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Una pequeña corría por los pasillos del cielo, persiguiendo a una pequeña mariposa de color azul, chocaba y pasaba a tirar varias cosas por su camino haciendo que muchas almas y serafines se quejarán y le gritaran que se fijará o que utilizará sus alas para volar y así no meterse en su camino pero como era de suponerse, a la pequeña ángel no le importaba eso, es más, nisiquiera se detenía a oírlos ya que necesitaba atrapar a esa bella mariposa que volaba buscando escapar de la niña que no paraba de perseguirla
Estaba por llegar a la puerta que conducía hacia el antiguo jardín del edén, justo estaba por entrar a esa puerta cuando sintió como su cara se estampaba con algo o alguien...
—Isa, te he dicho que te fijes cuando corras—Miró hacia abajo mientras acariciaba el pelo rubio de la pequeña
— Lo siento, es solo que... — Puso su mano en su frente para sobarse por el impacto del golpe
—Querías atrapar a esa linda mariposa?—Cuestiono la mujer
—Ujum...—Isabela alzó su mirada para ver a la mujer de pelo castaño
—¿Porque? Ella no debe ser atrapada, las mariposas siempre deben volar libres, sin ningún tipo de ataduras— Dijo agachandose para quedar a la altura de su contraria
—Solo quería verla de cerca, el color de sus alas me recordaron a una flor que Azrael me regalo— Contesto con timidez
—Para eso están los libros Isa— Sonrió mientras acomodaba un mechón de cabello que estaba en el rostro de la niña
—Eva, sabes que no me gustan los libros— Isabela hizo un puchero cruzando sus brazos e inflando sus cachetes
Eva la miró con ternura y se levantó para después ofrecerle la mano a la Angel
—Sabes, oí que los libros tienen métodos para cuidar flores— Eva Sonrió
La mujer había captado la atención de Isabela, pues rápidamente acepto su mano y ambas empezaron a caminar hacia la biblioteca, en donde pasaron varias horas leyendo sobre flores, plantas y animales, aunque se la pasaron investigando más sobre las mariposas a petición de la más pequeña
Después de varios libros que leyeron, la pequeña Isabela quedó profundamente dormida, así que Eva cargo entre sus brazos a la de cabello rubio y salió de la biblioteca para dirigirse a la habitación de esta. Para todos en el cielo no era novedad que Eva quería a la nueva creación de dios como si fuera su propia hija, pues sabían cuanto había sufrido la esposa de Adán con sus hijos... así que cuando finalmente la de cabello castaño subió al cielo, conoció a la ahora favorita de Dios, su creación perfecta Isabela.
La dejo en su cama, junto a un peluche que ella misma le había regalado, un pequeño perrito de color cafe, estaba apunto de irse cuando escucho la voz de la pequeña
