fue hasta después de unos cinco o diez minutos que caí en cuenta, no había una sola alma en el Mall. Aquello era en extremo inusual, es una plaza bastante concurrida a esa hora y entre semana. Indiferente a la situación, seguí caminando hasta la tienda de electrónica; entré y me puse a revisar los diversos artículos que había en los estantes, encontré los audífonos que buscaba y fui a la caja. Nadie, ni un solo empleado se encontraba atendiendo, literalmente pude haberme salido de ahí sin pagar y solo las cámaras hubieran sido testigo de ello. Dentro de la asquerosa persona que puedo llegar a ser, mi ética y moral me impidió efectuar el robo, así que los devolví y salí para buscar ayuda. Por los grandes pasillos y tres plantas que había, no logré vislumbrar a nadie, salvo contados empleados que atendían puestos de dulces o limpiaban el suelo. Me acerqué a un hombre que barría el suelo junto a unas escaleras, pero a un par de metros de encararlo y estando de espaldas a mí, se alejó rápidamente, sin dar oportunidad a entablar una conversación. No estaba dispuesto a intentar hablar con alguien más, así que (admito que corriendo) salí del Mall. Fuera, todo era normal, con las grandes avenidas abarrotadas de mi ciudad. Regresé a casa, dejando todo como dos increíbles coincidencias.
Estaba claro que la situación no iba a parar, por lo que al siguiente día, salí de casa tratando de adivinar qué lugar estaría desierto esta vez. Era la escuela entera; llegué y estaba cerrada, sin ningún guardia que la resguardara. Miré redes sociales de la escuela, grupos de Whatsapp de mi clase e incluso hablé por primera vez con algún compañero de clase sobre el asunto. Nada en redes sociales, ningún aviso de suspensión de clases, todo normal en los grupos, como si en ese momento estuvieran en clase y mi compañero contestó que había faltado pero no sabía nada al respecto. Ya no era raro, pero si preocupante, no quería hacerlo, pero comencé a ver similitudes con la ciudad maldita. Solo era el principio.
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Me siento atrapado en Silent Hill
Cerita PendekSi estás leyendo esto, tal vez aún no sea tarde para ti. Empezó con coincidencias raras pero terminó siendo real. No corras de ellos, hazle frente a tus miedos.