Soulmates- Spanish version

Question 1

- ¿ Cómo se enteró de que su madre estaba pasando por un bache emocional?

Era un día de verano del año 1994. Yo tenía tan solo diez años. Estábamos en Balmoral porque se iba a celebrar una comida familiar.

Cada cierto tiempo, a la abuela le gustaba reunirnos a todos para que tratásemos de ser lo más parecido a una gran familia. A ella le encantaba sentir ese ambiente familiar, y si a eso le sumábamos el hecho de estar en Escocia... rebosaba felicidad. Lo cierto es que a todos nos gustaba bastante el plan. A todos menos a mamá. Mis hermanos y yo nos hartábamos de jugar con nuestros primos y a veces incluso charlábamos sobre deportes con el tío Edward, que era un fanático del rugby. El resto de adultos pasaban la mayor parte del tiempo comiendo y hablando entre ellos.

Aparentemente todo bien, aunque había una pieza que no encajaba o no dejaban encajar. Se sentía sola, con la mirada perdida. Charlaba de vez en cuando con la tía Sarah o algún adulto que se sentara próximo a ella, pero sobretodo con nosotros.

Aquel día de 1994 no cambiaría mucho con respecto a las reuniones. En primer lugar, tan pronto llegamos, fuimos a saludar a los abuelos. Un beso, una reverencia y corriendo hacia el salón para ver quien cogía el mejor sitio.

- Uh , cuidado muchachos. La tía Margaret no está para carreras.- dijo cuando le dimos un pequeño empujón por culpa de nuestra competitividad.

- ¡Oye Vivi! No te olvides de que me debes una carrera a caballo. La última vez quedamos en empate técnico.- dijo la tía Anne cuando pasé a su lado.

-Si tía, cuando quieras. Te voy a ganar.- le grité mientras me alejaba en la distancia.

Finalmente llegamos los tres casi simultáneamente al salón donde iba a tener lugar ilustre acto de comer. Todos estábamos en la misma mesa. La zona más cercana a la puerta de entrada era la de los niños, mientras que la más próxima a la cabecera ( donde se solía sentar la abuela ) era la de los adultos. Para nosotros el mejor asiento era aquel que estaba en la zona de los niños pero estaba próximo a los adultos, para así poder enterarnos de los temas de conversación que trataban. Y así fue. Ellos dos escogieron los dos asientos más próximos al tío Edward, en el lado derecho de la mesa, yo el que estaba al lado de mamá, justo enfrentado a los suyos. Seguidamente de nosotros llegaron el resto de invitados encabezados por la Reina y seguidos por nuestro padre, que nos dedicó una mirada de desaprobación después de nuestra carrera digna de oro olímpico. Simultáneamente, y probablemente como clones le dedicamos la mítica sonrisa que mi madre lucía cuando se confundía en algo o hacía alguna travesura.

Todos tomaron asiento tal y como preveíamos. Comenzamos a comer y a interactuar entre nosotros como lo haría una familia normal. Fue en el segundo plato cuando las cosas se complicaron.

- Charles, el próximo sábado tenemos un compromiso aquí en Escocia, pero tu padre seguramente no pueda asistir. ¿ Podrías venir como acompañante ?- preguntó la abuela.

- Tendría que consultarlo, porque en principio la semana que viene me gustaría pasarla con Diana y los niños en Highgrove. Ellos solo han ido cuando eran pequeños y me encantaría que conociesen el encanto de la finca y disfrutasen como yo lo hago allí.-

-Oh, bueno, no pasa nada.-  respondió la abuela sorprendida.

-Mamá yo sí puedo asistir. - se ofreció la tía Anne.

-Está bien. Lo hablaremos con más calma.- zanjó la abuela mientras dirigía su mirada hacia el plato.

William, Harry y yo no sabíamos con certeza por qué a mamá no le hacía ni pizca de gracia ir a Highgrove. Nunca nos lo había contado. Aunque si es cierto que lo intuíamos por lo que habíamos escuchado. Cuando papá iba allí se encontraba con alguien. Siempre que aparecía esa palabra en alguna conversación a ella se le nublaba el rostro. Como si formara una coraza exterior que evitara que los demás pudiésemos adivinar que se le estaba pasando por la cabeza. En esta ocasión el mecanismo de defensa actuó igual. Cuando escuchó el plan que papá acababa de improvisar, bajó la cabeza y se limitó a comer. Sin mirar a nadie.
De repente, el abuelo soltó la frase que la terminaría por desequilibrar.